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Copa Mundial Femenina de la FIFA: ¿Qué pasará si hay protestas?


2023-04-24

Por | Tariq Panja

En el Mundial pasado, la FIFA acalló una protesta. Este año puede enfrentar otra

La FIFA amenazó con suspender a los capitanes masculinos si participaban en una campaña de justicia social en Catar. ¿Habrá las mismas normas en la Copa Mundial Femenina?

Tan solo cuatro meses después de permitir que una disputa pública sobre los brazaletes con los colores del arcoíris eclipsara el inicio de la Copa del Mundo en Catar, el órgano rector del futbol mundial enfrenta cuestionamientos similares sobre si las jugadoras podrán expresar su apoyo a los derechos de las personas homosexuales en la Copa Mundial Femenina de este año.

Todos los involucrados en este conflicto están de acuerdo en que eso no debería volver a ocurrir.

Puesto que su reputación se vio afectada por las intensas reacciones públicas e internas en noviembre, cuando los líderes del futbol silenciaron un plan para portar brazaletes que promovían una campaña de justicia social y amenazaron con suspender a los jugadores que participaran en eso, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, declaró en marzo que la organización había aprendido lecciones de los acontecimientos sucedidos en Catar. Para evitar un nuevo enfrentamiento con algunas de las mejores jugadoras del mundo en su propio campeonato, Infantino prometió que se encontraría una solución antes de la inauguración de la Copa Mundial Femenina en Australia y Nueva Zelanda el 20 de julio.

A pesar de que ofrecía esas garantías, la FIFA ya había encontrado una nueva manera de hacer enojar tanto a sus jugadoras como a sus socios.

Sin consultar a los organizadores en Australia o Nueva Zelanda, prácticamente había aceptado un acuerdo de patrocinio que habría convertido a Arabia Saudita, a través de su marca de turismo Visit Saudi, en patrocinador principal del torneo femenino. La colaboración hubiera causado que decenas de jugadoras homosexuales ingresaran a la cancha para jugar partidos en estadios que anunciarían viajes a un país que no reconoce las relaciones entre personas del mismo sexo y donde la homosexualidad sigue siendo considerada un delito.

Fue solo tras semanas de silencio, conversaciones de crisis tras bambalinas y rechazo público de parte de funcionarios en ambos países sede que la FIFA confirmó que no habría acuerdo. Infantino desestimó toda la controversia al respecto como una “tormenta en un vaso de agua”. Pero para otros fue mucho más que eso.

“Cuando estás en posiciones de liderazgo”, declaró James Johnson, director ejecutivo de Football Australia, el órgano rector del futbol en ese país, “debes tener una postura en temas que son importantes para ti”.

Y agregó: “Esto nos tomó por sorpresa. Era algo sobre lo que habíamos hablado con nuestras jugadoras, nuestros gobiernos, nuestros socios. Además, teníamos una buena idea de la sensación general en la comunidad australiana de que este trato no concordaba con cómo pensamos que se desarrollaría el torneo. Así que decidimos, en conjunto con Nueva Zelanda, que en esta ocasión nos mantendríamos firmes”.

El directivo mencionó que las jugadoras de Australia estaban particularmente frustradas con la proposición del patrocinio saudita, a tal grado que la situación ha fortalecido en el equipo la idea de que el torneo debe ser utilizado como una plataforma para promover los valores que defienden. Al menos una jugadora australiana dijo que la decisión de la FIFA de llevar la Copa Mundial a Catar y su voluntad de inclinarse ante las actitudes locales ha sido aleccionadora.

“Pienso que la última Copa del Mundo, la masculina, fue un gran ejemplo de lo que está ocurriendo en el mundo y qué tanto todavía está mal”, comentó Emily Gielnik, una delantera que ha sido miembro del equipo femenino de Australia durante más de una década.

“Además, pienso en que había algunos equipos que intentaban representar eso y, obvio, jugar la Copa del Mundo en ese país fue muy controversial, por muchas razones. Esperamos poder personificar y transmitir eso y estar orgullosas de quiénes somos como personas”.

Varias federaciones que llevan equipos al torneo, incluyendo las de Inglaterra y los Países Bajos (dos de los países que habían tenido el mayor desacuerdo con la FIFA por los brazaletes en Catar) pero también potencias destacadas como Estados Unidos y Alemania, tienen antecedentes de apoyar a sus jugadoras y las causas que son importantes para ellas.

Aunque no se han hecho públicos otros planes de protestas similares, es posible que las jugadoras femeninas sean menos propensas que sus colegas masculinos a dar un paso atrás en caso de que la FIFA intente acallar sus mensajes como sucedió en Catar. Los equipos que viajarán a Australia y Nueva Zelanda incluyen a algunas de las atletas más destacadas del mundo, muchas de las cuales se sienten cómodas diciendo qué piensan sobre Arabia Saudita o cualquier otro tema y se sienten motivadas por hechos recientes en luchas tan diversas como la paridad salarial y el diseño de los uniformes.

El fútbol femenino, dijo Gielnik, está más adelantado que el masculino en lo que se refiere a hablar libremente sobre temas sociales, y predijo que los equipos y las jugadoras no rehuirán aprovechar la plataforma que ofrece el Mundial.

“Creo que algunas cosas serán controvertidas”, afirmó Gielnik, una de las jugadoras homosexuales del equipo de las Matildas. “Depende del camino que tomemos y del que tomen otros países”.

Para la FIFA, retirarse del acuerdo con Visit Saudi no fue fácil. Los funcionarios sauditas estaban frustrados por perder el trato, que forma parte de un conjunto de patrocinios que Arabia Saudita había acordado con la FIFA para promover al reino. Visit Saudi había sido agregado con discreción al grupo de patrocinadores de la Copa del Mundo en Catar el año pasado y después, a la Copa Mundial de Clubes en enero en Marruecos.

Claramente frustrado por tener que cambiar los planes y decepcionar a Arabia Saudita, que ha demostrado proveer un respaldo clave para sus propios intereses, Infantino reprendió a los críticos de la FIFA por la presión para cancelar el acuerdo con Visit Saudi para su prestigioso campeonato femenino. Infantino señaló que Australia conserva vínculos económicos vigentes con el reino.

Y afirmó: “Hay un doble estándar que en realidad no entiendo. No hay conflicto. No hay contrato. Pero por supuesto que queremos ver cómo podemos involucrar a los patrocinadores sauditas y a los de Catar en el futbol femenino en general”.

Johnson, el ejecutivo del fútbol australiano, y otras personas respondieron que las actitudes sobre la homosexualidad eran solo una parte del problema. En un evento reciente organizado por la Alta Comisión de Australia en Londres para conmemorar los 100 días que faltan para el inicio del Mundial, los funcionarios hablaron sobre cómo el torneo también serviría de escaparate para promover el turismo en ambos países anfitriones, lo que subrayó otra razón por la que el acuerdo planeado por la FIFA para destacar el turismo saudí había causado tanta angustia.

“Podría haber sido ‘Visite Finlandia’ y aun así habría sido un problema”, afirmó Johnson.
 



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