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La táctica de la ocupación es despojar a Tierra Santa de cristianos
José María Sánchez Galera La diplomática palestina Randa Hasfura alerta del peligro de vaciar Tierra Santa de comunidades cristianas, y de convertir los santos lugares en un parque temático para turistas y peregrinos de todo el mundo. En Palestina se halla un buen número de localizaciones de los denominados santos Lugares. Sin embargo, la existencia de comunidades cristianas en esta zona del mundo corre peligro de extinción. Ella es abogada, de origen palestino, como lo evidencian sus apellidos y su nombre. Aunque ha residido gran parte de su vida en El Salvador. Cuenta con postgrados en instituciones como la Escuela Diplomática de España y la Academia de Derecho Internacional de La Haya. Desde 2018 trabaja como diplomática en la Embajada de Palestina en España. Hablamos con Randa Hasfura, una cristiana de Tierra Santa, de Palestina. –Ser cristiano en Tierra Santa, ¿es difícil? –Ahora ser cristiano, ser musulmán, practicar una religión es difícil, porque hay una ocupación que limita los espacios. Limita el hecho de que un cristiano se pueda trasladar a celebrar sus oficios, como en Navidad y la Pascua. Si un cristiano vive en la zona de Cisjordania y se quiere trasladar a Jerusalén en Semana Santa, le resulta difícil por las restricciones, y tiene que pedir permiso. Es un tema político, pero afecta a la religión, y se está fraccionando la convivencia. –¿Era más fácil hace una generación? –Sí, y pienso, por ejemplo, en mi madre, que vivió en Belén toda su adolescencia, toda su juventud. Las prácticas y la vida cristianas eran muchísimo más fácil de llevar a cabo que ahora. –¿Hasta qué punto son una minoría los cristianos en Tierra Santa? –Poco a poco han ido emigrando. Es la táctica de la ocupación: despojar a Tierra Santa de cristianos, que es la tierra de Cristo, la tierra que vio nacer, predicar y morir a Jesucristo. La tierra no sólo de Cristo, sino de los primeros cristianos, sus discípulos, los evangelizadores, los primeros Padres de la fe. Y, hoy por hoy, se ve despojada de cristianos. Debido a la ocupación, han ido emigrando las familias cristianas, que ahora son un 2% en toda Tierra Santa. Es triste. Triste porque ya no hay comunidades cristianas que mantengan la llama de las parroquias, de las iglesias. Las comunidades cristianas, como dice el Papa Francisco, son las que le dan vida a la Iglesia. Estamos hablando de que Tierra Santa corre el riesgo de convertirse en un museo frío adonde llegarían miles de peregrinaciones al año, pero sin que haya una comunidad que le dé vida a la parroquia cada domingo, en cada festividad, en cada evento religioso del año litúrgico. –Entre esas minorías ¿encontramos católicos, ortodoxos, armenios? –Tierra Santa es el hogar de aproximadamente 200,000 cristianos que son todos palestinos, algunos viven en la parte de Israel y son tratados como ciudadanos de segunda categoría por ser palestinos. La principal comunidad cristiana de Tierra Santa está compuesta por ortodoxos griegos, seguidos de melquitas (es decir, católicos griegos). Los católicos romanos de tradición litúrgica latina representan a unas 20,000 personas entre Nazaret, Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. –¿Cuántas lenguas se manejan en las liturgias de esas comunidades? –Principalmente, el árabe. Cualquier misa, sea católica, sea ortodoxa, de cualquier rito, es en árabe. –En Semana Santa y Navidad, ¿hay procesiones, o algún tipo de celebración pública? –Aquí en España veo que las procesiones son muy folclóricas y bonitas, y se llena el alma. En Tierra Santa, hay una procesión el Domingo de Ramos que arranca desde donde supuestamente se desata al burro sobre el que monta Jesús. El Maestro dice a sus discípulos: «Id a esa aldea; encontraréis un borriquillo, desatadlo y traedlo». Desde ahí comienza la procesión y llega a una de las siete puertas en la zona amurallada que dan entrada a Jerusalén. Es una procesión preciosa de palmas. También hay otra procesión que se llama la del Fuego, en la Vigilia Pascual, en la noche de la Resurrección. Por tradición se cree que del Santo Sepulcro sale fuego. Sólo