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Mientras Israel bombardea Gaza, las familias de los rehenes temen por la seguridad de los cautivos
JULIA FRANKEL y ADAM GELLER JERUSALÉN (AP) — En las horas después de que Hamas se abriera paso por la fortificada cerca de separación y cruzara a Israel desde Gaza, Ahal Besorai intentó con desesperación localizar a su hermana. No hubo respuesta. Poco después supo por testigos que los milicianos les habían capturado a ella, a su esposo y a sus hijos adolescentes, junto con docenas de personas más. Ahora, la dolorosa incertidumbre sobre su estado mantiene en el limbo a Besorai y a decenas de israelíes más. “¿Debería llorar porque ya están muertos? ¿Debería estar contento porque quizá están capturados pero aún vivos?”, preguntó Besorai, propietario de un recinto turístico, que vive en Filipinas y creció en el kibbutz Be’eri. “Rezo cada día a Dios para que la encuentren viva con su familia y todos podamos reunirnos”. Mientras Israel contraatacaba con ataques de misiles contra Gaza, las familias sufrían sabiendo que la operación podría costar las vidas de sus seres queridos. Hamas ha advertido que matará a uno de los 130 rehenes cada vez que el ejército israelí bombardee objetivos civiles en Gaza sin advertencia. Eli Elbag dijo que se había despertado el sábado con mensajes de texto de su hija, Liri, de 18 años y que acababa de comenzar su instrucción militar como vigía del ejército en la frontera de Gaza. Los milicianos estaban disparando, escribió. Minutos más tarde, los mensajes se detuvieron. Para el anochecer, Hamas difundió un video que mostraba a la joven en un camión militar israelí abarrotado tomado por los milicianos. El rostro del rehén junto a Liri se veía magullado y ensangrentado. “Vemos la televisión constantemente buscando un atisbo de ella”, dijo Elbag. “Pensamos en ella todo el tiempo. Todo el tiempo preguntándonos si están cuidando de ella, si le dan de comer, cómo se encuentra y qué siente”. Para los israelíes, localizar a los rehenes en Gaza podría resultar difícil. Aunque el territorio es pequeño, está sujeto a una vigilancia aérea constante y rodeada por fuerzas terrestres y de la marina israelí, esa región a apenas una hora de Tel Aviv sigue siendo esquiva para las agencias de inteligencia israelíes. Los milicianos compartieron videos de los rehenes y las familias se quedaron angustiadas preguntándose qué será de ellos. Yosi Shnaider está sumido en la preocupación desde que sus familiares fueron secuestrados del kibbutz Nir Oz, apenas a una milla de la cerca con Gaza. Vio un video de su prima y sus dos hijos pequeños, retenidos como rehenes. “Es como una película mala increíble, como una pesadilla”, dijo Shnaider el lunes. “Sólo necesito información sobre si están vivos”. También ha desaparecido su tía, que necesita medicamentos para tratar su diabetes y su enfermedad de Parkinson. Desde que la familia supo que habían sido capturados, la hermana de la mujer está tan agobiada que “es como un zombi, viva y muerto al mismo tiempo”, dijo Shnaider, agente de bienes raíces en la ciudad israelí de Holon. El ministro israelí de Exteriores, Eli Cohen, dijo que el país está comprometido con llevar a los rehenes a casa e hizo una advertencia a Hamas, que controla Gaza. “Exigimos que Hamas no lastime a ninguno de los rehenes”, dijo. “Este crimen de guerra no será perdonado”. Hamas también ha dicho que aspira a que todos los prisioneros palestinos en cárceles israelíes —unos 4,500 detenidos, según el grupo israelí de derechos B’Tselem— sean liberados a cambio de los rehenes israelíes. La incertidumbre es una pesada carga para las familias que aún no saben si sus familiares han sido asesinados, capturados por Hamas o han escapado y están huyendo. Tomer Neumann, primo de una persona que asistió a un festival de música cerca de la frontera y ha desaparecido desde entonces, confiaba en que fuera la última de esas opciones. La prima, Rotem Neumann, que tiene 25 años y es ciudadana portuguesa, llamó a sus padres desde el festival cuando oyó fuego de cohetes, señaló. Se subió a un auto con amigos, según testigos, pero huyeron cuando se encontraron con camiones llenos de milicianos. Su celular apareció después cerca de un refugio de concreto. “Todo lo que tenemos son fragmentos y trozos de información”, dijo Neumann, que vive en Bat Yam, una ciudad justo al sur de Tel Aviv. “Lo que hay en mi cabeza ahora no es guerra y no son bombardeos”, dijo. “Todo lo que queremos saber es dónde está Rotem y qué le ocurrió, y queremos paz”. Jamileth |
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