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Eagle Pass capta la atención en el enfrentamiento entre Texas y la Casa Blanca por la inmigración


2024-02-03

VALERIE GONZALEZ

EAGLE PASS, Texas, EU (AP) — Con una ceremonia con las sonoras trompetas del mariachi y el rítmico repiqueteo de los cascos de los caballos a punto de comenzar, el alcalde Rolando Salinas hizo una pausa para reflexionar que esta ciudad fronteriza de Texas es “más que sólo la crisis de inmigración que se ve en los medios”.

Vaqueros y vaqueras de Eagle Pass y Piedras Negras, México, se reunieron el viernes en uno de los dos puentes internacionales que comparten para iniciar una cabalgata de una semana al San Antonio Stock Show & Rodeo. Este ritual anual es un motivo de orgullo local incluso en un momento en el que Eagle Pass ocupa titulares por el enfrentamiento entre el gobernador de Texas, Greg Abbott, y el gobierno del presidente Joe Biden por la vigilancia fronteriza para impedir los cruces ilegales.

“Le muestra a uno la conectividad entre Estados Unidos y México”, dijo Salinas mientras observaba los preparativos para el evento anual “La Cabalgata Internacional La Grande”.

Unas horas después, unos 200 activistas tenían un ánimo festivo en la localidad cercana de Quemado antes de un mitin de “Take Back Our Border” (“Recuperemos nuestra frontera”) el sábado. Connie Hinton, de 56 años, dijo que acudió con su padre desde Austin, Texas, porque “ellos necesitan tener bajo control a las personas que están aquí ilegalmente”.

El mitin, que comenzó con un convoy de camioneros en Virginia, fue el indicio más reciente de cómo el incremento sin precedentes en la llegada de migrantes ha sacudido a Eagle Pass, una amplia ciudad de almacenes y casas deterioradas que muchas grandes cadenas de venta al por menor han pasado por alto.

Mission: Border Hope (Misión: esperanza en la frontera), un grupo que ayuda a los migrantes a establecer planes de viaje después de que la Patrulla Fronteriza los deja en libertad con citaciones para presentarse ante cortes de inmigración, ha visto como las llegadas diarias se redujeron a unas 20 en los últimos días, en comparación con picos de aproximadamente 1,200, dijo su directora Valeria Wheeler.

El refugio del grupo cerró antes del mitin del sábado por temor a posibles disturbios, a pesar de que los organizadores indicaron que planeaban una protesta pacífica.

Desde principios de enero, cuando Texas tomó el control del parque Shelby a orillas del río Bravo, Eagle Pass ha estado en el centro de una extraordinaria lucha territorial entre el gobernador republicano de Texas y la Casa Blanca, controlada por el mandatario demócrata.

El parque municipal, formado por campos de juego y un embarcadero y situado al final del distrito financiero del centro y junto a un campo de golf, está cerrado. A los agentes de la Patrulla Fronteriza no se les permite la entrada.

Alejandro Mayorkas, secretario federal de Seguridad Nacional, dijo el viernes que las acciones del gobernador eran “inadmisibles”.

“Es inadmisible que un funcionario público se niegue deliberadamente a comunicarse, coordinarse, colaborar con otros funcionarios públicos al servicio de los intereses de nuestra nación, y que se niegue a hacerlo con la esperanza de crear trastornos para otros”, declaró Mayorkas en una entrevista con The Associated Press.

Eagle Pass, que tiene unos 30,000 habitantes, se ha convertido en los últimos años en un importante corredor para los cruces ilegales, lo que llevó a Abbott a centrar su atención allí. La comunidad se encuentra en el sector de la Patrulla Fronteriza en Del Rio, Texas, que suele ser el más transitado de las nueve divisiones de la agencia en la frontera. En diciembre, cuando se batió un récord mensual con casi 250,000 arrestos por entradas ilegales, Del Rio registró 71.095, solo superado por Tucson, Arizona. San Diego, en California, fue el tercer sector más transitado.

Los visitantes han tenido dificultades para encontrar habitaciones de hotel a medida que aumenta la presencia de las fuerzas de seguridad estatales, y las cadenas más económicas cobran más de 200 dólares por noche, indicó Jorge Barrera, presidente de la Cámara de Comercio de Eagle Pass.

“Obviamente a todo el mundo le gusta crecer”, apuntó Barrera. “Pero cuando es un poco demasiado rápido, para la comunidad es un poco difícil mantener el ritmo”.

El viernes no se veían migrantes en los campos de hierba del parque Shelby mientras los efectivos de la Guardia Nacional de Texas desenrollaban alambre con cuchillas sobre los contenedores que salpican la orilla del río. Según el alcalde, en la víspera llegaron unas 200 personas, una cifra muy inferior a las registradas en diciembre.

Una dividida Corte Suprema permitió que la Patrulla Fronteriza corte los rollos de alambre colocados por Texas, por el momento, pero el estado sigue instalando más. El gobierno federal alegó que la alambrada obstaculiza su capacidad para patrullar la frontera y ayudar a los migrantes en problemas.

El ejecutivo de Biden dijo ante el alto tribunal que “Texas ha impedido de facto que la Patrulla Fronteriza vigile la frontera” en el parque Shelby. El estado, por su parte, defendió la medida y el fiscal general, Ken Paxton, indicó que “seguiremos defendiendo los esfuerzos de Texas para proteger su frontera sur” de los intentos del gobierno federal para socavarla.

En un rancho a las afueras de Eagle Pass donde los simpatizantes de Abbott se reunieron antes del mitin del sábado, los vendedores ofrecían gorras y banderas inspiradas en el movimiento MAGA de Donald Trump. Un cartel casero decía: “El gobierno federal ha perdido el rumbo. Su trabajo es proteger a los estados”.

Para Julio Vasquez, pastor de la Iglesia Luterana San Lucas en Eagle Pass, la campaña de Abbott es un desperdicio de dinero porque los migrantes “vienen con las manos vacías pidiendo ayuda”.

Alicia García, quien lleva toda la vida en la ciudad y evita el parque, pero el viernes acudió al festival en el cercano puente internacional, cuestionó el valor de los esfuerzos del gobernador porque las autoridades estadounidenses dejan libres a muchos de los solicitantes de asilo para que defiendan sus casos ante los tribunales migratorios.

“¿Entonces para qué tanto show?”, afirmó García, de 38 años. “Mejor quiten todo (...) si como quiera se van a cruzar.”



JMRS


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