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El drástico giro de Pekín en la lucha contra la covid amenaza con un nuevo choque entre China y Occidente


2023-01-06

Guillermo Abril, Manuel V. Gómez | El País

El giro de 180 grados de China en la lucha contra la covid amenaza con convertirse en un nuevo choque entre China y Occidente. Tras el tsunami de contagios que golpea al gigante asiático desde hace casi un mes, cuando Pekín se deshizo de la férrea política de cero covid después de un chispazo de protestas sociales, algunos países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, España y Japón han respondido imponiendo restricciones a la llegada de pasajeros procedentes del gigante asiático; la Unión Europea se ha sumado al coro desde este miércoles, al recomendar “con firmeza” a los Estados miembros que exijan pruebas del coronavirus negativas a “todos los pasajeros procedentes de China”. Mientras, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acusa a Pekín de poca transparencia en las cifras de infectados y fallecidos. La reacción ha provocado el enfado del Gobierno chino, que defiende el cambio en la política como el resultado de una “evaluación científica”, ejecutada mediante “una planificación prudente” y asegura estar compartiendo información con la comunidad internacional “de forma abierta”.

Mao Ning, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, ha insistido este jueves en la “estrecha cooperación” de Pekín con la OMS “a lo largo de los años”. “Los hechos han demostrado que China siempre ha mantenido una estrecha comunicación con la OMS y ha compartido información y datos sobre la epidemia de forma oportuna, abierta y transparente, de acuerdo con la ley”, ha zanjado la portavoz durante una rueda de prensa rutinaria casi monopolizada por preguntas en torno al coronavirus. Mao ha subrayado que la situación en el país se encuentra “bajo control” y ha reclamado al organismo sanitario con sede en Ginebra que tome “una posición basada en la ciencia, objetiva y justa” en la lucha contra la pandemia a escala mundial.

Pero los números del régimen autocrático no convencen en Occidente. “El Comité de Seguridad Sanitaria lamenta la falta de datos fiables sobre covid-19 en lo referente a casos, ingresos hospitalarios, muertes, así como capacidad y ocupación de UCI en China”, han escrito los expertos nacionales de los países de la UE en la opinión que ha servido de base para la coordinación de medidas recomendadas este miércoles pasado.

A pesar de las palabras de las autoridades chinas, las suspicacias sobre sus datos han llevado a que este jueves se haya celebrado una reunión telemática entre la OMS y una delegación médica y diplomática del gigante asiático para tratar de disiparlas, según la agencia Reuters.

Pekín también ha reaccionado contra las medidas antipandémicas establecidas para los pasajeros procedentes de China, instando a que sean proporcionales, permitan viajar con normalidad y eviten la discriminación: “No deberían ser usadas para la manipulación política”, ha remachado Ning en su última comparecencia. La misma portavoz, dos días antes, advirtió, incluso, de que su país aplicaría “medidas correspondientes en respuesta a las distintas situaciones, basándonos en el principio de reciprocidad”. China, de momento, sigue imponiendo cuarentenas obligatorias a los pasajeros que proceden del extranjero, uno de los últimos vestigios de la era de la cero covid que tiene los días contados: tras casi tres años prácticamente sellada al mundo, dejará de confinar a los recién llegados a partir de este domingo 8 de enero, aunque seguirá pidiendo una PCR a los viajeros procedentes del extranjero.

5,259 muertes oficiales

Las autoridades sanitarias de China han reportado este jueves un único fallecido por covid en la jornada anterior, lo que suma 24 muertes oficiales desde el 7 de diciembre, cuando le dio el vuelco a la dura estrategia sanitaria que implicaba confinamientos parciales o totales de ciudades en cuanto se detectaban unos pocos casos, el rastreo sistemático de contagios mediante aplicaciones tecnológicas y el aislamiento en centros específicos de los infectados. Hasta la fecha, Pekín ha recogido oficialmente 5.259 muertes por covid, a una enorme distancia de otros países.

