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Los residentes de Pekín y Shanghái vuelven al trabajo mientras China trata de vivir con el COVID
Por Bernard Orr y Xihao Jiang PEKÍN/SHANGHÁI, 26 dic (Reuters) -Los viajeros de Pekín y Shanghái, con mascarillas, abarrotaban los trenes subterráneos el lunes, mientras las dos mayores ciudades de China se van adaptando a vivir con el COVID-19 y los trabajadores médicos de primera línea se esfuerzan por hacer frente a millones de nuevas infecciones. Después de tres años de implacables medidas contra el coronavirus, el presidente Xi Jinping abandonó el 7 de diciembre la estrategia "La prevención y el control de la nueva epidemia de coronavirus de nuestro país se enfrentan a nuevas situaciones y nuevas tareas", declaró el lunes Xi Jinping en declaraciones sobre salud pública citadas por la agencia oficial de noticias Xinhua, una de sus primeras referencias al reciente cambio de estrategia de China. El virus se está extendiendo sin control por todo el país, de 1,400 millones de habitantes, y los expertos en salud y los residentes dudan cada vez más de las estadísticas de Pekín, según las cuales no se han registrado nuevas muertes por COVID en los seis días transcurridos hasta el domingo. Los médicos afirman que los hospitales están desbordados con un número de pacientes entre cinco y seis veces superior al habitual, en su mayoría ancianos. El primer ministro Li Keqiang, citado también por Xinhua en su artículo, afirmó que todos los niveles de gobierno deben intensificar sus esfuerzos para garantizar que se satisface la demanda de tratamiento y suministros médicos. "Estoy preparado para vivir con la pandemia", declaró Lin Zixin, de 25 años y residente en Shanghái. "Los confinamientos no son una solución a largo plazo. Este año, en un esfuerzo por evitar que las infecciones se descontrolen en todo el país, los 25 millones de habitantes del centro comercial de China soportaron dos meses de amargo aislamiento bajo un estricto confinamiento que duró hasta el 1 de junio. Las animadas calles de Shanghái contrastaban fuertemente con el ambiente de abril y mayo, cuando apenas se veía a nadie en el exterior. El mercado navideño que se celebra anualmente en el Bund, una zona comercial de Shanghái, fue muy popular entre los residentes de la ciudad durante el fin de semana. Una multitud acudió el domingo a las fiestas de invierno de Shanghai Disneyland y los Estudios Universal de Pekín, haciendo cola para subir a las atracciones con atuendos navideños. El número de viajes a lugares pintorescos de la ciudad sureña de Cantón este fin de semana aumentó un 132% con respecto al anterior, informó el periódico local The 21st Century Business Herald. "Ahora, básicamente, todo el mundo ha vuelto a la rutina normal", dijo un residente de Pekín de 29 años apellidado Han. "El ambiente tenso ha pasado". China es el último gran país en avanzar hacia el tratamiento del COVID como algo endémico. Sus medidas de contención habían ralentizado la economía de 17 billones de dólares a su tasa de crecimiento más baja en casi medio siglo, interrumpiendo las cadenas de suministro y el comercio mundial. Según los analistas, se espera que la segunda mayor economía del mundo siga sufriendo a corto plazo, a medida que la ola de COVID se extienda a las zonas manufactureras y la mano de obra enferme, antes de recuperarse el año que viene. Tesla suspendió la producción en su planta de Shanghái el sábado, adelantándose a un plan de pausar la mayor parte del trabajo en la planta en la última semana de diciembre. La empresa no dio ninguna razón. "DESBORDADO" El país más poblado del mundo ha restringido su definición para clasificar las muertes como relacionadas con el COVID, contando solo las que implican neumonía o insuficiencia respiratoria causadas por el COVID, lo que ha levantado ampollas entre los expertos mundiales en salud. El sistema sanitario del país se ha visto sometido a una enorme presión: se ha pedido al personal que trabaje mientras está enfermo y se ha vuelto a contratar a trabajadores médicos jubilados de comunidades rurales para que ayuden, según los medios de comunicación estatales. "El hospital está desbordado de arriba abajo", dijo el médico Howard Bernstein, del hospital privado Beijing United Family Hospital. El gobierno provincial de Zhejiang, una gran provincia industrial cerca de Shanghái con una población de 65,4 millones de habitantes, dijo el domingo que estaba enfrentándose a alrededor de un millón de nuevas infecciones diarias por COVID-19, un número que se espera que se duplique en los próximos días. Las autoridades sanitarias de la provincia suroriental de Jiangxi han declarado que las infecciones alcanzarán su punto álgido a principios de enero, añadiendo que podrían producirse otros picos cuando la gente viaje el próximo mes para las celebraciones del Año Nuevo Lunar, según informaron los medios estatales. Advirtieron que la oleada de infecciones duraría tres meses y que alrededor del 80% de los 45 millones de residentes de la provincia podrían infectarse. La ciudad de Qingdao, en la provincia oriental de Shandong, calculó que hasta 530,000 residentes se infectaban cada día. Ciudades de toda China se han apresurado a añadir unidades de cuidados intensivos y clínicas especializadas en fiebre, instalaciones diseñadas para evitar una mayor propagación de enfermedades contagiosas en los hospitales. El gobierno municipal de Pekín ha declarado que el número de clínicas especializadas en fiebre ha aumentado en la ciudad de 94 a casi 1,300, según los medios de comunicación estatales. Shanghái cuenta con 2,600 clínicas de este tipo y ha transferido médicos de departamentos médicos con menos personal para ayudar. Sigue preocupando la capacidad de las ciudades menos prósperas de China para hacer frente a un aumento de las infecciones graves, especialmente cuando se espera que cientos de millones de trabajadores rurales emigrantes se reúnan con sus familias para el Año Nuevo Lunar. aranza |
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