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Colgados de Mbappé, divididos con Luis Enrique
París, 15 feb (EFE).- El PSG vive colgado de Mbappé y la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones contra la Real Sociedad fue un buen ejemplo de ello. Pero, además, sirvió para dividir más a la ciudad sobre el papel del entrenador, Luis Enrique, adulado por unos, criticado por otros. En una afición que vive desde hace meses pendientes de la decisión que tomará su estrella más brillante, queda un espacio para escudriñar el trabajo del técnico español, habituado a tener luz propia en los banquillos por los que ha pasado y que en el de las orillas del Sena está algo eclipsado por su jugador. Aunque, en el fondo, su futuro parezca bastante ligado al del jugador, porque el propietario catarí no parece que vaya a ser más indulgente con él que lo fue con sus antecesores y la vara de medir está en la Liga de Campeones, que se antoja inconquistable sin la mejor versión de Mbappé. La Real, el rival más duro Ante la Real Sociedad, que el propio Luis Enrique confesó que fue el mejor rival que ha pisado el Parque de los Príncipes desde que a principios de temporada se puso al timón del equipo, las dos tendencias quedaron claras. Mbappé abrió el marcador en la única vez que la maquinaria de Imanol Alguacil se desajustó y el entrenador fue juzgado tanto por sus errores en el once inicial como por su rectificación tras el descanso. Al delantero la dilación en desvelar su futuro le ha generado una luna de miel con la grada, que parece no querer hacer ningún gesto que desagrade al jugador y acabe con las esperanzas de que decida seguir su camino en París y, fiel a su estilo, paga esa adoración con un rendimiento deportivo extraordinario. El Parque de los Príncipes murmulla cada vez que toca el balón y ruge cuando lo hace en dirección a la portería rival, como si hubiera una fe ciega que de sus botas solo puede salir peligro. La presión de Alguacil logró mantenerle a raya más de una hora, pero solo necesitó un instante de despiste para romper la resistencia. Menos entusiasmo despierta Luis Enrique. El técnico español no ha obtenido una versión satisfactoria de juego colectivo y aunque con los meses sí se desprende una idea, el resultado no es concluyente. El planteamiento inicial ante la Real naufragó de forma evidente. El centro del campo hizo aguas, su sala de máquinas se sumergió ante la presión donostiarra y la idea de colocar al joven brasileño Lucas Belardo en el lateral izquierdo y dejar en el banquillo a Lucas Hernandez fue un coladero por el que Take Kubo llevó mucho peligro. Pero en el descanso supo rectificar. Según aseguraron los jugadores, las palabras de Luis Enrique en el vestuario cambiaron el aspecto del equipo. "Nos dijo que arriesgáramos más", dijo el guardameta Gianluigi Donnarumma. Lo mismo reconoció el delantero Bradley Bracola, autor del segundo tanto, pero también de un mal primer tiempo, a imagen de todo su equipo. Falta ahora por ver si la grada se quedará más con el Luis Enrique que erro o con el que supo rectificar, porque la figura del técnico puede ser clave en la configuración del nuevo equipo en el caso de que Mbappé haga mudanza el próximo verano. De ser el PSG de Mbappé, el equipo puede pasar a convertirse en el PSG de Luis Enrique, sobre todo si, como apuntan varias fuentes, la salida del delantero no acarrearía la llegada de ninguna gran estrella de ámbito mundial. Eso siempre que el técnico no se estrelle en Europa y Catar decida rendirle cuentas antes de tiempo. aranza |
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