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Estados Unidos recupera gran número de estadounidenses encarcelados, pero algunas familias aún esperan turno
ERIC TUCKER WASHINGTON (AP) — Desde cualquier estándar, los últimos 18 meses han sido extraordinarios para que estadounidenses detenidos injustificadamente regresen a sus hogares. Hubo importantes intercambios con adversarios como Irán y Rusia, incluido uno que aseguró la libertad de Brittney Griner, la estrella de la WNBA, y un numeroso canje de reos apenas el mes pasado con Venezuela. Pero Harrison Li ha tenido poco que celebrar. A pesar de la sucesión de liberaciones de alto perfil, las reuniones familiares jubilosas y las fotografías triunfantes en aviones gubernamentales, su padre, Kai, permanece detenido en China por cargos relacionados con espionaje que su familia sostiene que son falsos y tienen motivaciones políticas. Li, estudiante de doctorado de la Universidad de Stanford, dice que, aunque siente “mucha alegría y felicidad” por las otras familias —de muchas de las cuales se ha hecho amigo a lo largo de los años— “mentiría si no dijera que entonces mi siguiente pensamiento es, ya sabes, ¿cuándo es nuestro turno?”. Añadió: “Cuando ves a tanta gente regresar a casa, pero tú todavía no ves a tu ser querido, entonces, sí, definitivamente hay un elemento de frustración”. Li no está solo. A pesar de todas las liberaciones de estadounidenses detenidos injustificadamente, muchos más siguen encerrados o desaparecidos en países como Rusia, Siria y Afganistán —a menudo retenidos por un gobierno extranjero hostil. En algunos casos, ha habido pocas señales de progreso y las familias a veces han visto a los países que retienen a sus seres queridos liberar a otros detenidos, pero aún no a sus familiares. Esos sentimientos no pasan desapercibidos para Roger Carstens, enviado especial para Asuntos de Rehenes de Estados Unidos y la cara pública del gobierno del presidente Joe Biden para asuntos relacionados con rehenes y detenidos injustificadamente —la etiqueta que se aplica a los estadounidenses encarcelados en países extranjeros por lo que el gobierno considera acusaciones legalmente engañosas o por motivaciones erróneas o deshonestas. Carstens maneja las negociaciones con gobiernos extranjeros. Una vez que se cierra el trato se traslada en avión para llevar de vuelta al estadounidense liberado y rutinariamente le dice que, en nombre del gobierno de Estados Unidos, “estoy aquí para llevarte a casa”. “Siempre hay una celebración de muy corta duración porque todavía tenemos mucho trabajo por hacer para traer a otras personas a casa”, dijo Carstens en una entrevista. El gobierno de Biden ha sido notablemente agresivo para cerrar acuerdos, firmar intercambios de reos y otorgar concesiones que otrora habrían sido impensables para lograr así liberaciones a un nivel que sus defensores califican como históricamente alto. Las autoridades estadounidenses han considerado que llevar a casa a los estadounidenses detenidos injustificadamente es una prioridad central del gobierno incluso cuando choca con otros intereses de política exterior o de aplicación de la ley, aunque en todos los casos, la capacidad de lograr un acuerdo depende de que los negociadores alcancen condiciones mutuamente aceptables —que no es poca cosa cuando los países tienen poco en que están de acuerdo. El mes pasado, Venezuela liberó a 10 estadounidenses y devolvió a Estados Unidos para ser procesado a un contratista de la Armada conocido como “Fat Leonard” a cambio de que Estados Unidos liberara a un aliado del presidente Nicolás Maduro acusado de conspiración de lavado de dinero. En septiembre, cinco estadounidenses encarcelados durante años en Irán salieron libres en un acuerdo que supuso la liberación de casi 6,000 millones de dólares en activos iraníes congelados. Meses antes, Ruanda liberó a Paul Rusesabagina, quien inspiró la película “Hotel Ruanda”, tras una intervención diplomática de Estados