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Estados Unidos está inquieto por el futuro tras el atentado contra Trump


2024-07-18

Por Emily Cochrane, Shawn Hubler, Rick Rojas, Kurt Streeter, Amy Qin | NYT

No se pueden ignorar las profundas divisiones ideológicas, culturales y partidistas del país. Las encuestas muestran que Biden y Trump están en una contienda reñida.

Antes del sábado, cuando Butler, Pensilvania, se convirtió en el más reciente escenario que ha sido conmocionado por la furia política del país, el alcalde Bob Dandoy consideraba su ciudad como un lugar que había aprendido a trabajar más allá de las líneas partidistas. Como demócrata en un bastión republicano, había hecho campaña basándose en el consenso.

“Nunca he visto un bache en la calle que sea republicano o demócrata”, dijo Dandoy, profesor de inglés de bachillerato jubilado de 71 años, a sus votantes. “O un parque infantil republicano o demócrata. O un incendio republicano o demócrata que el departamento de bomberos tiene que apagar”.

El sábado, Dandoy estaba cenando con su familia cuando un miembro del Concejo Municipal le envió un mensaje de texto. Un espectador había muerto en el mitin de campaña de Donald Trump en un recinto donde se celebran ferias agrícolas y dos más tenían heridas graves. Una bala había rozado la oreja derecha del expresidente. El tirador, un joven de 20 años con un rifle estilo AR-15 que actuó solo, fue neutralizado a tiros por el Servicio Secreto. Todo esto sucedió en la pequeña ciudad de unos 13,000 habitantes donde Dandoy ha vivido toda su vida.

Desde entonces, la discordia nacional ha caído sobre Butler con tal fuerza que esta semana hizo colapsar el sitio web de la ciudad. Por medio de correos electrónicos se acusó a la ciudad de no proteger a Trump e incluso llegaron a decir que querían convertirlo en un objetivo. Las personas que llamaban por teléfono exigieron que la ciudad admitiera que los partidarios de Trump habían planificado el atentado. El alcalde ha tratado de recordarles a todos que Butler es una comunidad que logra cosas buenas, que ha superado junta los desacuerdos. Sin embargo, Dandoy dijo que el trauma ha sido abrumador.

“La gente está en estado de shock”, dijo. “Y no puedo soltar una perogrullada ni dar un discurso y decir que todo está bien”.

A medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2024, ese desasosiego no se limita a Butler. En entrevistas desde la costa oeste hasta el sur profundo, estadounidenses de todos los partidos afirman estar profundamente aprensivos y no solo por el atentado contra la vida de un candidato presidencial el fin de semana pasado.

“Es como si una nube oscura se posara sobre nosotros y no se fuera”, aseveró Fredes Asuncion, de 34 años, propietaria de un pequeño negocio en Sacramento, California.

“Es hora de que tengamos, sin juego de palabras, una reunión para ‘obtener una revelación’”, afirmó Jamal Bryant, pastor principal de la Iglesia Bautista Misionera New Birth en Stonecrest, Georgia, tras calificar el tiroteo como un “despliegue del código moral del país”.

Brent Leatherwood, líder de la división de políticas públicas de la Convención Bautista del Sur en Nashville, Tennessee, contó que desde el tiroteo había escuchado a varios líderes de iglesias conservadoras y se hizo eco de sus preocupaciones. “Nuestro país no está bien”, dijo.

Las encuestas nacionales aún no reflejan plenamente el tiroteo del sábado ni el llamado del presidente Joe Biden al día siguiente a “bajar la temperatura en nuestra política”. Tampoco tienen en cuenta todavía la Convención Nacional Republicana en Milwaukee, donde Trump, el candidato presidencial republicano, nombró al senador por Ohio, JD Vance, como su compañero de fórmula. El sábado, Vance escribió en la red social X, sin ofrecer pruebas, que la retórica de la campaña de Biden “provocó directamente el intento de asesinato del presidente Trump”.

Los asesores de la campaña republicana han dicho que el expresidente —cuyo mandato comenzó con advertencias sobre una “masacre estadounidense” y culminó con la insurrección del 6 de enero— pedirá unidad el jueves cuando hable en la convención. Sin embargo, también han dicho que Trump se centrará en “lo que hice y cómo voy a hacerlo de nuevo”.

No se pueden ignorar las profundas divisiones ideológicas, culturales y partidistas del país. Las encuestas muestran que Biden y Trump están en una contienda reñida. Ni la convulsión por la edad y la agudeza mental del presidente ni la condena legal de Trump por 34 delitos graves por pagos a cambio de silencio han inspirado tanto cambio.

Casi dos tercios de los adultos estadounidenses declararon a The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research en diciembre que la democracia misma podría depender de quién gane las elecciones presidenciales en noviembre. El 87 por ciento de los demócratas dijo que Trump debilitaría la democracia de ser reelecto y el 82 por ciento de los republicanos dijo lo mismo sobre Biden.

