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Médicos en la guerra en Ucrania: "Una película de terror"
Por Hanna Sokolova-Stekh | DW La anestesióloga Valentyna Lisnycha trata a soldados heridos y a víctimas de bombardeos en el Hospital Mechnikov, de Dnipro, a solo unos cien kilómetros de la línea del frente. "Es como si, de repente, nos encontráramos en una película de terror, y no pudiéramos salir. Se ha convertido en nuestra vida. No es algo que se pueda describir en palabras, tienes que verlo con tus propios ojos", dice a DW Valentyna Lisnycha, que trata a algunos de los pacientes en estado crítico como consecuencia de la guerra en Ucrania. Lisnycha dirige una unidad de traumatología, que trata a pacientes con heridas infectadas, en el Hospital Mechnikov de Dnipro. La mayoría son soldados de los campos de batalla cercanos del sur y el este de Ucrania. Pero los frecuentes ataques con misiles rusos hacen que las víctimas civiles también sean comunes. Es temprano por la mañana en el pabellón. Cirujanos y anestesiólogos se reúnen alrededor de sus pacientes. La gran mayoría son soldados cuyas heridas fueron causadas por balas, proyectiles y la caída de escombros. Casi ninguno puede moverse apenas, conectados como están a monitores y goteros intravenosos. Un médico se detiene para sostenerle la mano a un soldado durante un momento. Este responde con una sonrisa apenas perceptible. Junto a otra cama, una enfermera trata de averiguar qué tipo de golosinas le gusta al paciente. Le promete que su deseo se hará realidad y corre para terminar sus tareas. Los familiares de los pacientes ya llegaron al pabellón y esperan afuera a que comience el horario de visita. La "fábrica de sobrevivientes" Hay catorce operaciones programadas para hoy, sin contar las emergencias que podrían llegar aún. Los médicos llaman a este hospital la "fábrica de sobrevivientes". Soldados heridos llegan al Hospital Mechnikov luego de un tratamiento inicial en los llamados puntos de estabilización, que están justo detrás de las líneas del frente. Aquí, en Dnipro, los pacientes son sometidos a cirugía antes de ser transferidos, para hacer lugar a la próxima ola de pacientes. Hoy le toca a Andriy dejar Mechnikov. Cuando los sanitarios lo colocan sobre una camilla en la ambulancia, solo pregunta adónde lo llevan. "Este joven llegó inconciente", explica Valentina. "Ahora, al menos habla otra vez". Andriy tiene problemas para escuchar, y cada palabra es una lucha. "Solo quiero ir a casa con mi esposa y mis hijos", dice lentamente. Largos días y largas noches en el campo de batalla Es hora de que Valentina se dirija hacia el teatro de operaciones, del que no podrá salir antes de entrada la noche. Su próximo paciente es Nikita, un soldado de infantería. Está a punto de ser sometido a la primera de varias intervenciones quirúrgicas en su caja torácia. "Me atravesaron los pulmones", nos cuenta Nikita desde la mesa de operaciones. "La bala atravesó mi chaleco antibalas". Un par de metros más allá, Vitaliy también espera a ser operado. "Primero llegan los proyectiles, luego los drones te arrojan granadas, y finalmente te disparan los drones kamikazes..." Esas son sólo algunas de las armas rusas de las que Vitaliy tuvo que esconderse en su estrecha trinchera en el frente. Recuerda haber oído un dron kamikaze volando en su dirección. Tuvo el tiempo justo para hacerse un ovillo antes de que explotara y le hiriera los glúteos. Hoy, los cirujanos intentarán reconstruir sus músculos. Paciente número 24.356 Las operaciones del día han salido bien, pero el turno de Valentina todavía está lejos de finalizar. Estará de guardia toda la noche, y, de ser necesario, volverá a la sala de operaciones. El anochecer es el momento más álgido del día debido a las nuevas admisiones desde el frente de batalla. Una ambulancia se detiene frente al hospital. Los paramédicos traen a un hombre uniformado en una camilla. Está inconsciente y cubierto de quemaduras. Otro soldado ingresa. El personal del hospital escribió un número en el dorso de su mano: 24.356. Comenzaron a contar el primer día de la invasión a gran escala. Y este es sólo uno de varios grandes hospitales que tratan a las víctimas del campo de batalla. Médicos con síndrome de desgaste profesional "Todos nosotros estamos con burnout", dice Valentina, "pero entendemos que otros están sufriendo más". A pesar de eso, pocos doctores se han ido desde el comienzo de la guerra. Casi todos tienen familiares cercanos que están peleando en el frente. "Ya dejamos de preguntar a nuestros pacientes las causas de sus heridas", admite Valentina. "No es que no nos importe. Pero tenemos que tomar una cierta distancia de todo esto. No es cinismo, es cuidarnos a nosotros mismos".
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