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Última carta de un condenado a muerte
Por | Cardenal Van Thuan La vida de san Teófano Vénard, escrita por el P. Trochu, es el largo relato, detallado y conmovedor, de una vida de un misionero en el Vietnam, en el siglo XIX. Teresa de Lisieux lo escogió como hermano espiritual. Arrestado y encarcelado en una jaula, condenado a muerte por orden real, mientras esperaba la ejecución tuvo tiempo para escribir a su familia varias cartas que los cristianos se encargaban de hacer llegar a sus destinatarios. Ved en qué términos hablaba de su cercana muerte: «El mundo ya no tiene ningún atractivo para mí. Lo que los hombres tienen por felicidad, yo lo tengo por basura. Para mí el tiempo se va a acabar. Mi alma es como el espejo de un lago tranquilo, o como el cielo azul. No siento la pérdida de nada de aquí abajo y sólo espero beber en la fuente de aguas vivas de la vida eterna». «Pronto diré adiós a la tierra y subiré al cielo, el lugar del descanso eterno de los santos, a escuchar melodías que el oído humano nunca escuchó, a contemplar bellezas que el ojo nunca vio y a gozar de una felicidad que el hombre nunca conoció». «Estoy llegando a la hora tan esperada...». «Dios ha elegido a los humildes para confundir a los poderosos». «Yo soy la flor que el Maestro va a cortar para su jardín del cielo. Nosotros somos las flores que el Maestro cultiva en los jardines del mundo y que pronto cortará unas tras otras. Yo, como florecita, partiré pronto, a la espera de encontrarme lleno de alegría y felicidad que no tendrán fin». El 2 de febrero de 1861, su cabeza cayó bajo el sable, en el puente de los Papeles (Hanoi, Vietnam), a los treinta y cuatro años de edad... Dos semanas después, un pescador la sacó del agua y la entregó a los representantes del obispo. JMRS |
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