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Acuicultura: ¿maldición o bendición?


2024-05-30

Por | Michael Marek, Jörn Breiholz

Más de la mitad del pescado y el marisco que se consume en el mundo procede de la acuicultura. En Bremerhaven se investiga cuán sostenible es.

En el histórico puerto de Bremerhaven, en la costa alemana del Mar del Norte, sobresale el moderno edificio de cristal y acero del Instituto de Ecología Pesquera de Thünen, donde se investigan el mundo marino, la acuicultura, la biodiversidad y los peces migratorios por encargo del Ministerio Federal de Alimentación y Agricultura de Alemania.

En la instalación de investigación, especialistas se dedican a la producción de organismos que viven en el agua.

A diferencia de la pesca de captura, la acuicultura consiste en criar salmones, carpas y tilapias, así como cangrejos, mejillones y algas, en condiciones controladas. La acuicultura es prácticamente agricultura bajo el agua.

"En muchos continentes, especialmente en Asia, la acuicultura es igual de importante que la agricultura. Sin la acuicultura, no podríamos alimentar a la humanidad", asegura Reinhold Handel, Director del Instituto de Ecología Pesquera de Thünen.

Alta demanda de pescado de piscifactoría

Hace 40 años, la acuicultura representaba menos del diez por ciento del consumo mundial de pescado, con poco más de siete millones de toneladas. En 2020, ya representaba el 49 por ciento, es decir, 88 millones de toneladas, aproximadamente lo mismo que la industria pesquera.

Si se incluye el cultivo de algas, la acuicultura produce incluso más alimentos acuáticos que la pesca de captura.

Esto se debe principalmente a un país: China produjo con diferencia la mayor cantidad de pescado procedente de la acuicultura, casi 37 millones de toneladas en 2020. En comparación, Europa solo produjo tres millones de toneladas de pescado de acuicultura ese año.

¿Pero cuán sostenible es la producción de todo tipo de pescado para alimentar a la población global?  Reinhold Hanel explica que el salmón, el pescado comestible más popular en Alemania, "tiene una necesidad básica de calidad alimentaria relativamente alta como carnívoro". Lo mismo vale para el atún, la dorada y la lubina, "peces que no se crían para alimentar al mundo, sino para servir a un nicho de mercado”, agrega.

Harinas animales y proteínas vegetales

En su hábitat natural, estos peces depredadores se alimentan de otros peces y crustáceos. En la acuicultura actual, sin embargo, el 90 por ciento de la alimentación consiste en harina animal y proteínas vegetales, sobre todo, proteínas de soja.

El especialista en acuicultura y nutrición de peces Ulfert Focke detalla que el alimento de origen vegetal tiene que ser procesado industrialmente y la soja tiene que ser transportada desde Sudamérica, hasta las piscifactorías de Noruega, Islandia o el Mediterráneo.

Si bien los peces depredadores son inadecuados para alimentar a una población mundial en crecimiento, los estudios científicos del Instituto de Ecología Pesquera de Thünen han demostrado las ventajas de la piscicultura.

"La acuicultura requiere muchos menos recursos que los organismos terrestres como el ganado vacuno, los cerdos o los pollos. El pescado sirve para producir una cantidad relativamente grande de alimentos con un aporte energético relativamente bajo", sostiene Focke.

Por su parte, Hanel afirma que los principales puntos débiles de la piscicultura industrial ya no existen: "La cría del salmón es un ejemplo clásico, donde se cometieron todos los errores, el volcado de fiordos, el uso de antibióticos y las enfermedades víricas. La industria se ha establecido y, ahora, las cosas están mejor que antes".

¿Sienten dolor los peces?

En Bremerhaven, los especialistas también investigan el impacto de la acuicultura en los peces: "El bienestar de los animales es cada vez más importante y también uno de los principales focos de nuestra investigación, dice el director Hanel, y agrega que "el debate avanza hacia el reconocimiento de que los peces también sienten dolor".

Finalmente, desde el punto de vista de la sostenibilidad, Reinhold Hanel recomienda comer peces como la carpa o la tilapia, por su baja huella ecológica.


 



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