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La seguridad se ha vuelto un discurso de ventas en los violentos Estados Unidos
Michael Corkery | The New York Times El año escolar comenzaba en 10 días y Donald Keegan era un hombre ocupado. Como superintendente asociado del Distrito Escolar Central de North Syracuse, Keegan tenía que asegurarse de que los conductores de los autobuses estuvieran capacitados y que las cafeterías tuvieran todo el personal necesario. Además, tenía que dirigir un recorrido esa tarde y una reunión de la junta escolar por la noche. Pero esa mañana de finales de agosto, Keegan apartó tiempo para asistir a una demostración dentro de una fábrica local, donde observó cómo un rifle estilo AR-15 despedazaba una serie de ventanas. A Keegan se le unieron otros funcionarios escolares del centro de Nueva York: un conserje y un par de arquitectos escolares. Se quedaron allí con los brazos cruzados mientras Tom Czyz, fundador de Armoured One, una compañía que vende vidrios y láminas protectoras, disparó más de 30 cartuchos contra una ventana a quemarropa. La habitación tembló e hizo estremecer los cráneos de los presentes. Cuando terminó la presentación, los brazos de Czyz estaban salpicados de fragmentos de vidrios, goteando sangre. “Esto es triste, la verdad”, afirmó Keegan más tarde en una entrevista. “Pero es parte de nuestro trabajo asegurarnos de que los niños no reciban disparos. Eso es parte de la realidad actual”. De todos los aspectos preocupantes de la violencia con armas, entre lo más desalentador se encuentran las escenas como la de la fábrica de vidrio de Syracuse, Nueva York: preparar a los administradores escolares para un tiroteo masivo se está volviendo una rutina. El aumento de la violencia con armas, acentuado por masacres como el del ataque a la escuela primaria en Uvalde, Texas, el año pasado y el tiroteo en el campus de la Universidad Estatal de Míchigan esta semana, está alimentando no solo el debate sobre el control de armas sino también a una industria de más 3000 millones de dólares de compañías que trabajan para proteger a los niños y empleados de una posible masacre. Las ofertas son numerosas: puertas que se cierran automáticamente, mesas a prueba de balas, mochilas de Kevlar, inteligencia artificial que detecta armas, e incontables tipos de ejercicios de entrenamiento como técnicas de respiración para evitar el pánico durante un ataque o estrategias sobre cómo usar un lápiz para perforar los ojos de un atacante. Pero incluso tras la decisión del Congreso de aumentar los fondos para las medidas de seguridad en las escuelas —incluidos 300 millones de dólares para ayudar a las escuelas a “prevenir y responder a la violencia” como parte de un acuerdo bipartidista de control de armas— la eficacia de los productos y servicios de la industria de la seguridad escolar sigue sin demostrarse en gran medida. “Esta es toda una industria que le está sacando provecho a los tiroteos en las escuelas; sin embargo, estas empresas tienen muy poca evidencia de que lo que venden funciona”, afirmó Odis Johnson, director ejecutivo del Centro para Escuelas Seguras y Saludables de la Universidad Johns Hopkins y profesor distinguido Bloomberg allí. (El multimillonario Michael Bloomberg, un exalumno, ha sido un importante partidario de los esfuerzos por el control de las armas). Las escuelas y los apartamentos deben construirse para resistir incendios y terremotos, y la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional emite multas por condiciones de trabajo peligrosas. Sin embargo, no existe el equivalente de un control riguroso y estandarizado sobre si un empleador está razonablemente preparado para un tirador activo. Según los ejecutivos de la industria, este limbo regulatorio es en parte el resultado de la parálisis política de la nación en cuanto a las armas. Muchos afirman que las ventanas y mochilas protectoras no serían necesarias si las armas, en particular los rifles de grado militar, tuvieran más restricciones. Algunos creen que establecer normas y estándares para la seguridad escolar contra las armas sería rendirse a la noción de que los tiroteos masivos son parte de la vida estadounidense, y que no se les puede eliminar sino solo defenderse de ellos. Czyz afirmó que los líderes políticos que no apoyan el aumento de las medidas de seguridad en las escuelas —o su “endurecimiento”— eran ingenuos. “Si no estás a favor de fortalecer la seguridad en las escuelas, entonces deja abierta tu puerta y tus ventanas y deja entrar a quien sea”, afirmó. Por lo general, instalar una ventana protectora Armoured One en la puerta de un salón de clases cuesta alrededor de 350 dólares, lo cual, según Czyz, podría ralentizar a alguien que intenta abrir a tiros una habitación cerrada. Con cada nueva masacre, más escuelas y empresas, incluso en partes del país que apoyan un control de armas más estricto, están tomando medidas para reforzar la seguridad de sus edificios y capacitar a su personal. En una encuesta realizada en más de mil escuelas públicas el año pasado por el Centro Nacional de Estadísticas Educativas, un órgano investigativo del Departamento de Educación, la mayoría afirmó estar tomando algunas medidas, como instalar cerraduras especiales en las puertas, para defenderse de los posibles atacantes. A medida que crece la amenaza de la violencia, también lo hace la industria que ofrece los medios para detenerla. Una industria se reúne para mostrar sus productos. Una medida de cómo los tiroteos en las escuelas se han ido normalizando, es el hecho de que la industria celebre una conferencia anual: tuvieron un encuentro el verano pasado en Orlando, Florida, del mismo modo que lo hicieron los productores lácteos, los administradores de campos de golf y los abogados fiscales en el último año. En el Omni Orlando Resort, la Conferencia Nacional de Seguridad Escolar atrajo a docenas de empresas que vendían una amplia gama de