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El próximo gobierno de México se prepara para una eventual victoria de Trump
Por The New York Times Funcionarios y asesores mexicanos anticipan un cambio drástico en las relaciones con EE. UU. en caso de que Donald Trump gane en noviembre. Estudian sus entrevistas, se preparan para deportaciones masivas y elaboran propuestas de políticas para llevar a la mesa de negociaciones. Mientras México se dirige a sus elecciones presidenciales, programadas para el mes que viene, funcionarios y asistentes de campaña también se están preparando para otros comicios: una votación en Estados Unidos que podría llevar de vuelta a Donald Trump a la presidencia. La última vez que Trump asumió el cargo, su victoria sorprendió a muchos de los aliados de Estados Unidos, y su diplomacia reforzada por amenazas los obligó a adaptarse sobre la marcha. Ahora tienen tiempo para anticipar de qué modo una victoria de Trump podría cambiar las relaciones que el presidente Joe Biden ha intentado normalizar, y se están preparando con ahínco para una conmoción. Para algunos, lo que predomina es el recuerdo de negociar con Trump durante su mandato, cuando utilizó amenazas extremas contra México. ¿Qué se requirió en ese entonces para llegar a un acuerdo con el equipo de Trump? “Tiempo, paciencia, sangre fría”, dijo en una entrevista el exsecretario de Relaciones Exteriores de México Marcelo Ebrard. “Si entiendes esto, se puede ganar. No es sencillo”. En México, funcionarios afirman que trabajar con Trump podría ser aún más complejo en esta ocasión. El expresidente ha prometido “la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos”, lanzó la idea de imponer aranceles del 100 por ciento a los automóviles chinos fabricados en México y prometió desplegar a las Fuerzas Especiales de EE. UU. para, según dijo, “librar la guerra contra los cárteles”. Tras bastidores, el gobierno mexicano sostiene conversaciones con personas cercanas a la campaña de Trump sobre algunas propuestas, como la amenaza del expresidente de imponer un “arancel universal” a todos los bienes importados, y trabaja para resolver los desacuerdos comerciales antes de las elecciones estadounidenses, según un alto funcionario mexicano que no estaba autorizado a brindar declaraciones en público. El objetivo, según el funcionario, es dejar al próximo gobierno mexicano lo más preparado posible para interactuar con Trump. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, forjó una relación de trabajo cercana con Trump en los primeros años de su gobierno, a pesar de las amenazas reiteradas de Trump de imponer aranceles a México y hacer que el país pagara por un muro fronterizo. Pero López Obrador dejará la presidencia cuando termine su mandato luego de las elecciones presidenciales de junio, y las encuestas dan una ventaja significativa a su protegida, Claudia Sheinbaum, ex jefa de gobierno de Ciudad de México. Las reglas tácitas de la relación entre López Obrador y Trump eran que México hacía todo lo que podía en materia de migración y la Casa Blanca lo dejaba avanzar con sus prioridades nacionales sin entrometerse. Eso pareció funcionar para ambos. El líder mexicano ha elogiado a Trump por respetar la soberanía mexicana. Trump, por su parte, ha llamado al mandatario mexicano “amigo” y “gran presidente”. Pero no está claro cómo se relacionaría Trump con cualquiera de las dos principales candidatas presidenciales. “Con el presidente Trump o con el presidente Biden vamos a tener buenas relaciones”, dijo Sheinbaum en una entrevista. “Siempre vamos a defender a México y a los mexicanos en Estados Unidos, y queremos una relación de igualdad”. Xóchitl Gálvez, la principal candidata de la oposición, afirmó que ella también podría trabajar con cualquiera de los dos como presidente. “Obviamente yo prefiero trabajar con un caballero de trato respetuoso y cortés como Joe Biden”, declaró Gálvez a The New York Times. “Pero en mi vida profesional y política también he lidiado con distintas versiones de las masculinidades”, añadió. No sería la primera vez, dijo, en enfrentarse “con un personaje que tiene una masculinidad complicada. Así es que puedo trabajar perfectamente con Donald Trump”. Asistentes de la campaña están trazando planes para cualquiera de los dos resultados. “No estoy preocupado, pero vamos a estar preparados”, dijo Juan Ramón de la Fuente, miembro del equipo de Sheinbaum, refiriéndose a una posible victoria de Trump. “Nos estamos preparando para ambos escenarios”. En cuanto a la migración, “tenemos que ser más eficaces en la disminución de los cruces irregulares”, dijo De la Fuente, quien recientemente fue embajador de México ante las Naciones Unidas y es visto como un candidato potencial a secretario de Relaciones Exteriores en caso de que Sheinbaum llegue a la presidencia. Pero también señaló que las leyes estadounidenses funcionan como “un incentivo no muy sano” que contribuye a impulsar la migración, “porque en el momento en que tocas tierra, eres candidato al asilo”. Algunos funcionarios de México consideran que el país tiene más influencia en sus relaciones con Estados Unidos que en el pasado. La Casa Blanca se ha apoyado mucho en López Obrador para frenar la migración en la frontera sur de EE. UU., y esa cooperación le ha dado a México una influencia significativa en uno de los temas más importantes de la política estadounidense. “En términos estructurales, México está ganando más poder con respecto a Estados Unidos”, dijo Ebrard. La economía mexicana ha funcionado relativamente bien en años recientes, y, para Estados Unidos, sus fábricas se han convertido en una alternativa interesante a China. “Cualquier gestión de Estados Unidos lo necesita para su política migratoria”, afirmó, refiriéndose a México. “La tensión geopolítica favorece en cierto modo un México más fuerte”. Ebrard, quien forma parte de la campaña de Sheinbaum y es visto como un posible integrante de su gabinete si gana, dirigió las negociaciones con los asesores de Trump cuando estaba en la Casa Blanca. En materia de comercio, “su prioridad era la reforma laboral, el aumento de los salarios en México”, dijo Ebrard. Eso era aceptable para México, debido a que el gobierno de López Obrador había hecho campaña con una plataforma política de izquierda y se había comprometido a aumentar los salarios de los mexicanos. En cuanto a la migración, la petición real era mucho más difícil de satisfacer. Trump quería “una reducción drástica” de los cruces fronterizos, dijo Ebrard, pero no estaba de acuerdo con México en invertir en formas de abordar las causas que llevan a la gente a migrar. Aun así, México pudo presionar al gobierno para que tomara en cuenta su enfoque, dijo. En diciembre de 2018, el gobierno de Trump se unió a un esfuerzo liderado por México y comprometió miles de millones de dólares en inversiones privadas y públicas para Centroamérica, aunque meses después el expresidente se movilizó para cortar toda la ayuda a la región en respuesta a las caravanas migrantes. El gobierno mexicano ha sido criticado por obtener muy poco a cambio de aceptar a decenas de miles de solicitantes de asilo devueltos a México con la política de la era Trump conocida como “Quédate en México”. Pero su sexenio también tuvo victorias claras, incluida la renegociación del tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. Gálvez argumentó que el gobierno perdió la oportunidad de garantizar más derechos para los mexicanos indocumentados en Estados Unidos y proteger a los migrantes varados en México, pero también elogió el acuerdo comercial. “En ese sentido, México ganó, ganó bien con Trump”, dijo Gálvez, añadiendo que Trump nunca llegó a imponer los aranceles con los que amenazó. “No resultó tan mal”. aranza |
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