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El dominio del rey Muerte


2023-03-22

Fuente: Watchtower | JW,org

“No obstante, la muerte rigió como rey desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado a la manera de la transgresión de Adán, el cual se asemeja al que había de venir.”—Rom. 5:14, NM.

1. ¿Qué evidencia hay del dominio de la muerte, y cuándo empezó su dominio?

Dondequiera que usted mire a través de lo largo y lo ancho de esta tierra hermosa, sobre cimas y en los valles, en todas partes donde usted vea algunas señales de vida usted también verá monumentos a la muerte. En la cercanía de cada ciudad, pueblo y aldea, a lo largo de hermosos caminos campestres, su mirada fija le mostrará de quizás unas cuantas a cientos de lápidas memorialescas, cruces o piedras sepulcrales dando testimonio al hecho de que la muerte gobierna como rey. Pero además de éstos hay miles de muertos de los cuales no se tiene número ni memoria que no tienen marcas o estatuas identificando el lugar donde yacen. Ese lugar tal vez haya sido un campo de batalla, un desierto, un campo de nieve o las extensiones aparentemente infinitas del mar. Aquellos que los conocieron ya no están aquí para decirnos los lugares. El sepulcro verdaderamente es una de las tres cosas que nunca se satisfacen. (Pro. 30:15, 16) Pero considere también la aparentemente ilimitada duración del dominio de este soberano. Todos nuestros antepasados reconocieron su reinado. Sí, podemos remontarnos hasta el primer hombre y la primera mujer y encontrar que en su día el dominio de este gobierno real de mala acogida fué reconocido, y allí tuvo su comienzo.

2. ¿Cuál es el propósito de Jehová tocante al hombre y la tierra?

Sin embargo, no era el propósito del Creador que la muerte pasara arrasando por toda la tierra y constantemente agregara a sus pillajes. Él no se complace en la muerte, sino que hasta prefiere que los inicuos se vuelvan de su camino y vivan. (Eze. 18:32; 33:11) Las lágrimas, los pesares, los hogares arruinados, que fueron producidos por la enfermedad, la plaga, el hambre y la espada, nunca hubieran tenido que acontecer si no hubiera sido por un inicuo conspirador y dos cómplices. Si el mandamiento sabio del Creador se hubiera obedecido y sus hijos terrestres hubieran guardado el amor a Jehová en su corazón, ahora tendríamos un mundo lleno de hombres y mujeres maduros, felices y sanos. Estos hallarían felicidad completa instruyendo a niños igualmente gozosos, y todo sin un indicio de pecado, tristeza, sufrimiento, muerte e imperfección. ¿Cómo sabemos esto? El libro más antiguo y más digno de confianza del mundo, la Santa Biblia, revela que ése fué el propósito del Creador. Este declara: “De manera que creó Dios al hombre a su imagen, a la imagen de Dios le creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios; y les dijo Dios: Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sojuzgadla; y tened dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo, y sobre todos los animales que se mueven sobre la, tierra.” (Gén. 1:27, 28) Él se propone que la tierra esté poblada permanentemente. “Porque así dice Jehová, Creador de los cielos (él solo es Dios), el que formó la tierra y la hizo, el cual la estableció; (no en vano la creó, sino que para ser habitada la formó): ¡Yo soy Jehová y no hay otro Dios!” (Isa. 45:18) Su propósito se efectuará.—Isa. 66:1; 60:13; 11:9.

3. ¿Quién es responsable del dominio de la muerte, y cuál fué su ambición?

Pero ¿quién causó el cambio de la condición perfectamente ideal al caos infeliz en que el mundo está hoy?, quizás pregunte usted. El inicuo conspirador que lo empezó todo, Satanás el Diablo, no previó las consecuencias totales y finales de sus actos injustos. Él se determinó a satisfacer una ambición ilícita y egoísta y demostrar a otros lo que podía efectuar. Esa ambición lo ha consumido como lo hace una codicia intensa y lo ha cambiado de una criatura originalmente perfecta a una criatura a quien no le importa el sufrimiento y la desdicha producidos por la satisfacción de su deseo. Llegó el tiempo cuando decidió que en vez de representar lealmente a su Creador y usar su oficio exaltado para conducir a las criaturas terrestres bajo su cargo a rendir obediencia y adoración debida a Jehová él las dirigiría a que rindieran dicho homenaje a él mismo. Su presunción y sabiduría corrompida lo hizo razonar que su belleza personal, el don de su Creador, merecía dicho reconocimiento. Deseando con vehemencia admiración y adoración, él juró que llegaría a ser semejante al Altísimo.—Eze. 28:14-17.

