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Dimensiones superiores que no vemos
Llucià Pou Sabaté Una actitud de paz Para comenzar a trabajar por la paz es importante comprender que suele ser en los momentos muy buenos (éxtasis) o muy malos (agonía) cuando se da esa motivación del cambio, necesaria para tener paz. Por ejemplo, cuando alguien ha sufrido ya mucho puede producirse una saturación, que produce la búsqueda del cambio. Solamente podrá tener paz aquél que se dedica a trabajar sobre sí mismo y no sobre los demás. Para lograrlo es necesario establecer un sistema de educación para la paz que se inicie en la más tierna infancia. Esto requiere que los progenitores y todas las personas relacionadas con la educación asuman un verdadero comportamiento pacífico, sustentado en la comprensión profunda del Amor y así se irá descubriendo que es precisamente el Amor la ley principal que rige el Universo. A veces se llega ahí después de una saturación, de un ver que los resultados siguen siendo inadecuados, y serán los mismos si seguimos haciendo las mismas cosas, si no cambiamos. Se trata de un pasar del agobio ante los conflictos mentales a una libertad donde el alma se deja llevar, se fía, sabe que aquello acabará bien… y si no está la cosa bien es que aún no ha acabado. Y por eso en el alma no se sufre ya, aunque la mente se resista y notemos en ella el zarpazo del sufrimiento, éste es así más liviano, en un proceso que va siendo más llevadero. Es como pasar de un nivel de frecuencia vibratoria densa donde domina la oscuridad, a una luz, a un nivel de frecuencia vibratoria mucho más alto, una vibración llena de energía vital, fruto de esa amplitud de contexto. Ante la saturación de información de hoy día, buscamos esta otra información (digamos más espiritual) para el alma, trabajamos la interioridad, el desarrollo de la consciencia a niveles de comprensión superiores. Esto, naturalmente, nos dará una positividad que se transparenta en nuestro exterior: hoy día viene a aplicarse al mundo de la empresa como soft skills, habilidades blandas que son parte de la inteligencia emocional y social y que pueden cultivarse. ¿En qué consiste esa luz? En adquirir intuición de verdades que no se ven, en cierta forma que nos ponen en relación con trascendernos a través de nuestra interioridad, hacia dimensiones superiores que no vemos, superar la percepción mental que por definición es una interpretación limitada por nuestra consciencia mental, a una apertura a través de la intuición, hacia la infinidad del Amor. Pues, más allá de la mente, la dualidad subjetivo-objetivo ya no existe, porque en ese nivel el conocedor resulta ser el conocido. Podemos incluso vernos como espectadores, y superar la limitación egoica. Esa realización se hace en el ser interno y esa experiencia multidimensional no puede estar contenida en ningún sistema de pensamiento. Cuando María Zambrano decía que la modernidad había perdido la verdad y el alma, se refería a eso: la mente ha tomado su lugar con el pienso, luego existo, dejando de lado otros aspectos más importantes. Y uno de ellos es esa verdad interior que nos transforma, pues –seguía diciendo la filósofa malagueña- en la filosofía moderna se busca una verdad que manifiesta pero no nos cambia, “una verdad que no sea transformativa no es verdad”. Por eso, la paz se alcanza con un trabajo interior, para que desaparezca cualquier conflicto dentro de nosotros, es decir, cuando se trasciende el ego y, por tanto, desaparecen los deseos egoicos. Al desaparecer estos, solo perdura una intención positiva (propósito espiritual). Está claro que la persona puede estudiarse desde distintos puntos de vista (espiritual, racional-sentimental, emocional o físico) y todos esos puntos de vista son necesarios para lograr una vida equilibrada, una visión integral de la persona. Como somos multidimensionales, hay muchos aspectos que influyen en nosotros, y son influidos por los demás. Pero en la base de todos ellos está un punto de vista espiritual (no identificado con lo religioso, sino con lo profundo de la persona, lo que sería una visión humanista) y su influencia sobre los otros puntos de vista. Pero esa búsqueda ha de ser sin ansiedad, sin un deseo impaciente, pues -dice el Tao- “el deseo perturba la mente y esta perturba al espíritu”. En la modernidad, junto a muchos conocimientos estupendos descubiertos por las disciplinas científicas, ha habido una disgregación de la persona que es algo negativo, una pérdida de la unidad que debemos recuperar, para intuir contextos mas amplios donde la realidad espiritual se integra mejor con los conocimientos racionales posibilitando la resolución de problemas aparentemente insolubles de los contextos anteriores. Es necesario romper con ciertos paradigmas establecidos que nos dan creencias limitantes, y forjar cada uno su propio paradigma, un paradigma que le ayude a captar dimensiones más profundas de la realidad y a elevarse espiritual y éticamente hacia una consciencia más cabal e integradora. JMRS |
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