Unidos. Y en 2022, Estados Unidos intercambió a un capo talibán del narcotráfico por un contratista estadounidense encarcelado en Afganistán, y a un tristemente célebre traficante de armas ruso por Griner. A medida que la diplomacia sobre la liberación de rehenes ha generado noticias de primera plana y se ha convertido en un área clave de atención —elevada en parte por la captura en octubre de decenas de rehenes en Israel por parte de Hamás—, las familias de los detenidos han luchado por la atención del gobierno estadounidense y la del mismo presidente Joe Biden. El presidente se ha reunido con algunas familias —sostuvo conversaciones en persona y virtuales con familias de rehenes estadounidenses retenidos en Gaza—, aunque algunas, como la familia Li, todavía buscan tener su primer encuentro. Kai Li, un inmigrante chino que inició un negocio de exportación en Estados Unidos, fue detenido en septiembre de 2016 después de volar a Shanghái. Fue puesto bajo vigilancia, interrogado sin un abogado y acusado de proporcionar secretos de Estado al Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés). El gobierno de Estados Unidos ha designado su detención como injustificada y un grupo de trabajo de Naciones Unidas calificó su sentencia de 10 años de prisión como arbitraria. Para complicar el asunto están las tensiones diplomáticas entre Estados Unidos y China, que se ven mutuamente como rivales estratégicos. Harrison Li considera la cumbre de noviembre pasado entre Biden y el presidente chino Xi Jinping como una oportunidad perdida para avanzar con más ímpetu hacia una resolución en el caso de su padre, y se pregunta qué medidas adicionales se pueden tomar. “Piensas: OK, ¿qué más puedes hacer? ¿Qué es algo que no estás haciendo apropiadamente o que podrías hacer mejor o que también podrías hacer?”, comentó Li. Maryam Kamalmaz no tiene rastros de su padre, Majd Kamalmaz, desde que el psicólogo de Texas fue detenido en un puesto de control en Siria en 2017 tras viajar allí para visitar a un familiar. Es uno de varios estadounidenses desaparecidos en Siria, incluyendo al periodista Austin Tice, a pesar de una visita de Carstens en 2020 para intentar negociar su liberación. “Otras familias conocen la condición de sus seres queridos. Saben lo que está pasando. En el caso de mi padre no ha habido un juicio, no ha habido un caso. No hay nada contra él. Básicamente desapareció en su sistema, desapareció por completo”, dijo Kamalmaz. Parte del trabajo de Carstens implica mantener comunicación constante con las familias. A veces las actualizaciones son alegres y a veces son dolorosas. Justo antes de la liberación de Griner, un representante de su oficina visitó a la hermana de Paul Whelan, un ejecutivo de seguridad corporativa de Michigan detenido en Rusia desde diciembre de 2018, para informarle en persona que Griner volvería a casa pero que Moscú se había negado a liberar a Whelan como parte del intercambio. Carstens dijo que acuerdos como ese, en que un detenido de un país es liberado pero otro no, “no son poca cosa” y pesan mucho en el ánimo de su equipo. “A menos que alguien baje de un avión, llegue a una pista en Estados Unidos y caiga en los brazos de sus seres queridos, no se puede hablar de un triunfo”, resaltó. El hermano de Whelan, David, emitió un comunicado tras la liberación de Griner donde pregonó su libertad y a la vez señaló la “decepción pública” por el continuo encarcelamiento de su hermano. En una entrevista, David Whelan dijo sentirse eufórico cuando los detenidos regresan, aunque reconoció tener sentimientos encontrados cuando se trata de pactos con Rusia que no involucran a su hermano. Lamenta que su hermano no esté en casa, pero tampoco cree que el gobierno de Estados Unidos haya desviado recursos hacia otros detenidos. Whelan señaló que, a fin de cuentas, “creo que el enemigo es el Kremlin. Y la gente que puede tomar la decisión está en el Kremlin”. JMRS |
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