4. ¿Qué pasos dió el Diablo para efectuar su propósito, y qué hizo ceder a Eva?

Para lograr su fin Satanás ahora estaba dispuesto a hacerse un calumniador, un engañador, un opositor a Jehová y un devorador, como lo identifican los nombres Diablo, Serpiente, Satanás y Dragón. Usando toda la sutileza de su puesto exaltado y comunicando su mensaje por medio de la serpiente visible, aseguró a la primera mujer que por seguir la sugestión de él ella tendría algo mucho mayor que lo que un Dios no digno de confianza le había dado a ella. El que ella se haya escandalizado por la sugestión original de desconfianza en su Padre celestial, o no, no tiene importancia y el registro no lo declara.

El que ella cedió a la seducción del premio y transgredió es lo importante. Santiago escribió: “Pero cada uno es probado por medio de ser atraído e inducido por su propio deseo. Luego el deseo, cuando se ha hecho fértil, da a luz el pecado; en seguida, el pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte.” (Sant. 1:14, 15, NM) Es evidente que Eva no consideró plenamente el asunto en cuanto a la confiabilidad de la autoridad que hacía la promesa, ni consultó con Adán, su cabeza, sobre el asunto. En esto ella demostró falta de amor. Encantada con la perspectiva de lo que iba a ganar, decidió apoderarse de lo prohibido y luego ayudar a su esposo a obtenerlo también.

5. (a) ¿A qué punto en cuestión fué forzado a enfrentarse Adán con eso, y qué le hizo decidir mal? (b) ¿Qué efectuó el conspirador con desviar a Adán y Eva?

Habiendo tenido buen éxito con Eva, el adversario artero ahora la usó de instrumento suyo para quebrantar la integridad de Adán. Ella era hueso de sus huesos y carne de su carne. Cuando ella invitó a Adán a comer, muy probablemente él se dió cuenta de lo que serían las consecuencias cabales de la acción desobediente de ella. Él no fué engañado. ¿Cómo obraría su Creador? ¿Perdería él inmediatamente su único compañerismo humano? ¿Por qué lo había ella forzado a hacerle frente a este punto en cuestión? El ceder a ella significaba desobediencia a su Dios. Era una selección entre el amor y el deber a Jehová y el cariño y atracción a su compañera; selección entre el Creador y la criatura, entre el gobernar su vida por principio, según los atributos deiformes con que había sido dotado, por una parte, y la pasión, la fuerte influencia de la emoción humana, por otra parte. Adán también careció de amor verdadero a su Creador y decidió mal. Sin gratitud y agradecimiento a Dios, la primera pareja humana llegó a ser cómplice del gran conspirador. Satanás había tenido buen éxito en traerle reproche a Jehová, cuya gloria está por encima de la tierra y los cielos. El Diablo reemplazó la verdad con falsedad y destruyó la adoración pura y recta en la tierra. Jesús dió este testimonio acerca de él: “Ese era un asesino cuando principió, y no permaneció firme en la verdad, porque la verdad no está en él. Cuando habla la mentira, él habla de acuerdo con su propia disposición, porque él es un mentiroso y el padre de la mentira.”—Juan 8:44, NM.

6. (a) ¿Qué calumnia a Jehová estuvo implícita en la mentira de Satanás? (b) ¿Cómo deberían haber respondido Adán y Eva? ¿Cómo respondieron, y por qué?

