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Comerse a Bambi


2010-10-07

Caius Apicius/EFE

Madrid.- ¿Sería usted capaz, a sabiendas, de comerse el costillar de 'Bambi'? ¿No? No, claro. Yo, tampoco. Pero ello, que demuestra que usted y yo tenemos corazón, no hará que yo vea en todo costillar de venado un trozo de 'Bambi', de modo que comeré ciervo con toda tranquilidad y sin el menor problema de conciencia, prueba de que, además de corazón, dispongo de un cerebro útil.

Disney fue un habilísimo manipulador, además de militar en el maniqueísmo radical y de caer en la más repelente cursilería. De todos sus personajes, los únicos que despiertan mi simpatía son... los "malos", con el magnífico capitán Hook -o Garfio- a la cabeza y figuras tan humanas como las de la Reina de Blancanieves, la Cruella de Vil de '101 dálmatas...'

El problema es que Disney humanizó a los animales. Empezó por Mickey Mouse, que al fin y al cabo no es más que una rata (que ni siquiera cocina, como Rémy en 'Ratatouille'), y siguió por toda la escala zoológica: no respetó ni a los equinodermos. Las criaturas de Disney hablan. Tienen sentimientos (muy americanos 'wasp', eso sí).

Y acaban cayendo simpáticos a un montón de niños, que han derramado hectolitros de lágrimas cada vez que han visto morir en la pantalla a la madre de Bambi.

Y esos mismos niños, consumidores compulsivos de palomitas, hamburguesas y demás comida basura, han pensado que todos los ciervos son Bambi, y que para comer ciervo hay que ser peor que Hook y De Vil juntos. Y no es así.

Verán, yo llego a un límite: si le pones nombre, no te lo comas. O, quizá mejor planteado: si te lo vas a comer, no lo bautices. Hasta ahí... creo que la opción carnívora es perfectamente válida. Respeto a los vegetarianos, aunque he de confesar que cada vez menos: mi respeto a los demás es directamente proporcional al respeto de los demás hacia mí, y últimamente los vegetarianos están, como diría el entrenador del Real Madrid, Jose Mourinho, "muy creciditos".

Sucede que los amigos de Bambi van siendo cada vez más. Y con la supuesta bondad de los animales hay que ser prudente. Ningún ciervo es Bambi: crecen y tienen cuernos. Las palomas son uno de los bichos más sucios y más belicosos que existen en el planeta... pese a lo cual tienen una imagen irreprochable.

Hemos hecho animales 'malos' (el pobre cuervo del arca de Noé, que muy lógicamente se buscó la vida, o el lobo de Caperucita, que hizo lo mismo) y animales 'buenos'... que han renunciado a su propia esencia: son buenos porque son casi humanos. Y los animales no son así.

Los cangrejos no son como el de 'La Sirenita': se cuecen, y se comen. Cualquier día, a otro avispado negociante como el congelado Disney se le ocurrirá una historia en la cual la protagonista será una zanahoria o (Dios no lo permita) una lechuga. Hablará, tendrá mamá y papá, derrochará buenismo... y los niños llorarán cuando la arranquen o cuando pase por allí un conejo, que será, naturalmente, de la Warner, y se la coma.

En fin, la conclusión es que lo que está ahí para ser comido, puede ser comido. Y nadie tiene derecho a criticar a nadie por lo que come o deja de comer. Que, al fin y al cabo, ya saben lo que se dice de los chinos, cuya cocina es viejísima y muy sabia: se comen todo lo que tiene patas, menos las sillas, y todo lo que vuela, menos los aviones. Y les va bastante bien.



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