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Caminando por caminos de vida
Por | José Gea Escolano No podemos perder los encuentros con el Señor, sobre todo, quienes vivimos una misma ilusión cristiana y queremos seguir sus caminos. He dicho "sus caminos" porque normalmente tenemos tendencia a seguir "nuestros caminos", caminos que, con frecuencia, no conducen a ninguna parte; y hay mucha gente que no sabe hacia dónde está caminando. Quienes hemos recibido la fe e intentamos caminar hacia esa meta que Jesús nos descubrió y nos invitó a conseguir, sabemos que los caminos importantes no son los nuestros, sino los del Señor. Son éstos los caminos verdaderos, los auténticos, los que tienen contenido, aunque a veces sean sendas casi inaccesibles y por las que es difícil caminar. Pero en un camino lo que hay que ver es si conduce o no a la meta deseada. Hay caminos anchos y cómodos pero que no conducen a la vida. ¿Recordáis que algo de esto nos dijo el Señor?: "« Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran" (Mt. 7, 13-14). Pero es que, además, dijo: « Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn. 14, 6). Y si es el camino y nuestra meta es el Padre, hemos de llegar al Padre por Él. Para recorrer el camino se necesita luz. También Él dijo "yo soy la luz del mundo". Con frecuencia vivimos entre brumas y oscuridades; la oscuridad de nuestros pecados, de nuestros defectos, de nuestros intereses... Pero los caminos del Señor son luz y paz y alegría, caminos que conducen a la vida y a la plenitud. Y cuando uno se decide a caminar bajo la luz de Cristo, va encontrando la felicidad, la paz y la alegría que no encuentra cuando sigue sus propios caminos. Por ello me dirijo a vosotros, mis queridos jóvenes amigos, y os animo a encontrar el camino de vuestra vida; no es el camino que os puede gustar más o menos, sino el camino que os señala el Señor y que es el único que os puede conducir a la meta que Dios os ha señalado. ¿No os parece que ya sería el momento de plantearos en serio cuál es el camino que Dios ha pensado para vosotros? ¿el camino estrecho del matrimonio? ¿el camino estrecho del sacerdocio? ¿el camino estrecho de la consagración? Y es que todos los caminos que conducen a la vida son estrechos. No temáis adentraros por ellos aunque os parezcan difíciles e incómodos; son los caminos de la cruz que Él mismo recorrió. El Señor nunca os dejará solos, nunca os dejará en la estacada, nunca os abandonará. Es maravilloso que un joven cristiano se fíe del Señor, y que se adentre por los caminos del futuro con la confianza en el amigo Jesús, el Señor, el Amigo, el Salvador. Preguntadle con toda sinceridad "¿cuál es mi camino?" Nunca tengáis miedo a caminar con Jesús. ¿Os acordáis de aquello de "No temáis, yo estoy con vosotros"? ¿Os acordáis de cuando Jesús se unió a los dos discípulos que, desilusionados, caminaban hacia Emaús? Les acompañó, dialogó con ellos. Le conocieron al partir el pan y cambiaron su ruta, pero corriendo.
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