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Inconsciente espiritual
Por | Juan del Carmelo De todos es sabido, que la actuación humana, está constituida por la suma de actos sucesivos que el ser humano realiza. Esta actuación, puede ser realizada con plena consciencia de lo que se dice o que se hace, pero también y aun estando en pleno uso de sus facultades mentales, la persona puede actuar hablando o realizando algo inconscientemente. Es muy frecuente la frase que todos hemos oído decir para justificar una actuación no esperada: Le traicionó el subconsciente. En la consideración de que en estos temas, es de ver que siempre han de tenerse presente, que no existe una line precisa que delimite la consciencia de la inconsciencia de una persona. Existe un campo común compartido entre la consciencia y la inconsciencia de las persona. Y en este tema, es importante señalar, con respecto a la comisión de pecados u ofensas al Señor, que para que estas dé lugar a una culpabilidad es necesario e imprescindible, que se dé el requisito de la plena consciencia de la persona cuando actúa. Inconscientemente no se puede pecar. Antes de continuar con el contenido de esta glosa, como no soy ningún experto en sicología, quiero anticipar que me he apoyado en los escritos del Hno. Marista Pedro Finkler de Brasil, que es un experto en sicología, y algunos conceptos de esta ciencia extraídos de Internet y dicho esto sigo adelante. Con el término inconsciente, podemos designar, a los efectos de lo que aquí nos interesa, todo el contenido mental que no se encuentra en la consciencia, ¡cuidado! no conciencia, que es otra cosa. y al que la persona únicamente puede acceder con dificultad. En el inconsciente se encuentran los deseos, instintos y recuerdos que el sujeto reprime por resultarle inaceptables, fundamentalmente a causa de sus propias valoraciones morales; es la capa más profunda de la mente. Nos dicen los sicólogos que parte del ego de cada uno de nosotros, también puede incluirse en el inconsciente en la medida en que no siempre el sujeto es consciente de sus propias valoraciones morales y de la actuación de dichas valoraciones en su vida psíquica y en su conducta. La mente no consciente, es decir el inconsciente de la persona puede dividirse en dos grandes regiones: lo no consciente pero fácilmente consciente, como pueden ser los recuerdos en el sentido ordinario, y lo no consciente y difícilmente consciente por existir unas fuerzas mentales que lo impiden. Pero la división más importante del contenido del inconsciente humano, la señaló, uno de los estudiosos de la filosofía existencialista Viktor Frankl, que ampliando las tesis de Freud señaló: que no solo existe un inconsciente del instinto, sino también un inconsciente del espíritu. Y esto quiere decir que una parte de la espiritualidad del hombre es inconsciente. Y dado que no hay una barrera clara entre lo consciente y lo inconsciente. No siempre es fácil distinguir en el hombre entre los fenómenos de su espiritualidad, lo que es consciente y los que proceden de su espiritualidad inconsciente. Y uno puede preguntarse, acerca de cuál es el contenido, de la inconsciencia espiritual del hombre. Esencialmente comprende todo lo que son las vivencias de su vida en sus relaciones personales con Dios. Estas vivencias de la conducta religiosa de la persona que se trate, se refiere tanto los actos de valor positivo como los negativos, es decir aquellos que han ofendido grave o levemente a Dios. Y aquí entra un factor muy importante, que los teólogos denominan el "fomes pecatti" o reato de culpa. Como sabemos, cuando cometemos un pecado, si acudimos al sacramento de la penitencia, y quedamos absueltos de este pecado, pero siempre un resto de culpa, una mancha en el alma y un sitio en nuestro inconsciente espiritual. Podemos poner la imagen de la mala planta que se arranca de un jardín y desaparece, pero la raíz de la mala planta queda debajo y ella puede volver a reproducirse. Royo Marín escribe diciendo: El reato de pena temporal que deja como triste recuerdo de su presencia en el alma, el pecado ya perdonado, hay que pagarlo enteramente, a precio de dolor en esta vida o en la otra. Todos tenemos una espiritualidad inconsciente con la cual, podemos ser titulares de actos virtuosos y de actos viciosos. Fulton Sheen escribe: Nuestra conciencia y antropología, revelan un gran tesoro en las profundidades de nuestro ser... En el inconsciente no solo tienen asientos los deseos negativos y reprimidos, sino también los positivos... Estamos por tanto requeridos a dos vías; una hacia el egocentrismo, la otra hacia una armonía y perfección de nuestra naturaleza. En otras palabras también estamos tentados a ser virtuosos". En otras palabras nuestro inconsciente espiritual, nos llama a pensar solo en nuestro ego, o en darnos a los demás cumplimentando la voluntad divina. El inconsciente, nuestro inconsciente espiritual, está siempre presente, aunque de forma subyacente en la motivaciones del pensamiento, de la imaginación de la fantasía, del sentimiento y de la acción. Todas las manifestaciones de la vida humana organizada de algún modo se resienten de su omnipresente influencia. Aquí nos viene a cuenta recordar las palabras del Señor: ¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis vosotros decir cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, de su buen tesoro saca cosas buenas; pero el hombre malo, de su mal tesoro saca cosas malas"... (Mateo 12, 34-35). Tenemos que preocuparnos de la abundancia de nuestro corazón, y ella es nuestro inconsciente, espiritual, que hemos de limpiar, porque para entrar en el cielo tenemos que estar plenamente purificados, y si no nos purificamos en este mundo, que es la forma fácil de hacerlo, tendremos que hacerlo en el Purgatorio que es peor. Ya sabemos que los actos de nuestra conducta que salen de nuestro inconsciente, no constituyen pecado ni dan posibilidad de pecar, porque para pecar ha de haber un pleno consentimiento. Pero si bien no pecamos por los actos de nuestro inconsciente espiritual, es de ver que si este lo tenemos muy negro, por nuestras pasadas veleidades, más se le facilita su trabajo al demonio, que tiene mucho material donde agarrarse para tentarnos. Limpiar nuestro inconsciente espiritual y dejarlo impoluto, es tanto como decir, estoy limpio e inmaculado, tal como estaba el día de mi bautizo, y esto cuesta mucho lograrlo. Pero, como para Dios nada es imposible, si no lo proponemos y lo pedimos, es posible lograrlo, mientras tanto es consolador pensar que en la medida en la que vayamos creciendo en nuestra vida espiritual, iremos llenado nuestro inconsciente de actos, vivencia y recuerdos positivos que siempre irán enterrando lo negativo de nuestro inconsciente espiritual. aranza |
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