Ahora considere por un momento la táctica empleada por el Diablo desde el mismo principio. Al esparcir su informe mentiroso: ‘De seguro que no morirán,’ él plantó duda, desconfianza e incredulidad en las primeras mentes humanas, y con ello arrastró el nombre de Jehová, nombre incomparable, ilustre y digno de alabanza, al nivel del de un estafador y explotador. Acusó a Dios de ser un engañador deliberado, interesado en mantener al hombre como un oprimido, y, por esa razón, de ser enteramente indigno de confianza. En todo esto manifestó lo que él mismo había llegado a ser. ¿Se resintieron por dichas acusaciones falsas los hijos humanos de su Padre celestial, rodeados de tantas expresiones de su amor, bondad y cuidado? ¿Exclamaron: ‘Culebra engañosa, usted no puede llamar eso a mi Padre’? El registro no da lugar a que pensemos eso. La obra del engañador fué hecha tan mañosamente y la llamada a los intereses personales de ellos fué tan fuerte que olvidaron a su mejor amigo y le volvieron la espalda. Sin ninguna base para dudar de Jehová en lo más mínimo, fallaron en mostrar la fe requerida para agradar a Dios. Habiéndoseles sugerido un proceder que les ofrecía libertad y licencia irrestringidas, se precipitaron por su propia cuenta, y empezaron a hacer de ellos mismos imitaciones de su amo. Por escoger el proceder de un transgresor, la muerte llegó a ser su rey. Ha sido un gobernante opresivo e implacable, y, no importa cuánto trate el hombre, no puede quebrantar el poder de la muerte.

7. ¿Qué decisión tenemos que hacer individualmente? ¿por qué? ¿y teniendo presente qué fines?

Pero usted y yo también tenemos que escoger entre la lealtad a Jehová por una parte y sumisión al archienemigo Satanás el Diablo por otra parte. Por nuestro proceder apoyamos a uno o al otro de estos dos amos. Esto es a causa de que tenemos libertad de voluntad. El obedecer a Jehová significa vida, el ceder a su enemigo significa muerte al fin. Tenemos que guardarnos de ceder a la tentación para complacer a nuestra carne, y tenemos que estar alerta contra el ser hechos instrumentos del adversario para entrampar a otros. El apóstol Pablo amonestó: “Porque si viven según la carne de seguro morirán; pero si por el espíritu hacen morir las prácticas del cuerpo, vivirán.”—Rom. 8:13; Gál. 5:16, 17; Rom. 8:5-8, NM.

8. Apartado de la bondad amorosa de Jehová, ¿cómo han decaído los años del hombre?

Observe ahora los años decadentes del hombre, el resultado de apartarse él de la bondad inmerecida de Dios. Morando en la tierra donde la muerte arroja su sombra ni Adán ni ninguno de su prole vivió un día completo de mil años. La longevidad gradualmente disminuyó con varias caídas repentinas en la vida de los hombres. Después de las primeras diez generaciones desde Adán hasta Noé nadie alcanzó una edad de novecientos años. Sem, que siguió a Noé, sólo vivió hasta los seiscientos años. Las tres generaciones subsiguientes llegaron a una edad entre los cuatrocientos y los quinientos años. Luego siguió otra caída repentina, porque dentro de cinco generaciones la duración de la vida fué cortada a la mitad. Las cuatro generaciones que siguieron, llegando hasta José, el hijo de Jacob, trajeron la máxima expectativa de vida del hombre cerca de la marca de sólo cien años. (Génesis, capítulos 5, 7 y 11) La muerte gobernó como rey desde Adán hasta Moisés y la chispa de vida decadente del hombre era semejante a una neblina que aparece por un breve tiempo. El gran conspirador tenía la habilidad de traer la plaga de la muerte por medio de la transgresión, pero no tenía el poder de la vida, porque sólo en la mano de Jehová se halla el aliento o el poder de vida de toda la humanidad.—Sant. 4:14, NM; Job 12:10.

9. ¿Qué manifiesta que los años de los patriarcas eran tan largos como los nuestros hoy?

Es erróneo decir que los años de los patriarcas no fueron tan largos como los nuestros, que posiblemente fueron tan breves como nuestros meses, porque Dios específicamente había dado al hombre luces en el firmamento para designar días y años. Aunque sus períodos anuales no se calculaban hasta la fracción del día, no había manera de que se confundieran las estaciones del año, dado que Jehová había dicho: “Mientras dure la tierra, siembra y siega, frío y calor, verano e invierno, y día y noche nunca cesarán de ser.”—Gén. 1:14; 8:22.

