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El fantasma del mundo feliz 


2024-08-12

Por | Alfredo Garland Barrón

¿Vamos hacia un escenario post-humano?

En el año 1932 el escritor británico Aldous Huxley publicaba la novela "Un mundo feliz". En ella avizoraba una sociedad perfecta, lograda en base a la manipulación genética y a una inflexible organización social que diferenciaba a aquellos genéticamente "sublimes" de los "menos privilegiados", los "imperfectos", en cuyos hombros recaía el trabajo pesado y agobiante.

Para muchos no estarían lejos los días en que los avances tecnológicos, científicos y genéticos hagan realidad esta utopía. En su libro "Rehaciendo el Edén" el biólogo Lee Silver vislumbraba precisamente la pesadilla de un "mundo feliz" cuando predecía que estaba cercano el momento en que la biotecnología y la eugenesia harían posible la existencia de un sistema en que convivirían dos "clases" de seres humanos: los suficientemente ricos para costear el engrandecimiento genético de sus descendientes, los llamados "Gen Rich"; y los "Naturales", un nivel inferior ocupado por los pobres y desaventajados, sin recursos para alcanzar el pleno desarrollo genético. Los primeros, claro está, gobernarían a los segundos.

La revista británica "The Economist" informaba que los progresos alcanzados en las técnicas biomédicas, como la fertilización "in vitro" y la clonación terapéutica, sometían las normas morales a disyuntivas extremas, acercándose el día en que las modificaciones genéticas obligarían a "redefinir" el significado de lo humano. La publicación afirmaba que estaba surgiendo una ciencia que exigiría replantear el significado de lo bueno y de lo malo.

Sin embargo brotan interrogantes inmediatas: ¿Esta situación sería positiva para el ser humano? ¿Le daría mayor felicidad? ¿Cuál es el límite de la ciencia y a quién le correspondería disponerlo? Ciertamente constituyen problemas complejos.

El ensayista John Tierney anunciaba que un grupo de biólogos norteamericanos habían logrado clonar el embrión de un primate, presagiando el día en que nacería un clon humano. Pero añadía que a pesar de que los investigadores norteamericanos y europeos han realizado tremendos progresos en biotecnología, siguen enfrentando un gran obstáculo: "¡Dios!, como es definido por algunas religiones Occidentales".

En otras palabras, Dios era considerado como el aguafiestas de la ciencia, porque supuestamente atajaba el desarrollo científico. Aquella corriente influyente de ensayistas y científicos pretendía suscitar una moral secular basada en su entendimiento de la ciencia, posibilitando la investigación independiente a cualquier norma moral.

Frente a esta realidad Conor Cunningham, teólogo de la Universidad de Nottingham, aludiendo al núcleo del debate, advertía los peligros de un "naturalismo científico" entendido como una forma cerrada a cualquier criterio ético, moral o religioso con el fin de desterrar lo divino a cualquier costo. "Aquellos ateos fundamentalistas –señalaba– están dispuestos a traerse abajo la casa con tal de no dejar lugar a Dios. Nos dicen que la ciencia debe restringirse a lo que se considera natural; y que lo natural es todo lo que existe. Es más, de hecho es todo lo que puede existir" (1)

Una de las instancias que discute la aproximación naturalista de la ciencia es la Iglesia católica. Ciertamente su cuestionamiento no se dirige contra las verdades auténticamente científicas o las leyes de la naturaleza, sino contra una visión reductiva del conocimiento. Se distingue así entre ciencia –que lleva a un conocimiento verdadero- y cientificismo, cuyo carácter reductivo elimina a priori posibles explicaciones sobre el origen de los astros, los mecanismos bioquímicos o el origen de la vida simplemente porque no se ajustan a sus métodos de investigación.

La defensa de la vida no brota solamente de una conciencia religiosa, sino también de un respeto a la dignidad de toda persona precisamente por ser persona. Leon Kass, uno de los más influyentes bio-eticistas norteamericanos, afirmaba que el cuestionamiento a temas como la clonación y la manipulación genética implica algo más que la defensa de los principios judeocristianos. Se trata de proteger la dignidad humana. Para Kass el estatus especial atribuido a la persona en lugares como el Libro del Génesis, debía ser defendido no solamente porque se sostenga con la autoridad bíblica, sino porque aquella enseñanza refleja una verdad cosmológica esencial para la dignidad humana ( 2).

En la Vigilia Pascual del año 2012 el Papa Emérito Benedicto XVI tocaba el nervio del problema planteado por el cientificismo y las aproximaciones relativistas y naturalistas: "La oscuridad acerca de Dios y sus valores son la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general. Sin Dios y los valores, la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las otras iluminaciones que nos dan un poder tan increíble, no son sólo progreso, sino que son al mismo tiempo también amenazas que nos ponen en peligro, a nosotros y al mundo".

Notas:

1. Journal of Religion and Ethics, 22/5/2012.

2. Ver Are Scientists Playing God?, en New York Times, 20/11/2007.



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