Al mismo tiempo, los votantes se han enfadado con la boleta electoral de otoño: una mayoría le dijo al Centro de Investigaciones Pew que, si pudieran, remplazarían a Trump y Biden. Desaprueban, decididamente, a la Corte Suprema y al Congreso.

Incluso antes del tiroteo en Pensilvania, los estadounidenses “apenas se hablaban entre sí”, señaló Timothy Naftali, historiador presidencial que da clases en la Universidad de Columbia. El resultado, afirmó, ha sido un estado de ánimo nacional “inestable, inquieto, incierto, irritante y ansioso” desde las elecciones de 2016.

En mayo, una encuesta marista registró un desdén tan arraigado que muchos estadounidenses consideraban probable o muy probable una segunda guerra civil en su lapso de vida.

Desde el tiroteo, líderes políticos de todo el espectro, incluido Biden, han condenado la violencia política. Pero se han visto socavados por la furia partidista.

“Los demócratas querían que esto sucediera”, publicó la representante por Georgia, Marjorie Taylor Greene. Un senador estatal por Tennessee escribió, y luego borró, una publicación que decía que “el extremismo del régimen MAGA nos ha traído a este momento”. En Facebook, un director de campo del representante demócrata por Mississippi Bennie Thompson escribió, y luego eliminó, “por favor, tomen algunas lecciones de tiro”. La oficina de Thompson repudió el mensaje.

En Tennessee, el alcalde demócrata de Nashville, Freddie O’Connell, informó que en los últimos días un paso peatonal con los colores del arcoíris que fue pintado en honor a la comunidad LGBTQ+ de la ciudad había sido vandalizado. Supremacistas blancos ondeando banderas nazis habían hecho repetidas apariciones en el centro. “Mi mayor temor”, dijo, “es que el tejido social, incluso a nivel local, siga deteriorándose”.

Garen Wintemute, médico de emergencias que dirige el Centro de Investigación sobre la Violencia con Armas de Fuego de California en la Universidad de California, campus Davis, dijo que los estadounidenses que no son extremistas necesitan urgentemente volverse más asertivos.

En un estudio nacional que se encuentra en su tercer año, dos tercios de los estadounidenses en 2022 y tres cuartos en 2023 rechazaron la violencia política y consideraron que nunca estaba justificada e, incluso entre aquellos que toleraban la violencia política, una gran mayoría aseguró que no la cometerían ellos mismos. Muchas personas no solo rehúyen las peleas políticas sino que evitan por completo la política, señaló.

“Los estadounidenses en el medio han estado actuando como espectadores de un choque de trenes, pero todos estamos en el mismo tren”, afirmó. “Y, si el tren cae por un precipicio, todos caeremos con él”.

Wintemute dijo que, como cualquier comportamiento nocivo, la violencia política puede disuadirse en gran medida si una mayoría la rechaza de manera explícita.

“Las decisiones de una persona sobre sus conductas de salud están poderosamente influenciadas por lo que dicen y hacen sus familiares, amigos, comunidades, miembros del clero y otros”, aseveró. “Tenemos que decir: ‘No aceptaré la violencia política. No seré parte de eso’”.

Eso se aplica a los candidatos, afirmó Naftali, el historiador presidencial.

“El rumbo que tomemos dependerá de una serie de factores”, afirmó. “Pero, si los ciclos anteriores de violencia política nos dicen algo, es que uno de esos factores será cómo nuestros líderes —y lo defino en términos generales— se explican a sí mismos, y a nosotros, dónde estamos y hacia dónde vamos. Y una de las voces más importantes será la voz de la propia víctima”.

Naftali dijo que Biden ya había hecho los gestos tradicionalmente apropiados, al llamar a Trump para desearle una pronta recuperación y pronunciar un discurso televisado deplorando el ataque e insistiendo en que “no podemos permitir que esta violencia se normalice”.

Ahora, aseveró, es el turno de Trump, aunque la historia muestra que suele intensificar la retórica, en vez de atenuarla.

“No soy ingenuo”, dijo. “No todo el mundo puede cambiar. Pero, cuando pensamos en el rumbo que tomemos a partir de ahora, debemos tener en cuenta que Donald Trump lo tiene en su poder. Como fue la víctima, debido a la devoción de sus seguidores y a que su convención es la primera, la suya será la voz más fuerte e influyente para determinar la dirección que tome el país en este punto de inflexión”.

“A veces se necesita una crisis para que los estadounidenses salgan de un estancamiento”, añadió. “Por supuesto, pensé que esa crisis sería lo ocurrido el 6 de enero. Y es obvio que eso no bastó”.


 



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