CONDICIÓN DEL HOMBRE EN LA MUERTE

10. ¿Qué diversas teorías antibíblicas hay respecto a la condición de los muertos?

Por seis mil años los hombres han estado muriendo, no obstante, por más raro que parezca, la vasta mayoría no sabe lo que la condición de la muerte realmente es. Los que no tienen la Biblia creen sus teorías personales o sus particulares libros sagrados. Aun los que tienen la Biblia se hallan grandemente confundidos por las tradiciones de los hombres. El concepto religioso general es que la muerte es el ser separado o alejado de Dios. Algunos han dicho que significa el cierre del cielo al alma perdida. Dado que se asume que el alma es inmortal y tiene que vivir para siempre, y dado que una existencia feliz, o el cielo, se le niega, por consecuencia tiene que pasar su eternidad en un estado de miseria. La tradición pagana, la filosofía humana, la literatura y educación del mundo generalmente han seguido estas conclusiones.

11. ¿Cual es el testimonio bíblico tocante a la condición de los muertos?

Para nuestro propio bien, consultemos la Palabra de Dios para la respuesta correcta. Hablando de lo que sucede al momento que el hombre muere, el Salmo 145, versículo cuatro (Scío), dice: “Saldrá su espíritu, y se volverá á su tierra: en aquel día perecerán todos los pensamientos de ellos.” (Vea el Salmo 146:4, Mod.) Seguramente si los pensamientos de uno perecen, entonces todo conocimiento y sentimiento perecen también. Esto se confirma por Eclesiastés 9:5 (BC): “Porque los vivos saben que han de morir, mas los muertos no saben nada y ya no reciben recompensa, pues su recuerdo se ha olvidado.” El profeta Job también describe la condición de la muerte en estas palabras: “Allí los inicuos cesan de molestar, y allí reposan los cansados. Allí los cautivos gozan juntamente de tranquilidad; no oyen más la voz del sobrestante. Los chicos y los grandes están allí; y el siervo es libre de su amo.” (Job 3:17-19) “Pero el hombre muere, y yace postrado; sí, expira el hombre, ¿y dónde está?” (Job 14:10) No hay actividad en la condición de la muerte. “No los muertos deberán alabar a Jehová, ni todos los que bajan al silencio.” “Todo cuanto hallare que hacer tu mano, hazlo con tus fuerzas; porque no hay obra, ni empresa, ni ciencia, ni sabiduría en el sepulcro adonde vas.”—Sal. 115:17; Ecl. 9:10.

12. ¿Qué hechos apoyan lo que la Biblia declara concerniente a la condición de la muerte, y cómo confirma esto el juicio pronunciado contra Adán?

De la evidencia, entonces, podemos ver que la muerte es el fin de la existencia de uno. Es muerte física, y cualquier intento de hacer una distinción entre ella y una llamada muerte espiritual es contrario a las Escrituras. El hombre muere física, mental y espiritualmente todo a una vez. La mente de la persona muerta no puede funcionar, sus ojos no pueden ver, sus oídos no pueden oír, ni sus labios pueden hablar. La muerte para el hombre es lo mismo que es para los animales inferiores. (Ecl. 3:19-21; Sal. 104:29; 145:20) Note cuán claro hizo Dios esto al tiempo cuando se pronunció la primera sentencia de muerte. Dios concluyó su juicio contra Adán con las palabras: “Porque polvo eres, y al polvo tornarás.” (Gén. 3:19) Había de regresar al estado de no existencia del que había venido. No había ninguna parte de la divinidad en el hombre que hubiera de quedar viva.

13. ¿Cómo sabemos que Adán no era inmortal y que el cielo no había de ser su destino?

Además el registro no dice nada acerca de que Adán o su posteridad hayan perdido el cielo. Eso jamás se había prometido a Adán o su posteridad, y el haber alegado que tenía derecho a ello hubiera sido sumamente presuntuoso. “Los cielos, cielos son de Jehová; mas la tierra la ha dado a los hijos de los hombres.” (Sal. 115:16) El mero hecho de que fueron creados no les daba derecho a una vida terrestre incondicional e infinita, mucho menos a una condición espiritual o celestial. Sólo el adversario prometió eso, a saber, que serían semejantes a dioses, y no pudo cumplir su promesa de que el hombre no moriría. Más aún, Dios hizo observar la pena de muerte obrando en conformidad con su palabra: ‘Ahora pues, no sea que extienda la mano, y coma, y viva para siempre.’ Por lo tanto Jehová Dios le despidió del jardín del Edén, y colocó a los querubines, y una espada de fuego, para guardar el camino del árbol de la vida.—Gén. 3:22-24.

