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Gobernantes ineptos y prepotentes 


2024-01-30

Por | José M. Rodríguez Solar

"La autoridad humana no es jamás un fin, sino un medio"

No es acaso reprobable la conducta de muchos gobernantes de este mundo como causantes y responsables de tantas atrocidades, asesinatos, tragedias, injusticias, guerras, pobreza y miseria, que han convertido la Tierra en un infierno bajo sus malos gobiernos, sembrando el miedo, el terror y el pánico;  enriqueciéndose y sirviendo más al imperio del demonio que a sus pueblos. ¿Cuántos nombres de gobernantes actualmente tendrían que agregarse a la lista histórica del mundo en la que están registrados los más crueles de la humanidad, tales como Hitler, Nerón, Stalin o Calígula?

¿Quiénes son los más ricos del mundo que se enriquecen de la pobreza de millones de seres? ¿Quiénes son los que viven y fincan su riqueza de la fabricación de armas, propiciando crueles y atroces guerras? ¿Quiénes los que viven de la pornografía, del narcotráfico, la trata de personas,  traficando con migrantes, o bien corrompiendo a sus gobiernos de mil maneras? Lord Acton dijo en cierta ocasión: "El poder significa corrupción. Y poder absoluto significa corrupción absoluta".

Las conductas delictivas de esos hombres empoderados en el gobierno no se castigan ni se enjuician, ni siquiera se mencionan y se callan gracias al poder de su autoridad o a la influencia del dinero que ostentan. Si en cambio, se ensañan contra cualquier gente cuando comete un delito o un crimen, por más grande o pequeño que sea. En estos casos se prenden los reflectores y los alumbran para que todos los veamos. Algunas veces gente inocente. Aquí se ven las diferencias que hay en ambos casos y como resalta la inmunidad e impunidad de los privilegiados, como los gobernantes abusan y hacen alarde de su poder.

Si el mundo anda mal y está de cabeza, viviendo calamidades y soportando atrocidades, no es por culpa de Dios, sino de aquellos ineptos y corruptos que nos gobiernan. No es Dios el responsable de los males y atrocidades que nos aquejan. La Tierra era un paraíso, distinta a lo que es hoy: llena de amenazas, injusticias, tragedias, violencia y delincuencia, pobreza, y miserias y carencias, contaminación, desempleo, enfermedades, dolor y terror. El mundo padece todo tipo de males y perversidades. Falta de justicia sobre todo. Ni los ricos están exentos ni tampoco se salvan de algunos de estos males.

Jesús refiriéndose a los gobernantes los señalo con esta frase: "Ustedes saben que los gobernantes de este mundo tratan a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacen alarde de su autoridad frente a los súbditos". (Marcos 10,42-43)

El mundo ni la historia han cambiado, la historia se repite una y mil veces en distintos escenarios con distintos personajes. Jesús también mencionó refiriéndose a nosotros: "Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos". Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de los hombres". (Marcos 7:6-9)

Dios, en una época parecida a la que vivimos, llena de calamidades, hace miles de años,  hizo saber a los pueblos que las padecían el siguiente mensaje con el fin de aliviarlos, mismo que como hoy paso desapercibido:

"Si mi pueblo se humilla, rezando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos caminos, Yo, entonces, los oiré desde los Cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra". (2 Crónicas 7,14).

¿Qué población o gobierno estaría dispuesto a congregarse y pedirle perdón a Dios?

¿Acaso los judíos incrédulos le pedirían perdón a Jesucristo?

Benedicto XVI, durante su papado, refiriéndose a las dictaduras de Europa del Este y del Oeste en el siglo XX,  que sembraron el terror y la muerte,  recordó que "la autoridad cuando se ejerce sin una referencia a Dios termina inevitablemente por dirigirse contra el hombre". Es importante -dijo- reconocer que  "la autoridad humana no es jamás un fin, sino un medio cuyo fin es siempre la persona creada por Dios". "Una autoridad tan intensa, que tenga como único objetivo el verdadero bien de las personas, es una preciosa ayuda en el camino hacia la plena realización en Cristo, hacia la salvación y está en manos de la Iglesia.  La Iglesia se ocupa de ejercitar este tipo de autoridad que es un "servicio" y no la ejercita a título propio, sino en el nombre de Jesucristo, afirmó el Papa.



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