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JD Vance será uno de los vicepresidentes más jóvenes de Estados Unidos
Michael C. Bender / NYT El triunfo de Vance es la culminación de su cambio ideológico de autor anti-Trump a senador pro-Trump. JD Vance, un senador de 40 años que pasó de ser un crítico mordaz de Donald Trump a uno de sus defensores más acérrimos, fue elegido el miércoles como el próximo vicepresidente de Estados Unidos, convirtiéndose en el tercero más joven y en uno de los políticos con menos experiencia y más divisivos que jamás haya ocupado el cargo. El vicepresidente número 50 del país tomará posesión tan solo dos años después de haber asumido su primer cargo público, como senador por Ohio. Vance no se parece a ningún otro vicepresidente anterior en la era moderna: ninguno ha empezado el cargo con un historial tan extenso de criticar a su jefe. Vance saltó a la fama nacional con sus memorias de 2016, Hillbilly, una elegía rural, un best-seller que los votantes liberales devoraron para comprender mejor la victoria de Trump y las frustraciones de la clase trabajadora blanca que lo habían llevado a la Casa Blanca. Vance también parecía un traductor ideal para el Estados Unidos demócrata como un conservador del Medio Oeste que detestaba al nuevo presidente, comparándolo en un ensayo con la “heroína cultural”. Pero luego Vance empezó a manifestar un cambio de opinión sobre el líder de su partido mientras preparaba su propia candidatura inicial. Trump no solo perdonó a su joven converso, sino que lo recompensó con un respaldo que cambió las reglas del juego en unas primarias al Senado a cuatro bandas sumamente reñidas, y luego, en las elecciones generales, ayudó a impulsar la campaña de Vance, que no estaba dando los resultados esperados, hasta la línea de meta. Ahora, Vance está más en deuda política con Trump que cualquier otro vicepresidente que haya estado al frente de la candidatura en los tiempos modernos, dijo Joel Goldstein, profesor emérito de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Luis, quien lleva décadas estudiando la vicepresidencia. “Cuando tienes a alguien cuya carrera política entera se debe a Donald Trump, realmente se plantea la cuestión de si JD Vance es alguien capaz de decirle cuándo se equivoca”, dijo Goldstein. Criado por su abuela en un pueblo de clase obrera de Ohio mientras su madre luchaba contra la drogadicción, Vance pronto será el primero en la línea de sucesión presidencial. Su educación en circunstancias adversas fue un componente clave de sus discursos durante la campaña electoral, cuando se presentó a los votantes y buscó puntos en común con los seguidores de clase obrera de Trump. Pero Vance también tiene fuertes conexiones con donantes adinerados de Silicon Valley, como Peter Thiel, pionero iconoclasta de la tecnología e inversor multimillonario. Thiel, quien contrató a Vance en su empresa de inversiones en 2017, gastó 15 millones de dólares en un súper PAC que apoyó su candidatura al Senado de Ohio en 2022. Ahora, Vance ha sido prácticamente ungido por Trump como sucesor del movimiento MAGA, impulsado por votantes de la clase obrera que ayudaron a apuntalar dos campañas presidenciales exitosas en 2016 y 2024. Actuó en la campaña tal y como Trump le había ordenado, como un infatigable crítico de la vicepresidenta Kamala Harris, al tiempo que ofrecía una actuación destacada en el debate que lo presentaba como una figura más tridimensional que la caricatura que describían sus críticos. Exoficial de relaciones con los medios de comunicación en los Marines, Vance también demostró una habilidad sobrenatural para mantenerse alineado al mensaje mientras desempeñaba una de las tareas más difíciles de la política: defender a Trump en televisión en directo. Durante sus 16 semanas como compañero de fórmula de Trump, se presentó varias veces en entrevistas televisivas en programas dominicales de noticias y —algo singular para un candidato en la fórmula— participó en frecuentes intercambios con periodistas respondiendo a preguntas durante muchos de sus actos públicos. “Es un luchador”, dijo Donald Trump Jr., el hijo mayor de Donald Trump, en un mitin mientras hacía campaña con él en Las Vegas en los últimos días de la contienda. “Y, lo que es más importante, lo que tenemos en JD es que ahora tenemos una banca de ‘Estados Unidos Primero’: ahora tenemos personas que pueden llevar esa antorcha, personas sin miedo a enfrentarse a la tiranía de nuestro gobierno y luchar”. Mientras Vance ayuda a Trump a formar un