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Historia de las monedas


2009-09-09

Viene de antiguo la utilización de porciones de metales, generalmente preciosos, como unidad de intercambio para las transacciones económicas. Estas piezas llamadas monedas eran, en general, de forma circular, pero también las había de otras formas como las rectangulares que no disimulaban su procedencia de un lingote mayor. Algunas monedas actuales, como es el caso del rublo o la piastra, recuerdan con su nombre tal origen.

Para dotar a estas monedas de la suficiente confianza y garantía fue necesario que los poderes políticos las respaldasen. Por ello se representaba en sus acuñaciones símbolos imperiales y las efigies de sus más altos mandatarios y era mayor el poder y el alcance de la moneda cuanto más poderoso era el estado emisor. Y se intervenía cada vez más en el proceso de fabricación: atestiguando el valor de una moneda ya acuñada con la inclusión de un sello o marca real (de tal origen dan testimonio los nombres del actual marco alemán o el marco finlandés), estableciendo la obligatoriedad de una determinada forma (como ejemplo citar las estrías o filigranas en el canto de las monedas con lo que se pretendía evitar la pérdida de valor por la pérdida de metal precioso) o acuñando directamente el propio estado asegurando un peso justo de metal (siendo muy numerosas las monedas actuales que hacen referencia a tal hecho, como el peso mejicano) y plasmando en ellas los símbolos estatales (de ello dan fe los nombres actuales de la corona sueca, la corona checa, el florín holandés y el escudo portugués entre otras).

Haciendo referencia a nuestra historia, nos encontramos con la primera moneda del reino unificado de España emitida por Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, los Reyes Católicos, a la que llamaron real. Fue emitida en 1947 con la clara función de servir de referencia a la mayor expansión económica, política y cultural de la época y se acuñó en monedas de uno, dos, cuatro y ocho reales, en versiones de plata y oro (la moneda de ocho reales de plata fue conocida como peso duro y la de oro como peso fuerte). También se emitió el real de a ocho en plata y en oro (también conocido como excelente o como ducado) y otras monedas de vellón y menor valor como la blanca.

Frases como "Estar sin blanca", "No tener un real" o, más recientemente, "No tener ni un duro" para decir que no se tiene dinero, o "No valer un real" para certificar un escaso valor, tienen su origen en estas monedas.

El real se expandió por el norte de África y el Medio Oriente (observemos el origen del nombre del riyal de Arabia Saudita o el rial de Yemen), junto con el peso fuerte por América (nótese al respecto que peso designa a la moneda de varios países sudamericanos donde el real se utilizó antaño como fraccionaria del peso, llegándose incluso a llamar familiarmente real a la moneda de diez centavos en alguno de ellos) y como no, también se expandió por toda Europa.

El caso europeo merece especial atención. La primera acuñación de ambas monedas en el exterior fue obra del conde Schlick, gobernador del valle de Joachim Stahl en la región de Bohemia (actual república checa) en 1516. Copiando el molde de la española acuñó una moneda de plata a la que llamó "joachimsthalergulden", nombre excesivamente largo que derivó en "joachims thaler" y definitivamente en thaler (tálero, en castellano) que se extendió por toda Europa y que fue adaptada al germánico como dólar.

Cuando en 1776 los habitantes de las trece colonias británicas de América del Norte se declaraban independientes y creaban los Estados Unidos de Norteamérica, necesitaban una moneda propia alejada de la británica y escogieron como nombre el dólar, basado en el peso fuerte de ocho reales.

Pero no todo queda en el nombre, también hay que hablar de la imagen. Según la mitología clásica, Hércules había escrito la leyenda Non Plus Ultra (no más allá, en latín) en las columnas que señalaban el fin del mundo en el extremo occidental de mar Mediterráneo. Tales construcciones se asentaban en Gibraltar y Ceuta a ambos lados del estrecho. Los Reyes Católicos, orgullosos de la hazaña de su pueblo descubriendo continentes y ampliando las fronteras, hicieron representar en el anverso del real las columnas de Hércules y una cinta de trazos curvos con la inscripción Plus Ultra (más allá, en latín). La simplificación de los trazos dio lugar al signo $ que representa al dólar y al peso y que en la últimas décadas se ha simplificado al eliminar una de las líneas rectas.

Con el paso de los años el bimetalismo (sistema monetario basado en el oro y la plata) vigente hasta finales del siglo XIX en las economías occidentales, dejó paso al unimetalismo o patrón oro que fue, a su vez, abandonado por los países durante la primera mitad del siglo XX desapareciendo al iniciarse la 2� Guerra Mundial, lo que dejó paso a metales y aleaciones de valor mucho menor pero con la garantía política o estatal, estando en consonancia con el tipo de valor que ostenta un billete de curso legal.

En 1869, siendo ministro de Hacienda el catalán Laureano Figuerola se instauró la peseta (acuñada por primera vez en Barcelona por orden del rey Jose I Bonaparte en 1808) como moneda nacional con un valor de cuatro reales o cien céntimos, se redefinió el peso duro como veinte reales y el doblón como cien reales. Al año siguiente se acuñaron monedas de cinco y diez céntimos para hacer desaparecer las que estaban en circulación con la efigie de la destronada reina Isabel II. En estas monedas figuraba en el anverso una representación simbólica de España (una mujer sentada con una corona almenada) y en el reveso un león rampante sosteniendo el escudo del país) Debido a un defectuoso diseño o a una mala acuñación, el león más parecía perro y el pueblo llano empezó a llamarles perras (gorda y chica).

"Para tí la perra gorda" al desistir en una discusión o "No valer una gorda" por escaso valor, tienen su origen en este mote.

Muchas han sido las monedas de los diferentes reinos de la península y del reino de España: maravedí, doblón (en el siglo XVIII equivalía a unos 80 reales), blanca (moneda de vellón de diferente valor según la época), sueldo (como moneda de cuenta en los siglos XI y XII) y el denario (o dinero) creado a similitud de dinar de los almohades utilizado en la españa musulmana, el denario gros o gros acuñado por Jaime I en Cataluña, el croat de Pedro III que se caracterizaba por una gran cruz (mostrando cara o cruz) y tantas otras...

En la actualidad muchas monedas europeas actuales van a desaparecer para ser sustituidas por el euro. El origen del término está muy claro y poco hay que investigar. Quizás en el futuro alguien indague en la historia y descubra que el nombre de la moneda derivaba del de un continente llamado Europa. Y quizás lo encuentre tan curioso como ahora nosotros encontramos los términos de hace unos siglos. 



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