Formato de impresión


Los escándalos y la política afectan a la Iglesia católica en Polonia


2022-12-01

Por Andrew Higgins | The New York Times

BIDGOSTIA, Polonia — De joven, Karol, un católico comprometido que fue monaguillo desde la infancia, soñaba con ingresar al seminario en su pueblo natal al norte de Polonia y convertirse en sacerdote.

“Tenía una fe profunda y el deseo ferviente de servir a la iglesia”, dijo Karol, quien ahora tiene 26 años, mientras recordaba que le habló de su esperanza de convertirse algún día en obispo a su mentor espiritual, un sacerdote de la Iglesia de la Divina Providencia en la ciudad de Bidgostia.

Pero eso fue antes de que el sacerdote lo violara.

“La Iglesia entera está envenenada”, se lamentó Karol en una entrevista, y le pidió a The New York Times que no utilizara su nombre completo.

Su historia, una de las muchas que desde hace algunos años han causado indignación en los medios noticiosos polacos, forma parte de una serie de escándalos de abuso sexual que tienen sumida a la Iglesia católica romana de Polonia en una profunda crisis y han minado la confianza de los jóvenes. Los jóvenes polacos también ven con cierto recelo la relación, que consideran simbiótica, entre la Iglesia y el profundamente conservador partido Ley y Justicia, que está en el poder.

Un informe publicado en noviembre pasado por CBOS, una agencia de encuestas financiada por el Estado, reveló que solo el 23 por ciento de los polacos menores de 25 años asisten con regularidad a la iglesia, un tercio del número que lo hacía hace tres décadas. La Agencia Católica de Informaciones informó que en la actualidad solo el 20 por ciento de los jóvenes considera que está mal tener relaciones sexuales antes del matrimonio. El arzobispo Wojciech Polak, primado de la Iglesia polaca, se lamentó por esa situación que define como el “devastador” declive de las prácticas religiosas entre los polacos más jóvenes.

Este verano pasado, el seminario de Bidgostia, al que Karol planeaba asistir, cerró por falta de nuevos estudiantes.

Una de las mayores estrellas pop de Polonia, Dawid Podsiadlo, de 29 años, anunció el mes pasado que, a pesar de ser todavía un creyente, había decidido abandonar formalmente la Iglesia. “Tengo un problema con la institución”, explicó, debido al “número cada vez mayor de casos de pedofilia y su intervención en problemas políticos e ideológicos”.

Andrzej Kobylinski, profesor de la Universidad Cardenal Stefan Wyszynski en Varsovia y crítico declarado de la Iglesia por su incapacidad de resolver los problemas de abuso sexual, señaló en una entrevista que la “secularización progresiva” de Polonia ahora “va a toda velocidad”. Y añadió que “se trata de una bomba de tiempo que iba a explotar tarde o temprano”.

En comparación con casi todos los demás países europeos, Polonia todavía es un bastión de la fe, pues casi el 94 por ciento de la población se identifica como católica, según la Oficina Central de Estadísticas.

La Iglesia, profundamente arraigada en la sociedad gracias a sus más de 33,000 sacerdotes en 10.382 parroquias, mantiene una línea muy similar a la del gobierno polaco. El gobierno, dominado desde 2015 por Ley y Justicia, ha instaurado cambios apreciados por el clero: la prohibición casi total del aborto, la prohibición para las tiendas de abrir en domingo, el uso generalizado de una ley que prohíbe la “blasfemia” y un gran interés en hacer desaparecer conductas que denuncia como “ideología LGBT”.

Pero para muchos jóvenes, la “Iglesia sencillamente es triste”, reconoció el sínodo católico en Polonia en un informe reciente que se lamentaba por “los lugares vacíos en las bancas de las iglesias”.

La pandemia del coronavirus, que comenzó en 2020, también hizo que muchas personas perdieran la costumbre de ir a la iglesia, pues debido a los cierres de actividades del principio de la pandemia, se prohibieron las reuniones de grupos grandes.

En Bidgostia, el número de feligreses que asistían a la celebración de la misa aumentó un poco el año pasado, cuando disminuyeron los temores por los contagios, pero aun así solo era de alrededor del 20 por ciento, en comparación con el 33,5 por ciento de 2019, les dijo el obispo local, Krzysztof Wlodarczyk, a medios noticiosos polacos este mes.

Para Tomasz Terlikowski, filósofo católico que lidera una comisión dedicada a investigar el abuso de religiosas y otras mujeres a manos de un fraile dominicano que en septiembre fue declarado culpable de violación, la “mayor amenaza para la Iglesia en este momento es la indiferencia”; los jóvenes pierden el interés en una institución marcada por el escándalo y envuelta en sospechas por su posible alianza con los intereses políticos de Ley y Justicia.

Mientras Michal Malada, de 23 años, caminaba en una mañana reciente frente al seminario de Bidgostia, que ahora está cerrado, relató que solía asistir a misa con regularidad con su abuela, pero dejó de hacerlo porque “ahora se trata demasiado de política”. Y añadió: “No he perdido la fe, pero me parece que la Iglesia, como institución, no representa a Dios como debería”.

El obispo de Bidgostia se negó a hacer comentarios para este artículo.

En la década de 1980, en la lucha por la libertad, la Iglesia católica en Polonia apoyó de manera cercana al movimiento sindical Solidaridad, respetado como una fuerza unificadora que podía ser una oposición al gobernante Partido Comunista.

Pero la Iglesia se ha convertido en una fuerza divisiva en un país cada vez más polarizado entre partidarios y opositores del partido en el poder.

Renata Mazurowska, quien era una feligresa habitual y ahora hace campaña por los derechos de las mujeres en Bidgostia, recordó cómo en 1991 celebró una misa para el papa Juan Pablo II, quien nació en Polonia, y había considerado a la Iglesia como su guía.

