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Historia económica del siglo XX


2010-01-16

Autor: José Vicente Ferrer  

Uno de los sucesos que ha caracterizado más dramáticamente el siglo XX ha sido la batalla de ideas en la economía, batalla que ha trascendido política y socialmente. Esta guerra ideológica, que continúa aún hoy, se ha librado entre mercados y gobiernos, entre Hayek y Keynes, en definitiva entre el liberalismo y el socialismo. Dos caras de la misma moneda, dos filosofías, dos formas de ver el mundo.

En este artículo repasaremos parte de la historia económica del siglo XX para ver qué medidas adoptaron los diferentes países para resolver los problemas que iban surgiendo con el tiempo. Esto nos permitirá comprobar en perspectiva, qué funcionó y qué fracasó en qué situaciones, y sobre todo, qué les llevó a elegir una u otra solución.

Nuestra historia tal y como la queremos contar, comienza con el asesinato terrorista de un archiduque austriaco, lo que desembocó ni más ni menos que en la Primera Guerra Mundial. Guerra que se saldó con 20 millones de personas muertas. Un joven escolar de 17 años luchaba en las filas austriacas. Se llamaba Friedrich von Hayek, 60 años después - en 1974 - este joven ganaba el premio Nobel de economía.

En la época de la gran guerra, la gente estaba furiosa, decepcionada y buscaba un mundo mejor. La revolución bolchevique trajo esa ilusión por mejorar de la mano del socialismo y el comunismo, fundamentándose en el trabajo de Karl Marx. El lider de la revolución, Lenin, incitó a los trabajadores de todo el mundo a luchar contra la economia global, a aplastar el capitalismo. A partir de entonces, el comercio y la propiedad privada se consideraron actos criminales. Lenin prometió el fin de la explotación económica del hombre hecha por el hombre.

El hombre que estaba destinado a ser el rival intelectual de Hayek era un joven brillante de la Universidad de Cabridge: John Maynard Keynes. Keynes estuvo toda la Primera Guerra Mundial ayudando al gobierno británico a organizar su economía.

El fin de la guerra llevó a los aliados a demandar a Alemania sumas cuantiosas culpándola de haber iniciado y causado la Gran Guerra. A Keynes le pareció desproporcionada la multa y para explicar el porqué escribió un libro titulado Las consecuencias económicas de la paz. Este hecho, junto con la bancarrota que de por sí traía el país, supuso que el gobierno alemán imprimiese más moneda de la debida, provocando una enorme inflación. Una hiperinflación.

Tanto es así que se llegó a necesitar un baúl lleno de billetes para ir de compras. Una barra de pan costaba billones de Reichsmark. La gente empapelaba sus paredes con billetes. Unos zapatos costaban 12 marcos en 1913, diez años después se vendían por 32 billones de marcos. La hiperinflación barrió los ahorros de la clase media, y ésta fue una de las principales razones por las cuales los nazis llegaron al poder.

Antes de todo esto, Hayek se unió a un grupo de liberales apasionados, al frente del cual estaba el precursor de la escuela austriaca Ludwig von Mises. Von Mises creía que los mercados, asi como las personas, necesitan ser libres. La premisa básica de la escuela austriaca era simple: Los mercados funcionan, los gobiernos no.

Von Mises predijo que la recién inaugurada economía soviética nunca funcionaría, precísamente porque el gobierno controlaba los precios y salarios. Al controlar los precios, éstos no sirven como señales a los consumidores para advertirles del valor de los bienes, y se produce una disfunción en la economía.

Las predicciones de von Mises se hicieron realidad. La Unión Soviética pasaba hambre y frío. Al final de sus días Lenin cambió de parecer, estableció lo que llamó la Nueva Política Económica: dejó que los granjeros vendieran sus propios bienes y poseyeran tierras. Permitió que los pequeños negocios empezasen a funcionar... debido a ello se ganó la enemistad de sus camaradas los cuales le atacaron ferozmente por "vender los principios del bolchevismo y el marxismo".

El sucesor de Lenin, el camarada Joseph Stalin introdujo la planificación central. Bajo su control, el partido comunista planeó y gestionó cada aspecto de la economía y al principio parecía fucionar, el bienestar aumentaba en la URSS, a diferencia de Austria y Alemania, que con sus hiperinflaciones estaban pagando el precio de la paz entreguerras.

Al otro lado del Atlántico, en 1920 mientras en Europa todavía tenían las consecuencias de la Gran Guerra. Estados Unidos vivía un boom a ritmo de rock'n'roll, los americanos gastaban dinero, se iban de fiesta, compraban coches y acciones... El New York Stock Exchange se convirtió en el pasatiempo nacional. Y las compañías de moda eran las de radio. La radio en los años 20 era como el internet hoy. Consecuencia: se formó una enorme stock market bubble.

