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Aranceles a vehículos eléctricos chinos dividen a la UE
Por Anchal Vohra | DW El conflicto en torno a los aranceles que la UE pretende imponer a los vehículos eléctricos fabricados en China no se ha resuelto y podría agravarse. En julio, la Unión Europea (UE) anunció la intención de imponer aranceles de hasta un 36 por ciento a algunas importaciones chinas de vehículos eléctricos, además del arancel del 10 por ciento que el bloque comunitario aplica normalmente a automóviles importados. A raíz de una investigación, la Comisión Europea había declarado que las cuantiosas subvenciones estatales de China crean una ventaja injusta para los fabricantes de automóviles chinos y violan el principio de igualdad de condiciones para todos los competidores en el mercado de los vehículos eléctricos. A raíz del anuncio de la UE, el ministro de Comercio chino, Wang Wentao, y el comisario de Comercio de la UE, Valdis Dombrovskis, se reunieron la semana pasada en Bruselas. Mientras que Wang aseguró que China "perseverará hasta el final de las consultas", Dombrovskis publicó en la red X que ambas partes acordaron "encontrar una solución efectiva, aplicable y compatible" con la Organización Mundial del Comercio. Al respecto, el portavoz de Comercio de la UE, Olof Gill, dijo a DW que "los equipos técnicos se dedicarán ahora a discutir de forma intensiva el tema". ¿Compromiso UE-China en ciernes? Asimismo, varios medios han informado que Bruselas podría estar dispuesta a recortar sus planes arancelarios para las importaciones de vehículos. Según la agencia de noticias Reuters, el arancel propuesto para Tesla podría bajar del 9 por ciento al 7,8 por ciento. Empresas chinas como BYD no verían modificado su arancel del 17 por ciento, mientras que el de Geely bajaría del 19,3 por ciento al 18,8 por ciento. Una tasa máxima del 35,3 por ciento se aplicaría a SAIC Motor y otras empresas que no cooperen con la investigación de la UE. China amenaza con represalias En respuesta a la investigación de la UE, Pekín ha amenazado con tomar represalias contra los aranceles más elevados del bloque comunitario. Noah Barkin, asesor principal del Grupo Rhodium, cree que Pekín "redoblará sus esfuerzos" para influir en una votación del Consejo de la UE que estaba prevista para el 25 de septiembre, pero que ya ha sido aplazada. "Esto implicará amenazas de represalias, así como promesas de más inversiones chinas dirigidas a Estados miembros individuales", sostiene en entrevista con DW. Entretanto, el Gobierno chino ha abierto investigaciones antisubvenciones sobre las importaciones de carne de cerdo, brandy y productos lácteos europeos. La industria láctea china también ha pedido al Gobierno que investigue las exportaciones europeas de queso, nata y leche. China sostiene que las subvenciones de la UE dan a los ganaderos europeos una ventaja injusta en el mercado chino. El país asiático es el octavo mercado para las exportaciones lácteas de la UE, con un volumen comercial de 1,700 millones de euros el año pasado. Italia, Países Bajos, Dinamarca y Francia son los mayores exportadores de productos lácteos del bloque a China. Pulso comercial con la UE En su pulso comercial con la UE, China espera contar con el apoyo de Alemania, su principal socio comercial. El canciller alemán, Olaf Scholz, declaró que su Gobierno no tiene intención de "cerrar nuestros mercados a las empresas extranjeras, porque tampoco queremos eso para nuestras empresas". Fabricantes de automóviles alemanes, como BMW, Mercedes y Volkswagen, temen que sus vehículos eléctricos producidos en China también estén sujetos a aranceles de importación más elevados, lo que los encarecería en Europa. Además, una escalada podría afectar sus ventas en China, que es el mayor mercado exterior para los automóviles alemanes. "España parece haber dado marcha atrás en su postura, pero Francia, Italia, Polonia y los Países Bajos siguen apoyando a la Comisión Europea", cree Gregor Sebastian, otro economista del Grupo Rhodium. "Es poco probable que haya suficiente oposición a los aranceles para bloquearlos", agrega en entrevista con DW. Barkin, por su parte, duda que Pekín tenga interés en convertir la disputa en un "gran conflicto comercial". "Con su economía en dificultades y el mercado estadounidense cerrándose a sus productos, China necesita asegurarse de que el mercado europeo sigue abierto. Si responde con demasiada fuerza, corre el riesgo de que le salga el tiro por la culata", apunta. aranza |
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