|
Formato de impresión |
El aborto, el feminismo y la intolerancia de siempre
Por | Javier Arias Artacho Nuestra sociedad europea y occidental avanza hacia el futuro tambaleándose, aunque no siempre sea consciente de ello. Ya no me asombra las envestidas de la izquierda radical contra la reforma de la Reforma de la Ley del aborto que quiere impulsar el nuevo gobierno de Rajoy, aquella que el gobierno Zapatero forzó más allá del sentir de la mayoría. En aquel momento, su imposición parlamentaria no tuvo en cuenta ni manifestaciones numerosísimas, ni las opiniones autorizadas de médicos y asociaciones. Fue un rodillo de la izquierda. Ahora son estos mismos los que acusan de intolerancia e imposición al Ministro de Justicia Alberto Luis Gallardón, ese demente que quiere que las niñas aborten con consentimiento paterno y presenta al aborto no como la única alternativa que tiene una mujer. Son los mismos que venderán el sentido común como fascismo, esa palabrita siempre útil para injuriar sin sentido. Creo que es por todos es sabido que nuestra sociedad europea y occidental avanza hacia el futuro tambaleándose, aunque no siempre sea consciente de ello. Es cierto que vivimos una grave crisis económica, pero no más grave que la de muchos otros países del Tercer Mundo o en vías de desarrollo. Las penalidades financieras de nuestro sistema son una consecuencia más de un caos mucho mayor y que, lamentablemente, no será resuelto a medio y corto plazo. Sin embargo, nuestra crisis económica, sí. Bien es cierto que cada periodo histórico ha tenido sus carencias y que la historia de la humanidad ha sido escrita con sangre e injusticias. Esto es verdad. Pero nuestro actual modus vivendi occidental sin guerras, sin hambrunas, sin epidemias alberga en su seno una infección invisible, no menos grave que las anteriores, y que acabará precipitándose más pronto que tarde. En líneas generales, desde mi punto de vista, podríamos descubrir seis virus que contaminan a nuestra sociedad: la pereza, la avaricia, la impaciencia, la infidelidad, el hedonismo y, como no, la ausencia de valores. Alguno podría argumentar que esta falta de valores es la que conlleva el resto de flaquezas, y podríamos decir que sí, que desde luego. Y es que la ausencia de valores es la peste de nuestro siglo. Una escasez alimentada de mentiras, egoísmos y, por qué no decirlo, a veces de una gran ignorancia. El aborto es uno de los miasmas de nuestra sociedad enferma. La insensibilidad ante la muerte apunta a un mundo cómodo y utilitario en el que uno no puede depositar demasiadas esperanzas. El cerrar los ojos ante el inicio de la vida es como decir "ojos que no ven, corazón que no siente", y el parapetarse en excusas personales es una necedad. Olvida, quizás, nuestra sociedad que los actos son buenos o malos en sí mismos y que la intención, el conocimiento y las circunstancias pueden hacernos culpables o inocentes de nuestras acciones. Sin embargo, esto no puede cambiar la gravedad del hecho. Educar a nuestros jóvenes desde esa laxitud es algo demasiado común. Más que habituales son esas justificaciones apelando a los derechos de la mujer, al sufrimiento de la muchacha o a las circunstancias en las que crecerá ese niño. Y es verdad que todo esto es importante, muy importante, y nadie puede negarlo. Sin embargo, el hecho es el que es: matar a ese corazón que tamborilea acelerado en el vientre materno es un crimen, y una sociedad que obvia esto enredándose en excusas no puede construir un mundo mejor. Creo que es una realidad que no podemos olvidar y, por supuesto, jamás dejar de recordar, le pese a quien le pese. aranza |
|
� Copyright ElPeriodicodeMexico.com |