entra un sacerdote, toma el fuego con una vela o una candela, distribuye el fuego y lo conserva en una pequeña lámpara. Van en procesión hacia Belén para trasladar la llama a otra iglesia y luego a otras más. Es una preciosidad de procesión. En Navidad también hay una procesión muy bonita que recorre las calles de Belén hasta llegar a la basílica de la Natividad. –Para las comunidades cristianas, ¿qué vinculación existe con los lugares sagrados como el Gólgota, el Cenáculo, Emaús, Nazaret? –Este es un tema muy interesante. Parto de la base que todos los cristianos que están en Tierra Santa son palestinos. Porque están desde que está el cristianismo mismo, siempre han pertenecido a esa tierra. Ahora bien, las comunidades cristianas locales difícilmente acceden al Gólgota, al Santo Sepulcro, al Cenáculo… del mismo modo como yo accedo a mi parroquia, aquí en España. Aquí me reúno en comunidad y sé que mi parroquia es mi casa. Mientras que en Tierra Santa no, sobre todo, porque ya es un territorio más de peregrinación. En el Cenáculo, si se va a celebrar misa, es para un grupo de peregrinación. El Santo Sepulcro está distribuido de tal manera que todas las confesiones tienen su cuota: ortodoxos, católicos… Es decir, ninguno es más dueño que otro del Santo Sepulcro, y por eso la llave del Santo Sepulcro la custodia una familia musulmana desde el siglo XII. En otros lugares, como Nazaret, sucede lo mismo: hay misa los domingos, pero comunidad como tal es muy difícil. Las comunidades son más de las iglesias pequeñitas. E igual sucede en Galilea. Ahí está la iglesia de las Bienaventuranzas, la iglesia de las Bodas de Caná. En Emaús apenas queda una familia cristiana, y sólo se celebran misas cuando acuden los peregrinos. Es alarmante. Vivir la experiencia de la Resurrección –¿Sucede también donde nació Jesús, en Belén? –En Belén sí que hay comunidades. Si todos los peregrinos que entran a la Basílica de la Natividad donasen un solo euro, solo uno, sería de una gran ayuda para la Iglesia en Tierra Santa y para restaurar la Basílica de la Natividad. Es una iglesia antiquísima, del siglo IV, reconstruida en tiempos de Justiniano. Y está muy desgastada. Aquí tenemos la pequeña cueva donde nació Jesús; es un centro de peregrinaciones, pero a su vez atiende a sus comunidades. Hay familias que se casan ahí, personas a quienes se les hace el velatorio cuando fallecen. Como fue el caso de mi tía. Ahí se casaron mis padres. Yo me siento acogida, porque España le tiene mucho cariño a Tierra Santa. Como cristiana palestina, he sido acogida con tanto cariño, que no me lo esperaba –El peregrino ¿es a veces una especie de aliento, o a veces supone el incordio de un turista? –El peregrino es absolutamente bienvenido y con alegría. Porque el peregrino es como un aliento de vida. Llegan peregrinos rusos, argentinos, polacos, italianos, españoles y de América Latina, muchísimos. Y se les dice: «Por favor, ayuden, ayuden a dar a conocer la realidad palestina; somos cristianos y estamos tratando de cuidar los Santos Lugares, pero miren cómo estamos». El peregrino es totalmente bienvenido, se les agradece que lleguen, se les agradece mucho, porque eso significa que todavía hay gente que se preocupa de ir a ver la tierra de Cristo. Esto es admirable, pero hay peregrinos que lastimosamente van y no se percatan del problema que padecen los cristianos en Tierra Santa. –¿Cuál fue su reacción al llegar a España? –Muy, muy feliz. Me encontré con un mundo muy, muy cristiano. Al llegar a España, mi reacción fue de admiración, porque se mantiene todavía la fe católica. Y yo me siento acogida, porque España le tiene mucho cariño a Tierra Santa. Como cristiana palestina, he sido acogida con tanto cariño, que no me lo esperaba. Lo que tienen que hacer los españoles es seguir peregrinando a Tierra Santa. Hacer todo lo posible para que los cristianos palestinos permanezcan en su tierra y de esta forma preservar la presencia cristiana en Tierra Santa —por ejemplo, ellos fabrican los rosarios y cruces de olivo; por eso hay que fomentar su compra. Y rezar. Mucha gente se olvida de rezar por ellos, y se necesita muchísimo. Jamileth |
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