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La Religión Cristiana
Por | Enrique Cases En la religión cristiana se da el encuentro definitivo del hombre con Dios, porque Dios se ha hecho hombre. Lo que el hombre puede decir de Dios está sometido a la limitación e imperfección del hombre. Por eso hay religiones más o menos perfectas, en la medida que expresen mejor o peor lo que Dios es. Si una religión se presenta como originada por una acción de Dios, que ha hablado de sí mismo a los hombres, a través de unos hombres elegidos para ello y en un lenguaje que Dios mismo ha promovido, esa religión tendrá las máximas garantías de perfección y plenitud. Es el caso de la religión cristiana, que recoge todo lo que Dios dijo de sí mismo y del mundo en la revelación del Antiguo Testamento, para preparar la venida del Mesías. La religión cristiana-contiene, además, la revelación de Jesucristo, el Mesías, que es, a la vez, Dios y hombre y que nos ha hablado de sí mismo, de Dios, del hombre y del mundo. Tanto en el Antiguo Testamento como en la revelación hecha por Jesucristo, Dios ha avalado sus palabras con hechos sobrehumanos (milagros), que son signos de su poder sobre todas las cosas. La fe cristiana, encuentro definitivo con Dios En la religión cristiana se da el encuentro definitivo del hombre con Dios, porque Dios se ha hecho hombre. El Cristianismo no es, por tanto, una búsqueda de Dios por parte del hombre, sino un descenso del mismo Dios hasta el nivel del hombre. De este modo, a pesar de lo limitado de su naturaleza, puede el hombre llegar a una comunicación muy íntima con Dios. En efecto, Dios creó al hombre y se le fue manifestando de diversas maneras hasta el momento de la encarnación del Verbo. Por eso dice la Carta a los Hebreos: -Muchas veces y en muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por ministerio de los profetas; últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo- (1, l). Este universal designio de Dios en pro de la salvación del género humano no se realiza solamente en una forma, en cierto modo secreta, en el alma de los hombres, o también por esfuerzos, incluso religiosos, con los que ellos buscan de muchas maneras a Dios, por ver si a tientas lo tocan o lo encuentran, ya que no está lejos de cada uno de nosotros (Act. 17, 27); porque estos esfuerzos necesitan estar iluminados y sanados, aunque, por benigna determinación de la providencia de Dios, pueden considerarse casi como una pedagogía hacia el Dios verdadero, o como una preparación del Evangelio. Jesucristo esclarece el misterio del hombre Como consecuencia del pecado original, el hombre había perdido el auténtico sentido de su vida. Jesucristo, además de salvarnos, ha iluminado la misma vida humana. Nos ha mostrado el camino para ser verdaderamente hombres, según el plan que Dios tenía desde el principio. Por eso dice el Concilio Vaticano 11 que -el misterio del hombre se esclarece en el misterio del Verbo encarnado (...) Cristo, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación- (GS, 22) Jesucristo ha dicho de sí mismo que es -Camino, Verdad y Vida- (Jn. 14, 6); esto quiere decir que el hombre encuentra en sus obras y en sus palabras las luces necesarias para acomodar a ellas su conducta. Pero no sólo restaura Jesucristo el sentido auténtico de la vida humana, también devuelve a la descendencia de Adán la semejanza divina deformada por el pecado. Jesucristo es el hombre perfecto, pero es también la «imagen del Dios invisible» (cfr. GS, 22) Y esto, «vale no sólo para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. (ibíd.) Cristo Jesús, pues, fue enviado al mundo como verdadero mediador entre Dios y los hombres. -Por ser Dios, habita en El corporalmente toda la plenitud de la divinidad (cf. Col. 2, 9); según la naturaleza humana, nuevo Adán, lleno de gracia y de verdad (cf. lo. 1, 14), es constituido cabeza de la humanidad renovada. Así, pues, el Hijo de Dios siguió los caminos de la Encarnación verdadera para hacer a los hombres partícipes de la naturaleza divina. Influencia del Cristianismo en la Cultura La religión cristiana ha venido a salvar al hombre. Al influir sobre el hombre, influye sobre lo que éste produce, que es la cultura. Resulta difícil resumir el influjo del Cristianismo en la cultura. La cultura occidental puede decirse que es el resultado de la cultura grecorromana y del Cristianismo. El Cristianismo utilizó todo lo positivo que encontró en la cultura del mundo grecorromano. No tuvo ningún inconveniente en hacerlo, porque los escritores cristianos de los primeros siglos consideraban que el alto nivel cultural alcanzado por Grecia y Roma era fruto de la Providencia divina, ya que Dios habla querido preparar así la llegada de Jesucristo. En efecto, la filosofía y arte griegos, el derecho y administración romanos, entre otras cosas, serán incorporados en gran medida, a la vida de la Iglesia. Pero la religión cristiana eliminará todo lo que en esas culturas había de imperfecto y, además, proyectará a alturas que griegos y romanos no habían ni siquiera vislumbrado, esas mismas culturas. La Iglesia purifícó de elementos inhumanos e inmorales algunas de las costumbres e instituciones de aquel mundo. Entre las cosas que pueden señalarse como aportaciones culturales propias del Cristianismo, señalamos las siguientes: a) La dignidad de la persona humana, con todo lo que esto comporta. El Cristianismo será el principal luchador contra la esclavitud, al proclamar la igualdad de todos los hombres como hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza y redimidos por Jesucristo. También el reconocimiento de esa dignidad trae consigo la condena del homicidio, del suicido, de la tortura, de la mutilación, etc. Para el cristiano los demás son el prójimo, son hermanos. b) La defensa de la familia, como consecuencia de elevar el matrimonio, institución natural, a la categoría de sacramento, es decir, uno de los cauces concretos de la vida sobrenatural de la gracia. Este nuevo valor dado al matrimonio incluye un concepto nuevo de la mujer, que en los pensadores griegos era un ser de segunda categoría. c) El valor de la libertad, que deriva de la dignidad de la persona. d) La ordenación de la sociedad a Dios, que repercute en la valoración de la justicia. e) La primacía de la caridad, que hará a los cristianos los campeones de la beneficencia y de las obras en favor de los necesitadas. f) La doctrina verdadera sobre Dios, el más-allá, etc., liberó a los hombres de las tremendas esclavitudes de la magia, la superstición, etcétera. Aparte estos valores humanos, el Cristianismo ha promovido el arte, la literatura, la música, etc. Baste con recordar, como ejemplo, que gracias a la labor de copistas de los monjes medievales, conservamos la mayoría de los tesoros literarios y científicos de la Antigüedad. Y cuando la destrucción, por los llamados pueblos bárbaros, del Imperio Romano de Occidente produce una generalizada desmoralización en las regiones romanizadas, San Benito y sus monjes devolverán a Europa la confianza, promoviendo la agricultura, la ganadería y una pequeña industria. La Buena Nueva de Cristo renueva constantemente la vida y la cultura del hombre caído, combate y elimina los errores y males que provienen de la seducción permanente del pecado. Purifica y eleva incesamente la moral de los pueblos. Con las riquezas de lo alto fecunda como desde sus entrañas las cualidades espirituales y las tradiciones de cada pueblo y de cada edad, las consolida, perfecciona y restaura en Cristo- (GS, 58), (Cf. C. Dawson, Dinámica de la Historia universal, Riaip. 1961). aranza |
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