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El relato que retrató la humanidad del penal de mujeres más grande de Perú


2023-05-04

 

Lima, 4 may (EFE).- Pese a que las cárceles están explotadas en el cine y series como escenario de aventuras, rara vez se adentra en cómo impacta la falta de afectividad de los presos como parte de su pena. Para remediarlo, el autor peruano Marco Avilés escribió "Día de visita", una obra recién reeditada en la que retrató la humanidad de las reclusas y que hojea en busca de recuerdos.

El escritor recorre los muros acabados en espirales de púas, portavoces de que en el interior se esconde una cárcel, el penal limeño de mujeres de Chorrillos, al que acudió cada sábado durante un año para sumergirse en la vida de las presas, un diario de testimonios que dio lugar a "Día de visita" (Planeta).

"La opinión pública no se ocupa de lo que puede causar la abstinencia sexual y afectiva (a las presas). Esa es una de las cosas que me asombraron en el penal, que es un lugar concentrado en evitar que la personas no tengan relaciones como parte del castigo", relata Avilés (1978).

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La idea original del libro era ilustrar a las mujeres que trasladaban droga en su interior, las "mulas" o "burriers" y que llenaron el penal en la primera década de de 2000, pero al comenzar sus visitas a esta cárcel, se dio cuenta de que había aspectos más sutiles y menos retratados, como es el efecto que tenían en las presas la falta de relaciones afectivas y sexuales.

"Me contaban que desarrollaban pesadillas y la violencia a la que estaban sometidas se expresaba mucho en sus sueños, de los que hablaban mucho y eran brutales", relata.

El autor menciona que en la cárcel se respira tristeza y melancolía, mezclada con un fuerte control y una represión que califica de "maquiavélica", al querer prohibir que las presas pudieran tener intimidad.

"Muchas presas se enamoraban entre ellas (y) se daban cuenta acá de que eran homosexuales, pero había una vigilancia obsesiva, se prohibía que se besaran", dice al añadir que escuchó muchas historias de mujeres castigadas en el calabozo cuando las descubrían dándose un beso.

Explica que la privación de la libertad es común en cárceles masculinas y femeninas, pero en el caso de los presos, ellos pueden concertar visitas para mantener relaciones sexuales, no solo con sus esposas y novias, sino también con prostitutas. Algo mucho más difícil o impensable en el caso de las reclusas.

VIOLENCIA EN EL PENAL

Ahora, al releer su libro, el escritor cuenta que le ha sorprendido la cantidad de veces que se repite la palabra violación.

"Hay una violencia masculina muy fuerte en las historias de mujeres", indica.

Se refiere a las agresiones sexuales que la mayoría de reclusas sufrió antes de convertirse en presas, pero también que muchas de las "burriers" eran la parte más débil de la cadena de distribución de droga, pues en bandas mayormente masculinas, eran ellas quienes acaban con el mayor riesgo al transportarla.

La obra contiene 15 conversaciones con reclusas que repasan los delitos que cometieron y por qué lo hicieron, o por qué se consideran inocentes. También relatos de mujeres que se enamoraron de presas y las que esperan desesperadas conocer a un novio en los días de visita.

Admite que el machismo con el que los medios trataban a las presas hace años con desfiles en los que las mostraban como "trozos de carne" ha disminuido, pero el hacinamiento, racismo y homofobia que estas siguen sufriendo a día de hoy hace que "Día de visita", pese haber cumplido 16 años, sea atemporal.

¿PARA QUÉ SIRVE LA CÁRCEL?

Avilés se preguntó en el prólogo de la novela para qué sirven las cárceles y reconoce que todavía no tiene respuesta.

"No sé para qué sirven, porque, ¿de verdad hay una necesidad de quien ha cometido un delito pague y reflexione?, Pero en la cárcel no se reflexiona, lo que hace la gente es sufrir", considera.

Cuenta que tras su experiencia, ha sido testigo de cómo estas salen con la idea no volver a cometer delitos, pero muchas marchan de prisión "totalmente rotas y destruidas", a veces disfuncionales no solo para la sociedad, sino incluso para su propia familia.

Se acuerda de una reclusa a la que entrevistó hace casi 20 años que sigue en el penal y que ha desarrollado graves problemas psiquiátricos dentro, y se pregunta cómo será su vida fuera y qué papel podrá adoptar.

"La sociedad no está dispuesta necesariamente a tener esta conversación", dice en referencia a la función de la cárcel, y que al contrario, parece que hay una mayor presencia de armas, aumento de penas y de brutalidad en crímenes, una falta de humanidad que él sí encontró en el penal de Chorrillos.

 



aranza


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