El 24 de octubre de 1929, llamado el jueves negro, la burbuja explotó, los precios se hundieron, y una espiral negativa se formó imparable. Ocho horas después la bolsa cerró. La desesperación y el pánico cundió entre la sociedad. Durante los años treinta, EEUU se colapsó. No había capacidad para ganar dinero, para gastarlo, para consumir, todo se vino abajo. En esa época, la mitad de los bancos americanos cerraron, la construcción, las fábricas, todo se paró. El desempleo aumentó hasta los 15 millones de personas.

La crisis llegó, en forma de onda expansiva, a Europa. En el Reino Unido, los trabajadores se amontonaban reivindicando su derecho a trabajar. En Italia, España y Alemania, con la caída del capitalismo, llegó el fascismo.

El temor de Keynes se cumplió. Y con sus ideas intentó salvar a las democracias y a las economías. Él es el inventor de la macroeconomía. Conceptos que hoy se dan por supuestos, como el PIB, la inflación, la tasa de paro... los introdujo él. A finales de 1936 publicó su Teoría General para combatir la depresión. La solución que propuso para luchar contra el paro fue aumentar el gasto del gobierno. Keynes argumentaba que los gobiernos debían gastar a contra corriente: Ahorrando en tiempos de bonanza y gastando en tiempos de crisis. Él fue realmente el que dio la esperanza a la gente de que se podía curar el desempleo sin campos de concentración.

Hitler por su parte nos condujo a todos a la guerra. Franklin Delano Roosevelt, que subió a la presidencia de los EEUU en plena crisis económica, adoptó una serie de medidas regulatorias siguiendo los principios de Keynes, que en la época era el economista más influyente. Aumentó el gasto público, creó agencias de regulación, construyó autopistas y puertos... con la idea de acabar con el desempleo. Reguló cada parte del sistema económico.

El keynesianismo tardó una guerra mundial en ser la corriente ideológica más popular. Éste funcionó perfectamente en tiempos de guerra. Los gobiernos se endeudaban, el déficit aumentaba, pero el paro disminuía, se construían armas, uniformes, munición, jeeps, camiones, barcos... las ideas de Keynes se cumplían a la perfección. El gran dilema sin embargo, era saber si lo que había funcionado en tiempos de guerra funcionaría también en tiempos de paz.

A pesar del triunfo incuestionable del keynesianismo, Hayek estaba convencido de que se caminaba en la dirección errónea. Por ese motivo escribió su libro Camino de servidumbre, dedicándoselo no sin cierto sarcasmo "a todos los socialistas de todos los partidos". El mensaje era simple: demasiada planificación estatal, significa demasiado poder por parte del gobierno, y demasiado poder del gobierno sobre la economía destruye la libertad y hace a los hombres esclavos de éste. Hayek argumentó que la planificación central era el primer paso para un estado totalitario.

Para él la libertad era un absoluto y por ello, había que dejar al sistema que trabajase por sí mismo. Rechazaba el intervencionismo de cualquier forma. Keynes por el contrarío decía: "si dejamos las cosas que fluyen líbremente, tendremos muchos Hitlers, muchas guerras, muchos Stalins". ¿Quién estaba en lo cierto?. En ese momento, Hayek se encontraba claramente, en el lado perdedor en esa batalla de ideas.

Después de la guerra, Keynes viajó a Bretton Woods donde se crearon el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, para llevar estabilidad a la economía mundial y evitar el desempleo y la recesión de los años 30. El libre mercado era una ideología sin partidarios.

En el Reino Unido, Clement Attlee del partido laborista le ganó las elecciones a Winston Churchill, defendiendo el control y la regulación del estado sobre el mercado libre. Attlee prometió construir una nueva Jerusalem. Los laboristas establecieron una economía mixta, donde la empresa privada coexistía con industrias gobernadas por el estado como el carbón, el acero y los ferrocarriles. Se acabaron los accionistas ricos, ahora, tocaba trabajar por el bien común.

Rusia acabó la guerra como un gigante industrial. Stalin a través del ejército rojo y la policía secreta impuso su sistema económico en media Europa. La economía centralizada de Lenin y Stalin había derrotado al nazismo. El socialismo avanzaba, el capitalismo se batía en retirada. Así que un tercio del mundo adoptó el socialismo. La guerra fría había comenzado.

Pero Hayek seguía en sus trece, en 1947 organizó una reunión con 36 liberales, para redireccionar la corriente de pensamiento existente. Allí se encontró con el eximio economista: Milton Friedman.

Alemania en tiempos de posguerra tuvo la suerte de tener a Ludwig Erhard como director de asuntos económicos de la RFA persona partidaria de los principos liberales. Él sin el apoyo del gobierno aliado ni de sus propios colaboradores liberó los precios de todos los bienes y servicios. Ello ocasionó inmediatamente que el mercado negro desapareciese de la noche a la mañana; productos que llevaban sin verse años volvieron a comercializarse. En unos años la economía alemana adelantó a la británica, mucho más centralizada.

Sin embargo, la mayoría de los países siguió optando por las economías controladas por el gobierno como por ejemplo la India -la joya de la corona- cuyo primer ministro Pandit Nehru (amigo personal de Gandhi) ayudándose del brillante matemático Mahalanobis, quiso combinar la democracia parlamentaria británica con la economía socialista soviética.

