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Zapatero y la vieja estrategia del mentiroso

2008-01-18

Por Martha Colmenares, Diario de América

Cuando se admite una mentira pequeña es para que se crea una mentira mayor. Una vieja estrategia del mentiroso. Que Zapatero, el mandatario de España, haya admitido hace unos días que continuó su negociación con ETA pese a la bomba de Barajas, precisamente, es para esconder la otra, la mentira mayor. 
 
Implícito su afán negociador en la farsa, no tiene que sorprender a nadie. ¿O es que acaso se olvidan sus frases en pro del terrorismo?

¿Ustedes recuerdan su  declaración con motivo del atentado suicida de Londres del 7 de julio del 2005, cuando dejó asombrado al mundo?

Advertía ya quién es Rodríguez Zapatero.  En esa fecha expresó que  el terrorismo es consecuencia de "la injusticia" en el mundo.  Y como si fuera poco, en esa oportunidad, también afirmó que las "enormes desigualdades" son  germen de la violencia.

Ni digamos, más tarde, considerar "accidentes" a los crímenes de los etarras. O "ejemplo político", al comunista longevo de  Santiago Carrillo. Ese que dijo en una entrevista en el 2005: "yo he tenido que eliminar a alguna persona, eso es cierto; pero no he tenido nunca problemas de conciencia".

Frases por cierto, que no distan mucho del efecto causado por la apología reciente de Hugo Chávez a la banda criminal, las FARC, al decir que la guerra contra estos narcoterroristas debe "humanizarse". Digamos pues, negociarse.

Sobre Chávez podemos decir que no se atrevió a proclamar abiertamente su reconocimiento a la banda, en su primer mandato. Y ya ven, está solicitando que retiren a los dos cuerpos guerrilleros, a las FARC y al ELN, de la lista de terroristas del mundo, pero lo hace luego de ser reelecto.

Asunto que en el caso de Zapatero en relación a los asesinos de ETA no se atrevería a decir, "por ahora". Pero, ¿si es reelecto? Pudiera salir a relucir la mentira mayor.

Frases para no dejarlas pasar. Son una advertencia.

¡Cuidado! Hace años, cuando alertábamos sobre Chávez, a la comunidad internacional le parecía de ficción. Al día de hoy, no pueden con el pasmo.