14. ¿Cuáles son las alternativas que Dios pone delante de las criaturas?

La vida y la muerte, no la vida con felicidad contra la vida con miseria, son las dos cosas opuestas mencionadas en la Biblia. Esto se demuestra por la declaración de Moisés a los hijos de Israel: “Hoy mismo llamo por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge pues la vida, para que vivas tú y tu simiente.” (Deu. 30:19) Proverbios 8:35, 36 declara: “Porque los que me hallan, hallan la vida, . . . ¡todos los que me odian, aman la muerte!”

15. (a) ¿Qué perdió Adán para sí mismo y su prole? (b) ¿Qué cosa prueba que el tormento eterno no era el propósito que Dios tenía para ninguno de la humanidad caída?

El dominio de la muerte como rey contradice cualquier pretensión de que tormento eterno, o algún futuro de miseria, ha de ser el destino de Adán o de su prole. No fué el tormento eterno el que comenzó a gobernar como rey, o para el cual la humanidad ahora se halla en línea. Lo que Adán perdió para sí mismo y su prole fué el privilegio de cumplir el mandato divino de reproducirse, de multiplicarse, de llenar la tierra y sojuzgarla; perdió el dominio sobre las aves del aire, ganado y peces, y perdió su propia vida. Aunque se le permitió existir por 930 años, esa existencia fué con pesar y fatiga y sin la paz y bendición de Dios. Hemos heredado la imperfección que nos legó nuestro primer padre. La Palabra de Dios dice: “Por medio de un solo hombre el pecado entró al mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.” (Rom. 5:12, NM) Todos estuvieron representados en su antepasado Adán, por medio de su simiente no nacida aún, y representativamente pecaron en él. Por consiguiente no hay hombre justo, ni siquiera uno. Por esta razón, también, ningún descendiente de Adán podía rescatar a su prójimo del dominio de la muerte; porque ¿cómo podría un esclavo libertar a otro? Está escrito: “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su propio rescate.” (Sal. 49:7; Rom. 3:10, NM) En vez de tormento eterno como el salario del pecado, leemos: “Porque el salario que paga el pecado es muerte, pero el don que Dios da es vida eterna por Cristo Jesús nuestro Señor.”—Rom. 6:23, NM.

16. Dé prueba bíblica de que la muerte reina no sólo sobre los cuerpos de los hombres sino también sobre las almas.

El dominio de la muerte no sólo es sobre los cuerpos sino también sobre las almas de los hombres. El alma que peca es la que muere. (Eze. 18:4, 20) Es el alma la que va al sepulcro al efectuarse la muerte y a la que se rescata de allí mediante una resurrección. El Salmo 89:48 declara: “¿Cuál es el hombre que vivirá y no verá la muerte? ¿quién librará su alma del poder del sepulcro? (Pausa.)” El Salmo 49:15 lee: “¡Empero Dios redimirá mi alma del poder de la sepultura; porque me tomará él consigo! (Pausa.)” El Salmo 114:8 (BC) declara: “Pues libró mi alma de muerte, mis ojos de lagrimeo y mis pies de la caída.” (Vea Salmo 116:8, Mod.) Unos cuantos textos adicionales que prueban que el alma puede morir o ser destruída son los siguientes: Sal. 30:3; 78:50; Isa. 55:3; Mat. 10:28; Mar. 14:34; Luc. 2:35 y Apo. 16:3.

EL ALMA HUMANA

17, 18. (a) ¿Qué cosa es el alma? (b) ¿Qué textos bíblicos confutan las enseñanzas falsas respecto a las almas humanas?

