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El sismo en Turquía, una nueva tragedia para los refugiados
Por MEHMET GUZEL, FAY ABUELGASIM y TANYA TITOVA ANTIOQUÍA, Turquía (AP) — Cuando estalló la guerra en Ucrania, los familiares de Aydin Sisman que estaban allí huyeron a la antigua ciudad de Antioquía, en un rincón al sureste de Turquía que limita con Siria. Puede que escaparan de un desastre, pero encontraron otro en su nuevo hogar. El lunes pasado estaban alojados con la suegra ucraniana de Susman cuando un terremoto de magnitud 7,8 derrumbó su edificio y allanó buena parte de Antioquía, en una región devastada por lo que algunos en Turquía describen como el desastre del siglo. “Tenemos huéspedes ucranianos que huyeron de la guerra, y también están dentro. No hemos tenido contacto”, dijo Sisman, cuyo suegro turco quedó también atrapado bajo los restos del edificio de apartamentos, construido hace 10 años. Mientras los rescatistas excavaban entre los escombros, Sisman parecía haber perdido la esperanza. Millones de refugiados, como los familiares de Sisman, han encontrado cobijo en Turquía en su huida de guerras y conflictos locales en países tan cercanos como Siria o tan lejanos como Afganistán. Al menos 3,6 millones de sirios han huido de la guerra en su país desde 2011, llegados poco a poco o en masa y en ocasiones abrumando las fronteras, para buscar un lugar seguro de los duros bombardeos, los ataques químicos y el hambre. Otros 300,000 han llegado para escapar de otros conflictos y penurias, según Naciones Unidas. Para ellos, el sismo era una tragedia más, que muchos aún estaban demasiado conmocionados para asimilar. “Este es el mayor desastre que hemos visto, y hemos visto mucho”, dijo Yehia Sayed Ali, estudiante universitario de 25 años y cuya familia se instaló en Antioquía hace seis años para escapar de la guerra siria que entonces estaba en pleno apogeo. Su madre, dos primos y otro familiar murieron en el terremoto. El sábado estaba sentado ante el edificio derrumbado de dos plantas donde vivía, y esperaba a que los rescatistas le ayudaran a sacar sus cuerpos. “No hay una sola familia siria que no haya perdido un pariente, uno querido” en este sismo, explicó Ahmad Abu Shaar, que dirigía un albergue para refugiados sirios en Antioquía convertido en un montón de escombros. Abu Shaar dijo que la gente buscaba a sus seres queridos y muchos se habían negado a abandonar la ciudad, aunque el terremoto había dejado la ciudad sin estructuras habitables, electricidad, agua ni calefacción. Muchos dormían en las calles o a la sombra de las ruinas. “La gente sigue viviendo en shock. Nadie podía haber imaginado esto”, comentó Abu Shaar. Desde luego no Sisman, que llegó en avión desde Qatar a Turquía con su esposa para ayudar a encontrar a sus suegros y a sus parientes ucranianos. “Ahora mismo, mis suegros están dentro. Están bajo escombros (...). No hay equipos de rescate. Fui yo solo, eché un vistazo y di una vuelta. Vi cuerpos y los sacamos de entre los escombros. Algunos sin cabezas”, dijo. Los trabajadores de construcción que buscaban entre los restos le dijeron a Sisman que si bien la parte superior del edificio era sólida, el garaje y los cimientos no eran tan fuertes. “Cuando eso se derrumbó, entonces fue cuando el edificio se vino abajo”, dijo un afectado Sisman. Parecía haber aceptado que sus parientes no saldrían con vida. Sobrepasado por el trauma, Abdulqader Barakat estaba de pie y pedía desesperado ayuda internacional para ayudar a rescatar a sus hijos atrapados bajo el concreto en Antioquía. “Son cuatro. Sacamos a dos y dos llevan horas aún (dentro). Oímos sus voces y responden. Necesitamos equipos (de rescate)”, dijo. En el refugio sirio, Mohammed Aloolo se sentaba en un círculo rodeado por sus hijos, que escaparon del edificio que primero osciló antes de plegarse como un acordeón. Llegó a Antioquía en mayo desde un campo de refugiados junto a la frontera de Turquía y Siria. Había sobrevivido a la artillería y los combates en su población en la provincia central siria de Hama, pero dijo que sobrevivir al sismo había sido un milagro. Otros parientes no tuvieron tanta suerte. Dos sobrinas y sus familias seguían bajo los restos, dijo mientras contenía las lágrimas. “No le deseo esto a nadie. Nada que diga lo describiría”, dijo Aloolo. Las escenas de duelo y desesperación se sucedían en toda una región que apenas unos días antes era un pacífico refugio para los que huían de la guerra y el conflicto. En un cementerio en la localidad de Elbistan, unos 320 kilómetros (200 millas) al norte de Antioquía, una familia siria lloraba y rezaba mientras enterraba a una de los suyos. El cuerpo de Naziha Al-Ahmad, madre de cuatro hijos, se había sacado entre los restos de su nuevo hogar. Dos de sus hijas sufrieron heridas graves, incluida una que perdió los dedos de los pies. “Mi esposa era buena, muy buena. Cariñosa, amable, buena esposa, que Dios bendiga su alma”, dijo Ahmad Al-Ahmad. “Murieron vecinos, y nosotros morimos con ellos”. Las tumbas se llenaban con rapidez. En la frontera entre Turquía y Siria, la gente colocaba bolsas de cadáveres en un camión que esperaba para llevar los restos a Siria para enterrarlos en su patria. Entre ellos estaba el cuerpo de Tasneem Qazqouz, de 5 años, la sobrina de Khaled Qazqouz. Tasneem y su padre murieron cuando el terremoto arrasó la localidad fronteriza de Kirikhan. “La sacamos de entre la destrucción, bajo las rocas. Todo el edificio cayó”, dijo Qazqouz. “Trabajamos tres días para sacarla”. Qazqouz escribió el nombre de su sobrina en la bolsa antes de enviarla al camión con destino a Siria. Rezó mientras la dejaba ir. “Saluda a tu padre y dale mis mejores deseos. Saluda a tu abuelo y a tu tío a todo el mundo”, sollozó. “Entre la destrucción y los escombros, ya no tenemos nada. La vida se ha vuelto muy difícil”. JMRS |
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