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Los querubines y la espada de fuego
Por | Agustín Fabra Harás, además, dos querubines de oro macizo; los harás en los dos extremos del propiciatorio: haz un querubín en un extremo y el segundo en el otro. (Éxodo 25:18) LOS QUERUBINES EN EL CRISTIANISMO En la angelología cristiana, un querubín es un tipo de ángel del segundo coro angélico de los nueve que existen. Su nombre proviene del hebreo keruv, cuyo plural es keruvim. En latín su nombre es cherub y el plural cherubim. Su nombre, según el cristianismo, significa los próximos o los segundos, en referencia al coro angélico liderado por los serafines. Se les suele representar con la forma de un niño con alas, o solamente la cabeza del mismo con un ala en cada lado. Tienen una característica de guardianes y, al mismo tiempo, de carruaje. Se dice que las alas de los querubines se juntaban las unas con las otras, por lo que da la imagen de un grupo heterogéneo, constituyendo una especie de carroza celestial: Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente (Ezequiel 1:9). Su desplazamiento es veloz: Y los seres iban y venían con el aspecto del relámpago (Ezequiel 1:14). Con el trascurrir de los siglos la imagen de los querubines se asimiló a la de un ángel niño. La etimología hebrea para keruv tiene el mismo significado de angelito. Los querubines son seres que pueden ser vistos sólo por quienes son elevados a una dimensión superior, es decir, a un estado en que el cielo se abre para ellos. LOS QUERUBINES EN EL JUDAISMO En algunas tradiciones del judaísmo se tiene la creencia en la existencia de ángeles, y los querubines son incluidos en la jerarquía angelical, aunque la existencia de los ángeles es generalmente muy controvertida dentro del judaísmo rabínico tradicional. Hay, sin embargo, una amplia gama de opiniones sobre lo que los ángeles son en realidad, y cómo se deben interpretar los pasajes bíblicos relacionados con ellos. Hay otra opinión filosófica, la del Rabí Moshe ben Maimón, más conocido como Maimónides (1135-1204), quien tenía una interpretación neo-aristotélica de la Biblia. Maimónides escribió que el hombre sabio ve que a lo que la Biblia y el Talmud se refieren como ángeles, son en realidad alusiones a las diversas leyes de la naturaleza; son, según él, los principios por los que el universo físico está presente (Guía de los Perplejos 2:4 y 2:6). LOS QUERUBINES EN OTRAS RELIGIONES Los persas también incorporaron kerubes o querubines guardianes, tal como puede verse hoy en día en las ruinas de Persépolis, en Irán. Tenían algunas figuras de Mitra con cuerpo de hombre, cabeza de león y cuatro alas. A través del mazdeísmo o zoroastrismo y sus jerarquías angélicas, el término keruv pasa a designar en parte de las escrituras cristianas, un tipo de ángel o mensajero divino. Durante la cautividad babilónica este término pasó a la Biblia hebraica, y asía preparó el traspaso al Nuevo Testamento, el cual le dio forma definitiva. La palabra keruv se encuentra testimoniada en acadio, asirio y babilónico, en escritura cuneiforme. De ahí pasó al hebreo, al griego y al latín. Para esas culturas el querubín era un genio alado, guardián sagrado de las puertas, en forma animal, especialmente bajo la forma de un toro alado con cabeza humana. Se usaba como figura de un genio apotropaico, o sea, relacionado con un rito que, por su carácter mágico, se creía que alejaba el mal y propiciaba el bien. Debido a ello es que se encuentra en las puertas del templo de Ishtar de Babilonia, que están conservadas en el Museo de Bérgamo, en Berlín; en las colecciones de arte mesopotámico del museo arqueológico de Estambul; en el British Museum de Londres, y en el Museo del Louvre de París. La forma angélica que adoptaron los querubines en el cristianismo se asemeja más a la de los putti o amorcillos, acompañantes de la diosa Venus y de su hijo Cupido, en la cultura grecorromana. LOS QUERUBINES Y LOS SEMITAS Entre los semitas, el querubín era una especie de monstruo alado cuya tarea era la de impedir el acceso o la agresión a un lugar determinado. Se ha encontrado querubines como guardianes del jardín divino (Ezequiel 18:14-16); dos figuraban sobre el Arca de la Alianza (Éxodo 25:18 y sig.); Salomón colocó otros dos en el Templo (1ª. Reyes 6:23 y sig.; 8:6 y sig.); sobre ellos cabalga Dios (Salmo 18:10-11) o son los portadores de su trono (Ezequiel 9:3; 10:1-22; Salmo 80:1). LOS QUERUBINES Y LA ESPADA DE FUEGO A los querubines se suma la espada de fuego, una realidad independiente que se mueve por propio impulso; quizás la objetivación mítica del relámpago o el rayo (Jeremías 47:6; Salmo 104:4). Tiglatpiléser I, rey de Asiria (1115-1077 a.C.) colocó una monumental espada de bronce en las ruinas de Hattusas, ciudad que había sido destruida, avisando con ello que nadie osara reconstruirla. LOS QUERUBINES EN EL EDEN El libro del Génesis cuenta que tras haber sido expulsados del Edén Adán y Eva, Dios puso querubines en el huerto del Edén para custodiar el huerto, y les dejó una espada ardiente que se revolvía para impedir que el hombre accediera de nuevo al Edén, y también que no pudiera comer el fruto del Árbol de la Vida, el cual proporciona inmortalidad, evitando así que ni Adán ni sus descendientes vivieran eternamente. aranza |
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