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«Vosotros sois la luz del mundo»
Evangelio, Mateo 5,13-16 «Brille así vuestra luz delante de los hombres» En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos». Reflexión Papa Francisco «Que vean vuestras buenas obras y glorifiquen Los cristianos son como todos los demás hombre y mujeres de nuestro tiempo se cansan, tienen hijos, se divierten, viajan, tratan a los demás como quieren que los traten, pero claramente no se puede reducir a toda la vida del cristiano, es aún más. Este “más” es su fe que aun siendo pequeña puede hacer obras grandes porque es Dios el que obra a través de nosotros, así como una comida sin sal o con demasiada sal se arruina por lo que esos pequeños granos de verdad hacen la diferencia. Pidámosle al Señor que cada día nos haga crecer más porque sin su ayuda no somos capaces de vivir el reto de la fe en este mundo actual. La imagen de “ser sal de la tierra” me hizo pensar en una de las formas en las que se obtiene la sal, es dejar que el agua salada se evapore y así dejé la sal, es una buena imagen para lo que significa ser cristiano que es dejarse transformar por Dios, que nos ayuda a dejar el hombre viejo para que el nuevo salga y así se convierta en una luz para los demás gracias a su ejemplo y la ayuda que da a los demás. La luz se utiliza para iluminar y mostrar el camino, el cristiano como luz demuestra el camino al Padre por lo que tenemos una gran responsabilidad porque si la sal pierde su sabor ¿con qué lo puede recobrar? Lo que hagamos será algo que ayude a los demás o que les escandalice, nuestras acciones pueden influir para bien o para mal en los otros nuestras actividades no son indiferentes, sino que como en una balanza está de un lado o del otro, sube o baja uno de los lados. «Sal para los otros, luz para los otros, porque la sal no se sazona a sí misma, siempre al servicio. La luz no se ilumina a sí misma, siempre al servicio. Sal para los otros, pequeña sal que ayuda en las comidas, pero pequeña. ¿En el supermercado la sal se vende por toneladas? No… En pequeñas bolsitas, es suficiente. Y después, la sal no se vanagloria de sí misma, porque no se sirve a sí misma. Siempre está allí para ayudar a los demás: ayudar a conservar las cosas, a condimentar las cosas. Siempre está el testimonio». JMRS |
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