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El sexo salpica a la clase política italiana


2010-02-13

Carmen Postigo / EFE

Roma, (EFE).- "Diego, prepárame a Francesca que le voy a dar un repaso". Es la frase de la última escandalera sexual y de corrupción que retumba en Italia y que según escuchas telefónicas, pronunció el Jefe de Protección Civil, Guido Bertolaso, uno de los asesores del primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi.

Los italianos siguen impávidos el incesante culebrón de episodios sexuales que salpican a la clase política italiana.

Ahora el jefe de Protección Civil, Guido Bertolaso, es investigado por recibir supuestamente "favores sexuales" a cambio de hacer concesiones de las obras públicas para la organización de la cumbre del G8 de La Magdalena.

Unos "favores sexuales" que se desarrollaban en el spa Salaria Sport Village de Roma, donde -según Berlusconi convertido en paladín de Bertolaso- el jefe de la Protección Civil sólo era sometido a masajes "a causa de sus dolores de espalda" por una señora mayor.

El primero en dar el pistoletazo de salida en los capítulos de sexo y jarana fue ni más ni menos que Silvio Berlusconi, con sus multitudinarias fiestas sexys rodeado de chicas, champán, chistes y sus inevitables interpretaciones musicales.

Berlusconi, entonces casado con su segunda esposa, Veronica Lario, acudió en abril 2009 a la fiesta del 18 cumpleaños de una de sus amigas, Noemi Letizia, lo que le valió la petición de divorcio de su mujer y el destape de la caja de los truenos.

Una larga lista de jóvenes comenzaron a desfilar por los medios de comunicación y describieron las fiestas que organizaba "Il Cavaliere" en sus residencias de Cerdeña y Roma.

Hasta una prostituta, Patrizia D'Addario, relató la noche que pasó con Berlusconi, pero ésta ya entradita en años, 42, fue más cauta y acudió a la cita armada de una grabadora a la que sacó mucho provecho.

La avalancha de relatos de las chicas vino aderezada con fotografías publicadas en la prensa de las bellas tomando el sol en top-less en la casa sarda de Berlusconi, Villa Certosa, y con el ex primer ministro checo, Mirek Topolanek, recogiendo una toalla al borde de una piscina como Dios lo trajo al mundo.

El primer ministro italiano no sólo no se retractó, sino que espetó: "Soy así y no puedo cambiar" y negó haber pagado a ninguna chica, lo que era cierto, porque de ello se encargaba el empresario Giampaolo Tarantini, no "gratis et amore", sino para obtener trato de favor para sus negocios por parte del primer ministro.

No fueron buenos tiempos para el primer ministro, pero hoy, pasada la borrasca, Berlusconi, de 73 años, ha enviado sus besos "a todas mis novias" por San Valentín, una forma de confirmar "soy un truhán, soy un señor" o "no tengo remedio".

Las juergas del primer ministro se fueron difuminando al estallar en septiembre otra bomba de relojería, esta vez relacionada con la Iglesia.

El director del diario de los obispos italianos "Avvenire", Dino Boffo, dimitió tras una semana de polémicas con el diario "Il Giornale", propiedad de la familia Berlusconi, que publicó un editorial en el que le señalaba como acosador de la esposa de un hombre con el que supuestamente mantenía una relación.

Un alboroto ha salpicado hasta al Vaticano y hace unos días hubo de desmentir su supuesta implicación en una conjura orquestada junto a Berlusconi para hacer caer a Boffo.

Al caso Boffo, le siguió en octubre la del presidente de la región del Lazio, Piero Marrazzo, del opositor Partido Demócrata (PD), y casado, a quien le intentaron chantajear con un vídeo en el que aparecía con un transexual brasileño, Brenda, con cocaína por si hubiera inhibiciones.

Nuevo escándalo que en un principio negó Marrazo, aunque finalmente tuvo que dimitir y optó por retirarse a la abadía de Montecasino para reflexionar.

Y ya podía pensar ya, puesto que tanto el transexual, como el camello que suministró la droga a la pareja aparecieron después muertos. Hace unos días los medios de comunicación italianos publicaban unas imágenes de Marrazo cabizbajo y que, por arte de birlibirloque, aparecía con el pelo blanco cuando lo lucía bien oscuro en su época de flirteo con los transexuales.

Tras un ínterin no exento de rumores de índole sexual que implicaban con posibles imágenes a personajes como Alessandra Mussolini relacionada con un líder de la extrema derecha, y a Lapo Elkann, nieto del magnate Giovanni Agnelli, paseando con un transexual a bordo de un espléndido Ferrari por París, la última barahúnda ha llegado en vísperas de San Valentín.

Y es que el caso de Bertolaso no ha hecho más que empezar.



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