“El papa fue una certeza moral para mí; todos estábamos del mismo lado” contra el gobierno comunista, dijo. Ya no va a la iglesia y ha alentado a sus dos hijas a que también se mantengan alejadas porque, dijo, “la idea de que se encuentren con sacerdotes que son pedófilos es horrorosa”.

“Para mí”, dijo Mazurowska, “la autoridad de la Iglesia se ha derrumbado”.

En gran medida, las zonas rurales han evitado este colapso. Recientemente, Piaski Kruszwickie, un pueblo pequeño al sur de Bidgostia, fue adornado con banderines e imágenes de la virgen María y casi todos sus residentes asistieron para celebrar la llegada de una réplica de la Virgen Negra de Czestochowa, un ícono polaco venerado.

Pero incluso allí, la desilusión con el clero por su manejo de los casos de los sacerdotes depredadores subyace en medio de las muestras de devoción. Una creyente de 50 años que solo dio su nombre de pila, Beata, se unió a la multitud para darle la bienvenida al ícono, pero dijo que “se sentía más distante de la Iglesia que en el pasado” debido al “comportamiento escandaloso de algunos sacerdotes”.

Según Kobylinski, un factor importante en el fracaso de la Iglesia polaca al momento de abordar el abuso sexual es el legado del gobierno comunista, durante el cual las acusaciones de violación y abuso sexual contra sacerdotes fueron descartadas rutinariamente como fabricaciones difundidas por agentes de la policía secreta dedicados a extender el ateísmo. Para defenderse del Estado, agregó, la Iglesia desarrolló una “cultura de omertà”, o silencio.

Mientras que los activistas por el derecho al aborto y opositores diversos del gobierno dirigen su desprecio a la Iglesia, Ley y Justicia tiende a apoyar al clero pase lo que pase.

Cuando el líder de Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, y otros funcionarios presidieron la inauguración de un canal en septiembre, se les unió Slawoj Leszek Glodz, arzobispo desacreditado que en marzo de 2021 fue sancionado por el Vaticano por negligencia “en casos de abuso sexual cometidos contra menores por ciertos religiosos” y le prohibió predicar en su diócesis anterior.

Terlikowski, presidente de la comisión investigadora de los abusos en la orden dominicana, comentó que los políticos de derecha no les dan importancia a las pruebas de mala conducta de los sacerdotes, pues las catalogan como “solo otro ataque contra la Iglesia” por parte de sus enemigos políticos.

Algunos católicos mayores han denunciado la podredumbre de la Iglesia y exigen que se tomen medidas al respecto.

En respuesta a estadísticas del año pasado según las cuales la Iglesia había recibido quejas de abusos en contra de 368 niños y niñas en un periodo de dos años hasta 2020, Polak, el primado, les pidió “perdón” a “los agraviados y a las personas conmocionadas por el mal de la Iglesia”.

El papa Francisco también ha intervenido de vez en cuando para castigar a sacerdotes polacos notoriamente negligentes, como el arzobispo Glodz, pero en gran medida ha permitido que los líderes de la Iglesia local vigilen a sus propios subordinados.

En el caso de Karol, el exmonaguillo en Bidgostia, esto significó que Pawel Kania, un sacerdote que fue detenido en 2005 en la ciudad de Wroclaw, en el suroeste de Polonia, por posesión de pornografía infantil y bajo sospecha de abuso de menores, no fue expulsado sino trasladado a la diócesis del norte de Bidgostia para supervisar a los monaguillos y enseñar a los estudiantes.

“Todos sabían que estaban escondiendo a un pedófilo, y esa es la mayor tragedia”, dijo Janusz Mazur, un abogado que representó a Karol.

Y agregó: “Es increíble: Este sacerdote era un presunto delincuente sexual y lo enviaron a enseñar religión a los adolescentes. Si lo hubieran detenido cuando lo supieron, otros no habrían sido afectados”.

Muy pronto, el traslado del sacerdote a Bidgostia provocó quejas de que se estaba comportando de manera indecente con los estudiantes adolescentes. Una vez más, las autoridades eclesiásticas simplemente lo trasladaron a otro distrito.

Kania fue arrestado nuevamente en Wroclaw en 2012 y lo acusaron de abusar de niños pequeños. En 2015 fue declarado culpable y estuvo en prisión durante siete años, lo que finalmente acabó su carrera como sacerdote.

Sin embargo, antes de eso tenía acceso total a los monaguillos y a otros jóvenes que estaban a su cargo en Bidgostia.

Karol dijo que los abusos que sufrió comenzaron cuando tenía unos 14 años. Explicó que lo habían violado varias veces, pero no les dijo nada a sus padres ni a nadie más en ese entonces porque “sentía vergüenza y no entendía lo que estaba pasando”.

La jerarquía de la Iglesia solo reconoció que le había fallado a Karol cuando un tribunal de la ciudad de Gdansk determinó en 2021 que las diócesis de Bidgostia y Breslavia eran culpables de negligencia porque “los obispos estaban enterados de la pedofilia de su sacerdote”. El tribunal les ordenó a ambas instituciones pagarle daños y perjuicios a Karol por una cantidad aproximada de 60,000 dólares.

Los dos obispos responsables de intentar encubrir el delito no han recibido ningún castigo. Uno de ellos ya murió y el otro, tras iniciarse una investigación del Vaticano, renunció el año pasado.

Karol afirma que todavía cree en Dios, pero no le interesa tener ninguna relación con la Iglesia católica.

“La institución en su conjunto debería abolirse”, dijo. “Solo se basa en mentiras e hipocresía. Es maligna”.



Jamileth


� Copyright ElPeriodicodeMexico.com