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Jóvenes con su futuro en juego dejan de lado la ira y luchan por la esperanza en la COP29


2024-11-18

 

BAKÚ, Azerbaiyán (AP) — Los jóvenes que asisten a las conversaciones sobre el clima de las Naciones Unidas tienen muchos motivos para estar enfadados. Han perdido seres queridos y meses de escuela. Han perdido hogares y granjas familiares y conexiones con las tierras nativas de sus familias.

Aún así, no han perdido la esperanza. Todavía no.

“Para mí se ha vuelto muy cansado ser sólo una imagen representativa”, dijo Marinel Ubaldo, quien a los 16 años vio cómo dos supertifones consecutivos destruían comunidades enteras en su Filipinas natal. Perder un período importante de la escuela secundaria, porque no había escuela a la que regresar, fue una llamada de atención. Ahora, a los 27 años, asiste por sexta ocasión a la cumbre donde los líderes negocian el futuro que heredará.

“Supongo que soy muy pesimista, pero voy a ser positiva en que esta COP de verdad podría traer más claridad”, dijo.

Su pesimismo no es infundado. La edición de este año tendrá menos líderes, en un contexto de incertidumbre y mientras la voluntad política en materia de clima se desmorona en países importantes como Estados Unidos y Alemania. Aunque muchos jóvenes apasionados quieren protestar, esta será la tercera COP consecutiva en un país autoritario con controles más estrictos sobre las protestas y la libertad de expresión. Y para muchos de los jóvenes más afectados por los extremos climáticos, simplemente es difícil y costoso llegar a la conferencia.

“Tenemos este desafío constante de tener a veces los foros juveniles en espacios al margen de los espacios de los tomadores de decisiones”, dijo Felipe Paullier, secretario general adjunto de asuntos juveniles en la oficina de la juventud de las Naciones Unidas. Por eso la ONU ha estado trabajando para institucionalizar el papel de la juventud en las conversaciones sobre el clima, dijo.

Y el cambio climático tiene un impacto desproporcionado en los niños de todo el mundo. Sus cuerpos en crecimiento tienen más dificultades para gestionar el calor extremo, que también provoca un aumento en los nacimientos prematuros y la desnutrición infantil, dijo Kitty van der Heijden, secretaria general adjunta de UNICEF.

“Simplemente no estamos haciendo lo suficiente por los niños en este mundo. Estamos fallando a los niños”, dijo.

Todo eso supone que los jóvenes sienten más que nunca la carga de hablar sobre el cambio climático. Y muchos de los que vienen a la COP, e incluso algunos de los que no, dijeron que se sienten cansados, agobiados por el conocimiento de que año tras año, acuden a hablar sin obtener muchos resultados. Este fue el tercer año consecutivo en que el calentamiento proyectado de la Tierra no ha mejorado.

“Creo que para muchos jóvenes de naciones extremadamente vulnerables al clima, en realidad no parece que haya mucha opción” a hablar sobre el cambio climático, dijo Raaia Fathimath Sharif, de 20 años, de Maldivas.

La abuela de Sharif migró hacia el sur hasta la capital de la pequeña nación insular, por lo que ella nunca tuvo la oportunidad de ver cómo era la isla natal de su familia. Cuando era pequeña, desde que se enteró de que el nivel del mar estaba subiendo, tenía pesadillas recurrentes en las que su isla se hundía. Se despertaba llorando.

”¿Cómo se supone que voy a concentrarme en algo más cuando mi isla, cuando mi país de origen está en riesgo?”, preguntó.

Es ese enfoque el que lleva a muchos jóvenes a la mesa, incluso mientras cuestionan su fe en la posibilidad de que las negociaciones internacionales puedan lograr un cambio real. Aquí, en su cuarta COP, el colombiano Francisco Vera Manzanares, de 15 años, describió la cumbre de la ONU como un espacio necesario pero “muy difícil” en el que estar. Cree que el lento ritmo de cambio de los países de todo el mundo crea una “crisis de credibilidad” en las instituciones que más se necesitan para mantener al alcance de la mano unos objetivos que requieren cooperación global.

“La gente escucha a los niños. Pero digamos que es diferente escuchar que oír”, dijo.

Por eso espera que más adultos ayuden a los niños a defender su causa de forma significativa en una crisis donde tienen más que perder, y más que salvar.

“Son nuestros derechos. Es nuestro futuro. Es nuestro presente”, dijo.



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