¿Qué cosa es, entonces, el alma?, pregunta usted. No es algo intangible o misterioso que nadie jamás haya visto. Se nos da la definición del alma humana en el Génesis 2:7. “Y Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus narices aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente.” Cada persona es un alma. El aliento o espíritu de vida, por medio del cual Dios animó, hizo vivo o dió vigor, al organismo humano, y el cuerpo del hombre juntos formaron la primera criatura o alma humana viviente. Por consiguiente, también, la existencia sola del hombre igualmente se designa alma. Hubo almas peces, aves y animales sobre la tierra antes de que fuera creado el hombre, como indica la Biblia en el Génesis 1:20, 30.

Desde el comienzo el gran adversario de Dios ha hecho que se enseñe extensamente la falsedad de que el hombre tiene un alma inmortal o a prueba de muerte que no muere. Según esta tradición humana cada hombre tiene sólo un alma, mientras que Éxodo 1:5 dice: “Y todas las almas, las que salieron de los lomos de Jacob, fueron setenta almas.” ¿Cómo pudieron salir setenta almas de los lomos de Jacob cuando la tradición enseña que Dios dió a cada cuerpo una sola alma al nacer? Manifiestamente la palabra alma se refiere a los setenta descendientes vivos de Jacob y nada más. Según Levítico 5:1, 2 (Scío), las almas pueden oír, ver, hablar, pecar y tocar. ¿Es posible que alguien halle demasiado difícil entender lo que las almas mencionadas aquí tienen que ser, dado que humanos vivientes son los únicos que podrían hacer todas estas cosas? Entonces ya no sigamos las erradas tradiciones de los hombres que reprochan a Dios y conducen a la muerte, cuando es tan fácil aprender la verdad que conduce a la vida.

19. ¿Cómo es posible que tantos estén equivocados respecto al alma y el estado de los muertos?

Sin embargo, algunos podrán pensar: Millones de personas no pueden estar equivocadas, ¿no es verdad? De nuevo vayamos a las Escrituras para obtener nuestra respuesta. Estas manifiestan que Satanás ha engañado o seducido a todo el mundo. En el capítulo doce del Apocalipsis se habla de Miguel guerreando en contra del Dragón y sus ángeles. El versículo nueve dice: “Y fué precipitado el dragón grande, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el que seduce todo el mundo.” (BC) El apóstol Juan escribió: “Nosotros sabemos que originamos con Dios, pero el mundo entero está yaciendo en el poder del inicuo.” (1 Juan 5:19, NM) El profeta Jeremías previó cómo las personas de buena voluntad reconocerían que habían estado siguiendo el error y huirían a la organización de Jehová para obtener refugio, cuando escribió: “¡Oh Jehová, fuerza mía y mi fortaleza, mi refugio también en el día de adversidad! a ti vendrán las naciones desde los extremos de la tierra, y te dirán: Ciertamente nuestros padres no heredaron más que mentiras, vanidad y cosas en que no hay provecho.”—Jer. 16:19.

20. ¿Cómo prueba el asunto de la resurrección lo que es la condición de los muertos?

Pero ¿qué hay si no hubiera resurrección de los muertos? Según la tradición de los hombres las almas separadas del cuerpo participarían del terrible destino de permanecer separadas del cuerpo eternamente. Pero según el argumento lógico del apóstol Pablo todos los que han muerto habrían perecido. (1 Cor. 15:18, NM) El apóstol Pablo no tuvo dudas respecto a la resurrección, sino que con denuedo la expuso y la enseñó. Evitó las fábulas e interpretaciones privadas. No formuló definiciones privadas como algunos, diciendo: “El salario del pecado es la muerte—una muerte que jamás muere,” porque eso es manejar la Palabra de Dios engañosamente. Él no alegó que “destruir” no significa “destruir” sino que significa “preservar vivo en tormento,” porque eso sería tergiversar las Escrituras para la propia destrucción de uno. (Sal. 145:20) Pablo dejó que Dios fuera veraz aunque eso hiciera a todo hombre mentiroso.

21, 22. (a) Qué dos clases se han estado manifestando, y cuál es la esperanza de los que ejercen fe? (b) ¿Cómo es posible armonizar los textos aparentemente contradictorios?