Los datos contrastan con las duras imágenes registradas en hospitales y morgues de megaurbes como Pekín y Shanghái, y tampoco pasan la prueba del algodón en una charla cotidiana con algunos ciudadanos, que recelan de las estadísticas oficiales y buscan explicaciones: “Un Gobierno autoritario siempre busca probar que sus políticas son correctas”, resume un profesor de una universidad en Pekín que pide anonimato. Los datos son una “patraña”, asevera también una fuente sanitaria occidental radicada en la capital china que conoce de primera mano el testimonio de personal médico del país.

El miércoles, después de que el director de Emergencias de la OMS acusara a las autoridades chinas de infrarrepresentar las cifras de muertos y hospitalizaciones por el virus, el presidente estadounidense, Joe Biden, también mostró su preocupación por la situación: “Son muy sensibles [...] cuando sugerimos que no han sido tan comunicativos”, dijo en una comparecencia en Kentucky.

Europa, por su parte, ha optado por un enfoque contenido, sin dejar de mostrar sus dudas sobre las cifras. La prudencia se observa en las recomendaciones lanzadas el miércoles a los Estados miembros de la UE. Se aconseja a la Veintisiete que pidan a los viajeros el uso de mascarillas y medidas higiénicas y sanitarias. También se anima “con firmeza” a que los Estados exijan a los viajeros un test negativo de covid hecho con un máximo de 48 horas de antelación, algo que ya hacen España, Italia, Francia, Reino Unido, Japón, Corea del Sur, India y Estados Unidos. Además, se recomienda hacer pruebas de coronavirus aleatorias a pasajeros a la llegada a los aeropuertos y el control de las aguas residuales de aeropuertos y aeronaves.

Este abanico de precauciones se alinea con las recomendaciones de los expertos, que consideran que en Europa “no habrá un gran impacto” de la ola China por las altas tasas de inmunidad alcanzadas por la vacunación y el gran número de personas que han pasado la enfermedad. Y, desde luego, están muy alejadas de las aún vigentes en el gigante asiático, que incluyen periodos de cuarentena y aislamiento de más de una semana en los que se hacen test a quienes llegan al país.

Ir más allá ahora podría suponer la apertura de un nuevo frente con China. En la Unión Europea, han crecido los recelos hacia el gigante asiático en los últimos años y esto ha llevado al aumento de tensiones en varios puntos: uno de ellos es, sin duda, el comercial; otro es el geoestratégico por la calculada ambigüedad escorada hacia Rusia de Pekín en la invasión de Ucrania, que China no ha condenado. Esto último pavimentó el camino para que este año Estados Unidos convenciera a los demás miembros de la OTAN, alianza militar de la que forman parte 24 de los 27 miembros de la UE, de apuntar a China por primera vez en su historia como “un desafío” para la seguridad.

Para Pekín, el potencial choque con Occidente tiene una explicación sencilla y muy similar al manual que aplica para otros enfrentamientos, que van desde la guerra tecnológica con Estados Unidos al rechazo de las críticas por su postura en la guerra de Ucrania. “Fuera de las burbujas cegadoras y ensordecedoras construidas por ciertos medios de comunicación y políticos occidentales con prejuicios infundados y mitos inventados por ellos mismos, los hechos y las estadísticas demuestran que China se ha sobrepuesto a las oleadas de brotes de covid-19 de forma selectiva y con base científica”, arranca un extenso editorial publicado el miércoles por la agencia oficial de noticias, Xinhua.

El artículo censura que los mismos que criticaban al país por su anterior estrategia antipandémica de cero covid, ahora también lo hacen por su apertura y califica estas voces de “conjeturas autoinventadas”. “Tal vez, después de todo, no se trate de políticas covid”, añade. “Tal vez solo se trate de arremeter contra China”. Xinhua defiende que lo que ha sido erróneamente calificado como “giro de 180 grados” es en realidad el resultado de una “evaluación científica”, que ha estado basado en una “planificación prudente” y ha dado respuesta “a los anhelos de la población”. Falta saber si convencerá a una población que mostró su descontento, algo insólito en el país, cuando Xi renovó su mandato y se convirtió en el líder más poderoso del país desde Mao Zedong.



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