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No basta con ser latino para representar a los latinos en Estados Unidos
Eileen Truax | The Washington Post “No hay nada que puedas hacer para controlarlo, parece changuito”, dijo Nury Martínez, presidenta del Concejo Municipal de Los Ángeles —el órgano legislativo de la ciudad—, sobre el hijo de su colega, el concejal Mike Bonin, un niño afroestadounidense adoptado por Bonin y su esposo, porque se portó mal en un evento público. “Ese niño necesita una paliza; deja llevármelo a la vuelta de la esquina, ahorita lo traigo”, agregó Martínez entre risas. La conversación ocurrió en una reunión celebrada en octubre de 2021 entre Martínez, los también concejales Kevin de León y Gil Cedillo, y Ron Herrera, presidente de la Federación Laboral del condado de Los Ángeles, que agrupa a diversos sindicatos. Su objetivo era sostener una charla estratégica para solidificar el poder de los cuatro como representantes de la comunidad latina. Aunque ha pasado un año desde aquella conversación, la filtración del audio de una hora al diario Los Angeles Times provocó una lógica conmoción entre los angelinos. La indignación ha sido mayor porque en la conversación no solo se oyen los comentarios despectivos hacia el hijo de Bonin, a quien Martínez acusa de ser un hombre blanco que se cree negro, y que trae “a su negrito” para todos lados; también hay comentarios despectivos y discriminatorios contra el resto de la comunidad afroestadounidense, los judíos, los armenios, los indígenas oaxaqueños y la comunidad gay. La conversación gira en torno al cálculo de votos y composición demográfica de los distritos electorales para apoyar a posibles aliados en el Concejo y, en este cálculo, las y los votantes son solo un accesorio: no son el fin, sino el medio para servirse del poder. “Que se joda, ese tipo apoya a los negros”; “solo son 25 negros y nosotros somos 100, pero los 25 están gritando”; “(en el barrio de Koreatown) hay puro oaxaqueño(…) son los chaparritos”; “no sé de qué pueblo vienen, cómo llegaron aquí, pero ‘tan feos’”, son algunos de los comentarios entre risas lanzados por los cuatro funcionarios de apellido latino y de origen mexicano. Es necesario desmontar el mito del “voto latino” que supone que todos los latinos, solo por apellidarse Martínez o Herrera, votarán de la misma manera. Es posible que, para quien lo ve desde afuera de Estados Unidos y sin mucha más información, esto tenga lógica; pero que un concejal angelino tome el voto latino por sentado resulta, por lo menos, ingenuo. Además de lanzar luz sobre el cinismo de los políticos, la filtración vuelve a poner sobre la mesa quién representa a los latinos, que a su vez lleva a una segunda cuestión: ¿quiénes son los latinos? Y si pudiéramos definirlos como un bloque monolítico —que no lo son—, ¿quién lo representa? La ciudad de Los Ángeles es una de las más diversas y plurales que existen. Casi la mitad de sus habitantes (48.1%) son latinos, pero en este grupo hay mexicanos, puertorriqueños, salvadoreños, dominicanos o guatemaltecos, entre muchos otros orígenes. La otra mitad está compuesta por un 11.8 % de asiáticos, que incluyen coreanos, chinos, japoneses, tailandeses o filipinos, por nombrar algunos. Un 8.8% es población negra o afroestadounidense, y también hay que recordar las intersecciones: hay personas negras y latinas, como hay personas blancas y latinas. En todos los grupos hay inmigrantes, y también hay personas que son de la tercera generación o posterior nacida en Estados Unidos. En Los Ángeles se hablan al menos 92 idiomas y sus barrios lo muestran: Little Tokio, Chinatown, Little Armenia, Koreatown, Little Ethiopia, Thai Town. El corazón de la ciudad es la Placita Olvera, donde fue fundada la ciudad cuando California aún pertenecía a México. Los nombres de sus calles dan cuenta de su pasado mexicano —Figueroa, Sepúlveda, La Brea— y también de su origen indígena —Cahuenga, Topanga, Tujunga. Los latinos son la primera minoría en el país, su número sigue creciendo y el cambio demográfico no tiene marcha atrás: un reporte del Departamento del Trabajo indica que 78% de quienes se integrarán a la fuerza de trabajo entre 2020 y 2030 serán hispanos. En el caso de Los Ángeles es irreversible. En un reporte de 2017 se establece que el impacto del gasto proveniente de los hogares latinos en la economía del Condado de Los Ángeles es de 60,000 millones de dólares, que ayuda a sostener casi medio millón de empleos, y genera un pago de impuestos superior a los 7,000 millones de dólares. Es tiempo de que rompamos con los estereotipos —género, raza, origen étnico, clase— y eso pasa también por dejar de asumir el buenismo de las minorías étnicas o raciales. Es posible ser negro o latino, y ser racista. Es posible provenir de un barrio trabajador, como es el caso de Nury Martínez, y hacer comentarios xenófobos. Es posible ser progresista y comparar a un niño negro con un bolso Louis Vuitton, como hizo Kevin de León. Y es posible tener una carrera de lucha por los derechos de los inmigrantes mayormente congruente, como es el caso de Gil Cedillo, y aun así caricaturizar a la pujante comunidad oaxaqueña, que ha contribuido a que los barrios que él representa sean prósperos y llenos de futuro. A unas semanas de las elecciones intermedias del 8 de noviembre, Estados Unidos no puede seguir pensando que la representación latina en el Congreso o en los cargos públicos es suficiente. Es indispensable, desde luego, pero debe ir acompañada de políticas efectivas, de inclusión y representación real, y de una participación de todos los grupos que conforman a esa comunidad, con su diversidad y sus contradicciones. El futuro de los latinos no puede estar circunscrito a lo que un concejal haga o deje de hacer —o diga o deje de decir—. La comunidad latina en Estados Unidos es más que sus representantes y eso lo sabemos quienes, a pesar de todo, hemos votado por ellos durante años. En los 15 años que viví en Los Ángeles, cuando vi el nombre de Nury Martínez en la boleta electoral decidí votar para que ella representara a mi distrito, no solo por ser latina o por ser mujer, pero también por ello, porque sé que la representación importa. Por ese motivo celebro que la presión de la gente de Los Ángeles la haya llevado a renunciar a su puesto en el Concejo, y que se hayan convocado protestas afuera del edificio del ayuntamiento pidiendo la renuncia de los otros dos concejales. “Words matter (las palabras importan)” es una frase socorrida por quienes defienden a los latinos en Estados Unidos. En este caso, concejales latinos, las de ustedes no nos representan. aranza |
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