productos, desde dispositivos de bloqueo para puertas de aulas hasta una serie de mesas “balísticas” diseñadas para ser usadas como escudos. Entre los participantes se encontraron agentes de la ley y educadores. La mayoría de los proveedores eran pequeños operadores, pero hubo algunas empresas más grandes como Navigate360 y Raptor Technologies, cuya aplicación de seguridad fue utilizada por el Distrito Escolar de Uvalde para alertar a los empleados de la presencia del atacante en la escuela primaria. Pero incluso después de que un empleado de la escuela de Uvalde usara la aplicación, el atacante pudo ingresar a las aulas y causar una masacre mientras la policía esperaba afuera para confrontarlo, lo que causó más muertes. El fracaso de la respuesta policial en Uvalde estuvo muy presente en la conferencia porque muchas de las tecnologías y los productos en la exhibición estaban diseñados para ganar tiempo antes de la llegada de la policía. Si la policía no toma medidas al llegar, muchos de los productos, al final, no son de ayuda. ‘Intentando cambiar el modo en que vive la gente’. Algunos dueños de negocios en la industria de defensa contra atacantes armados afirman que no solo están vendiendo productos, sino que también están preparando a las personas para que se defiendan. Uno de ellos es Ken Alexandrow, un exoficial de policía de Tennessee que dirige Agape Tactical, una empresa que le ha enseñado técnicas para defenderse contra un tirador a enfermeras, maestros y personal de iglesias. Sus sesiones básicas cuestan 1000 dólares. “Estamos intentando cambiar el modo en que vive la gente en la sociedad”, afirmó Alexandrow durante el desayuno mientras visitaba Nueva York para hablar sobre sus clases con una empresa que proporciona guardias de seguridad desarmados a las empresas. “Queremos que la gente sea responsable de sí misma y dejen de consentirle la seguridad a otra persona”. Alexandrow afirmó que muchas empresas de capacitación se centran en enseñarle a las personas a huir o esconderse de un atacante, pero que enfrentar la violencia con violencia también era efectivo. “Luchar funciona”, aseguró. Alexandrow comenzó capacitando a empleados y guardias de seguridad voluntarios en iglesias de todo el sur. Estos estudiantes tendían a ser hombres mayores familiarizados con las armas de fuego. Más recientemente, Alexandrow se ha diversificado hacia la industria del cuidado de la salud y las guarderías. En su computadora portátil, Alexandrow reprodujo un video que mostraba a trabajadores de una guardería que se abalanzaban sobre él y lo golpeaban mientras caminaba dentro de un edificio con un traje acolchado rojo y un rifle falso. Alexandrow también ha entrenado a las personas para que sepan cómo “clavarle” un bolígrafo, un lápiz o un juego de llaves en los ojos (y hasta el cerebro) de un atacante. “Si se muestran aprensivos, les decimos: ‘Piensen en lo que el atacante quiere hacerles’”, afirmó. No se sabe con certeza cuántas personas han logrado detener a un atacante tras tomar una clase, pero en algunos casos, luchar contra un tirador puede reducir la cantidad de heridos y muertos. A dos hombres se les atribuye haber detenido al atacante en el Club Q en Colorado Springs, Colorado, en noviembre, tras desarmarlo y patearlo en la cara. Cinco personas murieron y 18 resultaron heridas, y la policía declaró que la cifra de muertos podría haber sido mayor de no haber sido por las acciones de los dos hombres, uno de ellos un veterano del Ejército y el otro un suboficial de la Marina. En enero, un hombre en Alhambra, California, desarmó a un atacante que había matado a 10 personas en un salón de baile cercano y le impidió ingresar a otro salón de baile, donde al parecer iba dispuesto a asesinar a más personas. Pero Johnson, el profesor de la Universidad Johns Hopkins, afirmó que, si bien la enseñanza de habilidades de defensa personal era importante, la atención debía centrarse en evitar que las armas caigan en las manos equivocadas. “Es ingenuo creer que el hecho de que un maestro escale la situación al confrontar al atacante no tendrá consecuencias no deseadas”, afirmó. “Es por eso que necesitamos una reforma integral del control de armas para evitar que estas entren a las escuelas”. Un cliente regular: educadores. Muchos de los ejecutivos de la industria de defensa contra tiradores activos que fueron entrevistados para este artículo afirmaron que no apoyaban que se impusieran mayores restricciones a las armas. Czyz, el dueño de la compañía de vidrio protector en Syracuse, opinó que el debate sobre las armas “ha cegado” a muchas escuelas y empresas a que pasen por alto algunas medidas prácticas que podrían tomar, mientras que los problemas más generales siguen estancados en la política. “¿Deberíamos comenzar a abordar leyes de control de armas y la salud mental? Sip”, afirmó Czyz, quien fue detective de homicidios. “Pero hemos tenido la misma estúpida discusión desde lo de Columbine en 1999”. Keegan, el superintendente asociado en North Syracuse, piensa que debería haber restricciones más estrictas al acceso a las armas, pero que el tema se sentía lejano a su realidad diaria. “Sin duda queremos mayores niveles de control de armas, pero no deberíamos quedarnos de brazos cruzados esperando a que eso se dé”, afirmó. Aun así, cada año, sus escuelas están agregando medidas de seguridad más fuertes. Este otoño, por ejemplo, North Syracuse comenzó a desplegar oficiales armados en sus escuelas primarias, además de sus bachilleratos. El distrito escolar aprobó recientemente alrededor de 30 millones de dólares para mejorar la seguridad y protección de sus edificios. Keegan está considerando comprar más vidrios especiales de Czyz. Constantemente le ofrecen nuevos productos. “A cada rato nos llegan personas que intentan vendernos algo”, afirmó. “Mi correo electrónico se llena todos los días de ofertas de ese tipo”. Jamileth |
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