El socialismo también se extendió por toda África e Iberoamérica como agua renovadora para combatir la pobreza, a imagen del aparente éxito de países comunistas como la Unión Soviética y China. Sin duda alguna, en 1950 la economía de mercado de Hayek no tenía adeptos, nadie quería escucharle. Sólo una universidad requirió sus servicios: la de Chicago. Debido a ello, la Chicago School of Economics se convirtió en el think-tank más importante de toda la historia económica. Ocho profesores y 11 economistas más de esa universidad ganaron el premio Nobel.

Keynes por su parte seguía siendo el rey de la colina en Washington, John F. Kennedy era un keynesiano convencido. Once años después de su muerte la cara de Keynes seguía apareciendo en la revista Time. "La única razón por la cual los resultados económicos son malos es porque el gobierno no está haciendo lo suficiente" era su lema. Keynes seguía ganando la batalla: El mundo era eminentemente socialista.

El punto de inflexión en esa tendencia se produjo cuando la inflación y el desempleo crecieron al mismo tiempo. Suceso imposible según los postulados keynesianos. A ese fenómeno se le llamó estanflación. Después de 30 años gloriosos, la economía americana se encontraba en problemas. Sin embargo Nixon, a pesar de sus economistas (entre ellos Friedman), siguió optando por el control de salarios y precios, lo que llevó al país a la ruina.

En el Reino Unido las cosas no fueron mejor; el primer ministro Ted Heath, conservador y defensor aparentemente del libre mercado, copió las recetas de Nixon por la misma época. Su económia se estancó y los precios subieron constante y rápidamente. No fue hasta que Keith Joseph, ministro del fracasado gobierno asumió esa gran equivocación, y le tomó la palabra una política conservadora a la que nadie hacía mucho caso, se llamaba, Margaret Thatcher. Ella solita recortó el gasto público, eliminó los subsidios y ayudas a las empresas en contra de la opinión generalizada. Estas medidas llevaron inicialmente  a la bancarrota a miles de negocios y el desempleo aumentó dramáticamente. Más de 360 economistas escribieron en The Times: "esto es escandaloso, nos va a llevar de una profunda depresión a una recesión". Bien, ahora se sabe todos esos economistas se equivocaron.

En los EE.UU, a Nixon le sucedió Gerald Ford y a éste, Jimmy Carter. El presidente Carter continuó con las políticas keynesianas de sus predecesores y la economía seguió sin funcionar hasta que Paul Volcker -partidario de la escuela austriaca- fue nombrado presidente de la Reserva Federal.

Volcker creía que la inflación era uno de los peores demonios de cualquier economía. En cambio los keynesianos por su parte pensaban que un poco de inflación era saludable, sin embargo la inflación es como una droga: siempre se necesita más. Las personas se acostumbran a ella y pierde su eficacia como los antibióticos.

Cuando Carter se enfrentó a las presidenciales, su rival fue Ronald Reagan, hombre que compartía los mismos principios que Margaret Tatcher. Reagan antes de ser presidente, luchó durante 20 años contra las ideas de Keynes y a favor de las de Hayek y Friedman.

Uno de sus discursos más míticos fue este: "Vota por mí si crees en ti mimo, si crees que tienes el derecho de controlar tu propio destino, de planear tu propia vida, de gastar tu propio dinero. Este presidente pondrá más gobierno en las espaldas de la gente, de los negocios, de la industria, de los trabajadores, para poder resolver los problemas que ocasionó que la administración tuviera demasiado gobierno sobre sus espaldas."

Reagan se enfrentó a la disyuntiva de tener una alta inflación o aplicar medidas de contracción monetaria ocasionando una recesión temporal. Pero, ¿quién quería una recesión?. Famosas son sus palabras: "If not now, when?, if not us, who?

Sus medias -llamadas Reaganomics" provocaron que el paro alcanzase el 10% y que en 1980 los tipos de interés subieran hasta el 20%. Sin embargo a partir de esa fecha la inflación disminuyó y comenzó un periodo de constante crecimiento económico que llegó practicamente hasta la crisis mundial de hoy en día.

Por su parte, la gran compañera intelectual de Reagan al otro lado del atlántico, Margaret Thatcher inventó el concepto de la privatización. Ella puso en venta toda la economía británica, porque "la libertad de mercados es de interés público". Ahora es cuando se puede decir que los mercados empezaban a ganar la batalla de las ideas.

En su larga vida, Hayek vio subir y bajar al fascismo, ver venir y marchar al comunismo y sólo al final de su vida, sus principios se estaban imponiendo universalmente.

Durante el siglo XX han ocurrido cambios sustanciales en el pensar de las sociedades. Como si de una lucha intelectual sin cuartal se tratase, se ha pasado una y otra vez del gobierno a los mercados, de Keynes a Hayek y ahora empezando el siglo XXI, con la crisis de crédito mundial, parece que volvemos a tener la pelota en el tejado de Keynes. ¿Quién ganará?.



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