Mientras la muerte estaba gobernando como rey, dos clases de personas se estaban manifestando. Una tenía fe en la promesa de Dios de que la simiente de la mujer quebraría la cabeza de la serpiente al debido tiempo. Los de esta clase trataron de agradar a Jehová. La otra clase, semejante a la primera pareja humana, estaba resuelta a hacer su propia voluntad, y llegó a ser perseguidora de la clase piadosa. No pasó mucho tiempo antes de que el espíritu del originador de la muerte diera fruto y Caín matara a su hermano Abel. A todos los que fueron perseguidos de la misma manera, Jehová les aseguró, no que irían inmediatamente al cielo, sino que participarían de la resurrección de los muertos. Miles de años después la esperanza de la resurrección todavía era la esperanza de los hombres piadosos, como Jesús lo manifestó cuando le dijo a Nicodemo que hasta ese tiempo ‘ningún hombre había ascendido al cielo sino aquel que descendió del cielo, el Hijo del hombre.’ (Juan 3:13, NM) En la visión apocalíptica escrita sesenta y seis años después del principio del ministerio de Jesús el apóstol Juan vió las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por causa de la obra de testificación que tuvieron antes, y todavía no estaban en el cielo. Él escribió: “Y gritaron con voz fuerte, diciendo: ‘¿Hasta cuándo, Soberano Señor santo y verdadero, te estás absteniendo de juzgar y vengar nuestra sangre en los que moran sobre la tierra?’” (Apo. 6:10, NM) La recompensa final no se les da hasta el juicio que comenzó en 1918.—Apo. 11:18.

22 Los textos que parecen contradecir estas conclusiones prestamente pueden ser armonizados.

La aparición de Moisés y Elías sobre el monte de la transfiguración no fué una realidad física, dado que Jesús dijo a los discípulos: “No cuenten la visión a nadie hasta que el Hijo del hombre sea levantado de entre los muertos.” (Mat. 17:9, NM) El que fuera llevado Enoc y arrebatado Elías significó el fin de su ministerio y su muerte, pero no el cumplimiento de la promesa de Dios para ellos, como se manifiesta por Hebreos 11:39 (NM). “No obstante todos éstos, aunque se les dió un buen testimonio por causa de su fe, no recibieron el cumplimiento de la promesa.” En vez de ir a un cielo literal aquellos hombres fieles de tiempos antiguos previeron el tiempo cuando el Todopoderoso Dios, quien reside en los cielos, establecería su gobierno y autoridad aquí sobre la tierra.

23 ¿Qué clase de gobierno y dominio esperaron Abrahán y otros hombres fieles?

Abrahán y otros hombres fieles esperaron una ciudad o gobierno que vendría, cuyo edificador y hacedor sería Dios. Puesto que tendría origen celestial, el apóstol Pablo la llama una ciudad celestial. (Heb. 11: 8-10, 13-16) Esperaron participar de sus bendiciones por medio de la resurrección y por lo tanto públicamente declararon que eran extranjeros y residentes temporáneos en la tierra. Ellos saludaron ese reino en el cual la voluntad de Dios se hará sobre la tierra como se hace en el cielo, en el cual el provecho de la tierra será para todos, y la tierra estará llena del conocimiento de la gloria de Jehová como las aguas cubren el mar. (Ecl. 5:9; Hab. 2:14) En ese entonces la muerte ya no poseerá y ejercerá poder y autoridad supremos sobre la humanidad. Ya no será rey. Por mil años Cristo y su novia gobernarán el nuevo mundo y Satanás estará atado.

24. ¿Qué efecto debe tener sobre nosotros este conocimiento?

¡Cómo debe el conocimiento de la verdad soltarnos la lengua en gratitud y agradecimiento por la liberación que Jehová nos ha traído de los grillos de la ignorancia y la superstición! ¡Cómo debe hacernos querer informar a millones de personas, de modo que ellas también puedan ser libradas del cautiverio de Satanás! Jesús dijo a sus discípulos que lo que oyeran al oído debían proclamarlo desde los tejados. ¿Qué más podríamos hacer nosotros, quienes en un tiempo fuimos esclavos del pecado y la muerte pero ahora somos libres? Digan a los presos: ¡Salgan, adoren a Jehová en la hermosura de la santidad!



JMRS


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