|
Formato de impresión |
La carrera de obstáculos de migrantes por América Central
Emilia Rojas Sasse Cruzar Centroamérica es una odisea hacia la supuesta "tierra prometida" que muchos ven en Estados Unidos. En DW, un resumen de cómo los países centroamericanos abordan el flujo migratorio. Las principales rutas migratorias terrestres desde el sur del continente americano hacia Estados Unidos están siendo escenario de un creciente flujo de personas, que dejan sus países de origen buscando huir de la miseria y la violencia en sus diversas expresiones. En el trayecto a través de América Central se van sumando, además, migrantes de algunos de esos países, que engrosan la corriente migratoria. Tentativas para regular el flujo no han faltado, pero no consiguen frenarlo. Panamá La travesía por América Central comienza con el peligroso cruce del llamado "Tapón del Darién", una jungla en la frontera colombo-panameña, donde no solo acechan las amenazas de la selva, sino bandas criminales que roban, violan y asesinan. A fines de septiembre, Panamá daba cuenta del ingreso de casi 400 mil personas a su territorio en el curso de este año. Las normas regulares de migración panameñas contemplan que, para ingresar al país, se requiere, además de un pasaporte vigente, un boleto de regreso al país de origen o del próximo destino a visitar. Adicionalmente, es requisito presentar solvencia económica de por lo menos quinientos dólares. Las personas de determinadas nacionalidades requieren también una visa o tarjeta de turista. Entre ellas se cuentan, por ejemplo, los ciudadanos de República Dominicana, Haití, Colombia, Ecuador y Venezuela. Pero los migrantes que llegan tras haber logrado atravesar el "Tapón del Darién", en su mayoría, no tienen nada de nada. Ni siquiera documentos de identificación. Las autoridades panameñas han reconocido que no pueden cerrar sin embargo esa frontera, porque resulta materialmente imposible. Panamá ha optado por realizar un registro biométrico de los migrantes, a los que brinda atención de salud y alimentación, para enviarlos luego en autobuses hacia la frontera norte con Costa Rica. Pero, en el último tiempo, ha declarado estar desbordado por la situación y ha anunciado un incremento de las deportaciones. Costa Rica El problema se replica en el vecino del norte. También Costa Rica exige regularmente, como condición para ingresar a su territorio, un pasaporte vigente y una prueba de que se volverá salir del país en el plazo legal permitido, que suele ser de 90 días en el caso de los turistas. No obstante, el pasado 29 de septiembre, Costa Ricacomunicó haber contabilizado, durante el año en curso, la entrada de más de 300 mil migrantes irregulares desde Panamá. Y declaró una emergencia nacional, con la intención de movilizar los recursos necesarios para hacer frente a la situación. Una medida adoptada en este marco es la apertura de un Centro de Atención Temporal a Personas Migrantes, 11 kilómetros al norte de Paso Canoas, para brindar allí alojamiento, atención médica y alimentos a los necesitados. Las autoridades costarricenses están aplicando una política de flujo controlado similar a la panameña. Esto implica que los migrantes deben tomar buses con destino a la próxima frontera, en este caso, la nicaragüense. Sin embargo, muchos de ellos no poseen los aproximadamente 30 dólares que cuesta el pasaje, y quedan varados. Por lo pronto, Costa Rica y Panamá están intentando buscar formas mancomunadas de abordar la situación. Está previsto que sus respectivos presidentes, Rodrigo Chaves y Laurentino Cortizo, se reúnan este 6 de octubre para tratar el asunto. Nicaragua En Nicaragua, al flujo de personas que avanza desde el sur, se suman también migrantes cubanos. En 2021, Cuba y Nicaragua firmaron un acuerdo de exención de visados para los ciudadanos de ambos países. Desde entonces, muchos cubanos han decidido emprender su travesía por tierra hacia Estados Unidos, partiendo desde Nicaragua hasta llegar a México. En 2022, según la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación de México (SEGOB), unos 41.475 cubanos fueron interceptados en ese país, en el curso de esa travesía que inician generalmente en Nicaragua. Honduras Las dimensiones del flujo de migrantes a través de Nicaragua quedan en evidencia al observar los datos que entrega el siguiente país en la ruta hacia el norte: Honduras. El Instituto Nacional de Migración hondureño comunicó el ingreso irregular de más de 308,000 personas en lo que va de 2023. En su mayoría, llegaron atravesando la frontera sur. Las normas hondureñas regulares estipulan que para ingresar al país se necesita pasaporte válido y visa, salvo para los ciudadanos de Estados con los que exista un acuerdo específico al respecto. Tal es el caso, por ejemplo, de Nicaragua, Costa Rica y Panamá. En Honduras, los migrantes pueden obtener un salvoconducto o permiso temporal para atravesar su territorio y llegar a la frontera de Guatemala. El documento tiene una duración de cinco días. Y el número de solicitantes va en aumento. Por ejemplo, según el medio El Tiempo, autoridades de la región hondureña de El Paraíso dijeron estar entregando cerca de dos mil salvoconductos diarios a las personas en tránsito y afirmaron estar sobrepasadas, por no contar con personal suficiente. Guatemala Guatemala, la siguiente etapa en la ruta, está implementando campañas de información y ha puesto en operación un programa de Movilidad Segura, dirigido a desincentivar la migración irregular desde Centroamérica. En un portal web se pueden presentar solicitudes de refugio, reunificación familiar y visas de quienes quieran llegar a territorio estadounidense. De acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), "las personas migrantes en tránsito se han concentrado en la frontera con Honduras y en la ciudad de Guatemala y, como resultado, se han habilitado albergues temporales para brindar la asistencia humanitaria, los que han sobrepasado su capacidad en la atención de esta población". Un reportaje de France 24 indica que, cada mes, un promedio de 50 mil migrantes cruzan por Guatemala. Corren el riesgo de ser expulsados por no tener visa o pasaporte y, de acuerdo con testimonios recogidos por este medio, suelen pagar sobornos para seguir adelante. Pese a las trabas, el flujo continúa rumbo a la frontera mexicana, marcada por el río Suchiate. No es difícil cruzarlo, pero en la otra orilla, habiendo dejado atrás tierras centroamericanas, sigue la odisea que tiene por meta Estados Unidos. Esa última frontera resulta infranqueable para la mayoría y muchos quedan varados en México. Según datos de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (Comar), durante el año en curso, el país podría registrar un nuevo récord en solicitudes de refugio, que ya superan ampliamente las 129,000. JMRS |
|
� Copyright ElPeriodicodeMexico.com |