gobierno, una de sus prioridades será probablemente la inmigración ilegal. Vance promovió afirmaciones infundadas de que los inmigrantes haitianos se estaban comiendo a los animales domésticos en Springfield, Ohio, y se alineó firmemente a la descripción que hizo la campaña de Trump de pandillas de inmigrantes violentos que invadían complejos de departamentos y ciudades de todo el país, afirmaciones que incluso funcionarios republicanos disputaron como peligrosamente inexactas. Ha dicho que las deportaciones masivas deben ser un objetivo inmediato y principal en una nueva era Trump-Vance, y ha prometido “garantizar que los hogares estadounidenses sean para los estadounidenses”. “Hagan sus maletas, inmigrantes ilegales”, dijo Vance en un mitin la semana pasada en Selma, Carolina del Norte, “porque en tres meses se van de vuelta a casa”. Demostró ser un candidato hábil y tenaz. En sus cuatro meses como compañero de fórmula de Trump, organizó 44 actos de recaudación de fondos, concedió al menos 149 entrevistas y celebró casi siete decenas de actos públicos, la gran mayoría de ellos en Pensilvania, Míchigan, Carolina del Norte, Wisconsin y Arizona, según la campaña. Y Vance se deleitó con la experiencia. Llevaba a miembros de su familia —la mayoría de las veces a su esposa, Usha, abogada e hija de inmigrantes indios— en el avión de la campaña, así como ocasionalmente al perro de la familia, un pastor alemán llamado Atlas. En un acto de alto nivel con la élite del partido en Tennessee, lo acompañó su madre, quien se está recuperando de su adicción. Caminar al lado de Trump es aceptar la ubicuidad de la controversia. Eso significa que la prueba política para los republicanos de Trump consiste menos en esquivar los escándalos y más en sobrevivir a ellos. En el caso de Vance, eso incluyó una avalancha de críticas que llegaron inmediatamente después de unirse a la candidatura, debido a sus chocantes ofensas a las “mujeres con gatos y sin hijos”. Él había usado con entusiasmo la frase para atacar a los funcionarios públicos sin hijos biológicos, revelando un desprecio por las familias mixtas o la adopción. Cuando aumentó la presión, siguió el ejemplo de Trump y se negó a dar marcha atrás. Más tarde, Vance dijo que se arrepentía de la frase, pero que se mantenía firme en el sentimiento. Pasó a atacar a los medios de comunicación o a presentarse como víctima de una prensa hostil. En la campaña electoral, Vance siguió el ejemplo de su compañero de fórmula con ataques que los críticos denunciaron como misóginos, incluido un comentario cruel en los últimos días de la contienda que aprovechaba un comentario de Biden, quien parecía haberse referido a los partidarios de Trump como “basura”. “Vamos a sacar la basura”, dijo Vance en un mitin en Atlanta. “Y la basura se llama Kamala Harris”. Vance nunca se disculpó por sus falsos ataques a los inmigrantes haitianos, ni siquiera después de que el alcalde de la ciudad y el gobernador del estado, ambos republicanos, refutaran y condenaran las afirmaciones. En lugar de ello, Vance afirmó que simplemente estaba transmitiendo quejas de electores preocupados. Vance también consiguió evitar las áreas conflictivas en su bien recibida actuación en el debate vicepresidencial. Sorprendió a los críticos al negarse a recurrir a sus trillados ataques contra el gobernador Tim Walz de Minnesota, su homólogo demócrata, y buscar en cambio un terreno común. También desplegó algunas afirmaciones audaces que le ayudaron a eludir algunas preguntas. Descartó el tema de la violencia de los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio, señalando que Trump abandonó pacíficamente el cargo dos semanas después. Sugirió que Trump había salvado el Obamacare, a pesar de haber intentado en repetidas ocasiones borrarlo de la legislación federal. Y dijo que estaba a favor de políticas “para dar a las mujeres más opciones” en materia de aborto, sin decir que, para él, el aborto no es una de esas opciones. Vance se convertirá en el vicepresidente más joven del país desde 1953, año en que Richard Nixon, quien celebró su cumpleaños número 40 pocos días antes de la toma de posesión, tomó protesta como el vicepresidente de Dwight Eisenhower. John Breckinridge, quien tenía 36 años cuando asumió el cargo en 1857 como vicepresidente de James Buchanan, ostenta el récord del vicepresidente más joven de Estados Unidos. Los dos vicepresidentes más jóvenes acabaron aspirando a llegar a la Casa Blanca como presidentes. aranza |
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