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Valeriano, Santo


2024-04-14

Fuente: Santa Virgen María

Mártir

Biografía

San Valeriano fue un santo aristócrata romano, marido de santa Cecilia, y mártir de la Iglesia católica. Es el santo del día 14 de abril.

Este santo mártir, fue un noble romano, pero pagano en ese entonces que fue esposo de la también noble y santa Cecilia de Roma, gracias a un acuerdo con los padres de la joven. Valeriano fue convertido al catolicismo de forma milagrosa por Cecilia, y en la primera noche de bodas recibió el sacramento del Bautismo por el Pontífice San Urbano I.

Cuando, tras la celebración del matrimonio, la pareja se había retirado a la cámara nupcial, Cecilia dijo a Valeriano que ella le había entregado su virginidad a Dios y que un ángel cuidaba su cuerpo; por consiguiente, Valeriano debía tener el cuidado de no violar su virginidad.

Según la tradición el dialogo entre Cecilia y Valeriano fue así:

Cecilia: Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás las consecuencias; en cambio, si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí.

Valeriano: Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides.

Cecilia: Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo, verás al ángel.

Valeriano obedeció y fue al encuentro de Urbano, el papa lo bautizó y Valeriano regresó como cristiano ante Cecilia.

Valeriano pidió ver al ángel, y un día volvió a su propia casa, donde Valeriano vio a Cecilia en plena oración con el ángel que cuidaba siempre de ella y, él ya creyente convencido, rogó que también su hermano Tiburzio recibiera la misma gracia y así fue.

Martirio

El prefecto Turcio Almaquio condenó a ambos hermanos, Valeriano y Tiburzio a la muerte. El funcionario del prefecto, Máximo, fue designado para ejecutar la sentencia. Pero se convirtió al cristianismo y sufrió el martirio con los Valeriano y su hermano. Cecilia enterró sus restos en una tumba cristiana. Luego la propia Cecilia fue buscada por los funcionarios del prefecto. Fue condenada a morir ahogada en el baño de su propia casa. Como sobrevivió, la pusieron en un recipiente con agua hirviendo, pero también permaneció ilesa en el ardiente cuarto. Por eso el prefecto decidió que la decapitaran allí mismo. El ejecutor dejó caer su espada tres veces pero no pudo separar la cabeza del tronco. Huyó, dejando a la virgen bañada en su propia sangre. Cecilia vivió tres días más, dio limosnas a los pobres y dispuso que después de su muerte su casa debía dedicarse como templo. El papa Urbano I la enterró en la catacumba del papa Calixto I, donde se sepultaban los obispos y los confesores.



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