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Trump visita la Pequeña Habana en busca de solidaridad y votos
Neil Vigdor, Frances Robles | The New York Times Después de su comparecencia del martes, el expresidente Donald Trump visitó la Pequeña Habana, en Miami, en su más reciente intento de presentarse como un hombre perseguido por sus adversarios políticos. Fue un intento nada sutil de buscar la solidaridad de los latinos de Florida y de otros lugares. La visita de Trump al restaurante Versailles, un punto de referencia emblemático de la diáspora cubana, coincidió con la comparación, cada vez más frecuente, que hacen los republicanos de su enjuiciamiento con la corrupción y la opresión política en los países latinoamericanos. Afuera del juzgado federal de Miami donde tuvo lugar la comparecencia, Alina Habba, abogada y vocera de Trump insinuó que él no era diferente de los disidentes políticos de Latinoamérica. “La persecución y enjuiciamiento de un opositor político importante es el tipo de cosas que se ven en dictaduras como Cuba y Venezuela. En esos sitios, es un lugar común que los candidatos rivales sean juzgados, perseguidos y encarcelados”, señaló. El día anterior a su comparecencia, Trump afirmó que los latinos del sur de Florida se solidarizaban con él porque están familiarizados con los gobiernos que persiguen a sus adversarios. “En verdad pueden verlo mejor de lo que lo ven las demás personas”, dijo en una entrevista con Americano Media, un medio conservador en idioma español del sur de Florida. Trump ha contado con un apoyo relativamente fuerte de las comunidades latinas, sobre todo en el sur de Florida. Eduardo A. Gamarra, profesor de Política y Relaciones Internacionales en la Universidad Internacional de Florida que también es parte del Instituto de Estudios Cubanos, comentó que la narrativa urdida por Trump y sus partidarios, aunque engañosa, era astuta. “Se ve reforzada por los medios locales, por mucho de lo que la campaña de Trump y otros republicanos están diciendo: que este gobierno, el de Biden, se está comportando como se comportan las repúblicas bananeras, así que eso ha resonado con mucha intensidad aquí. A nivel político, es buena, pero no es veraz”, afirmó el académico. Gamarra, quien nació en Bolivia, destacó que Trump también había intentado obtener el apoyo de los electores latinos al arremeter contra el socialismo y el comunismo. Lamentó la manera en que Trump y sus aliados habían mencionado a Latinoamérica tantas veces. “Es una narrativa muy poco afortunada. Creo que solo difunde los estereotipos existentes sobre Latinoamérica. Es mucho más complejo que únicamente la imagen de la república bananera”, aseveró. La breve aparición de Trump en el restaurante fue la más reciente de él y de una larga lista de políticos que incluye a los expresidentes Bill Clinton y George W. Bush. En 2016, el restaurante recibió a Trump y a Rudy Giuliani juntos después del primer debate de Trump contra Hillary Clinton. Trump enfrenta acusaciones penales relacionadas con el mal manejo de documentos clasificados y la posterior obstrucción de los intentos de recuperarlos por parte del gobierno. En Estados Unidos, no tiene precedentes el enjuiciamiento federal a un expresidente, pero muchos presidentes latinoamericanos han sido juzgados tras dejar el poder. El actual presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pasó más de un año en la cárcel después de salir de la presidencia la primera vez. El año pasado, la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández, fue sentenciada a seis años por corrupción. En Perú, Alejandro Toledo fue extraditado hace poco para enfrentar una acusación de soborno. El exdirigente, Alberto Fujimori, está pagando una condena de 25 años en prisión. Arnoldo Alemán, de Nicaragua, es uno de los pocos expresidentes que fue arrestado en un caso de corrupción a pesar de que su propio partido estaba en el poder. “Es algo que se ve mucho en Latinoamérica, sobre todo en Perú y ahora en El Salvador”, comentó Mario García, un cliente habitual del Versailles a quien le hizo gracia ver a Trump en el restaurante. “Pero en esos países, lo hacen por un buen motivo: porque atrapan a los presidentes robando dinero”. García afirmó que creía que el gobierno estaba persiguiendo a Trump “porque no tiene ninguna otra manera de detenerlo”. García señaló que no pensaba que Trump fuera al Versailles en busca de los votos de los latinos. “Los votos de aquí del Versailles ya los tiene. Lo que requiere es apoyo. Es lindo rodearte de afecto cuando todo el mundo te está atacando”, puntualizó. aranza |
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