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La Iglesia practicante de la pederastia y el condón


2010-11-27

Marcos Roitman Rosenmann/La Jornada


Como en las guerras de posición, para avanzar y romper trincheras, lanzar bombas de humo suele ser una excelente estrategia para llamar la atención del enemigo. Todas las miradas se concentran en una nube espesa, cortina protectora, tras la cual se espera emerja un ejército bien pertrechado. Esta maniobra está llena de variantes, su referente es la sorpresa. Distraer y confundir. Su traslado al campo de la política se homologa con los llamados "fuegos de artificio" o "bombas informativas". Sus efectos son inmediatos, la noticia, no importa de que se trate, se convierte en el número uno del ranking. Radio, televisión y prensa escrita se aprestan a dar amplia cobertura. Durante unos días no hay otro tema de conversación. Mientras tanto, otros acontecimientos, cuyas repercusiones pueden ser infinitamente más graves o importantes, han pasado desapercibidas gracias a la eficacia del señuelo. En otras palabras han picado el anzuelo. Nadie escapa a sus encantos, eso la hace más atractiva como estratagema. Bodas, asesinatos, detenciones, asaltos, eventos deportivos, entre otros, se convierten en carnaza para la sociedad espectáculo. En el espacio político adopta la forma de una declaración. Su objetivo es el mismo, burlar y jugar al despiste. Las opiniones del Papa sobre el uso del preservativo reproducidas en un libro con formato de entrevista, se lanza al mismo tiempo que las conclusiones del "conclave" cardenalicio sobre la pederastia y los abusos sexuales cometidos por miembros de la iglesia. Las últimas apenas se comentan o simplemente caen en saco roto. Una buena cortina de humo.

Resulta tópico resaltar el carácter católico de las sociedades occidentales. Aunque uno no llega a vislumbrar si lo dicho es producto de la presión del medio, la costumbre o un acto de conciencia. En cualquier caso, el Estado vaticano se yergue como el representante institucional del reino de Dios en la Tierra. posee sus llaves y decide quien se salva y quien va al infierno. Para tal efecto excomulga, santifica o declara la guerra a los infieles. Asimismo, se jacta de ser la religión con más seguidores en el planeta. En favor de su hegemonía del culto aporta los cientos de millones de bautizos, comuniones o casamientos que año tras año tienen lugar bajo su ritual en los países de Europa y América Latina, África, Asia y Oceanía. Asimismo apuntan a la formula de jurar por Dios de centenares de jefes de Estado y gobierno adheridos a su religión, dando gracias al supremo y esperando que les guíe en su labor y no les haga caer en el caos y les aleje de su fe. Dictadores como Franco, Pinochet, Somoza o Trujillo se unen a dirigentes electos en las urnas que militan en la misma Iglesia apostólica, católica y romana. Fox, Calderón, Piñera, Menem, Aznar, Bush o Reagan. Sufren cuando la curia les da la espalda o les llama a ser más misericordiosos y les tira las orejas. Todos son hijos del Señor. En esta lógica, la distancia entre ricos y pobres, hombres y mujeres, niños y jóvenes se desvanece. No hay por donde perderse: "Totus Tus". Familia que reza unida permanece unida.

Hoy, la Iglesia católica practicante no es capaz de responsabilizarse de sus actos. Reunidos el Papa y los cardenales con el fin de dar respuesta a una sociedad escandalizada por los abusos sexuales que han cometidos sus funcionarios durante décadas , por no decir siglos, no han estado a la altura de lo exigido. Sus fieles deben sentir vergüenza por la manera en que han encarado el problema. Ninguna excomunión, ni acto de contrición. Sólo hacen un llamado a colaborar con las autoridades civiles. La consigna es simple. El problema debe ser tratado como un hecho excepcional. Ovejas descarriadas que han perdido el rumbo y caído en la tentación de la carne. Han roto con el celibato. Que los actos sean o no repugnantes, es harina de otro costal. Por ende, los sacerdotes acusados de pederastia serán juzgados por las leyes de Dios. Las penitencias pueden ser variadas y no suponen directamente la expulsión y la denuncia a la policía. Tal vez cambiando al inculpado de parroquia y obligándole a rezar con pasión, peregrinar a Fátima, Lourdes o Santiago sea suficiente castigo para redimirse ante el supremo. En todas partes se cuecen habas y la Iglesia católica no es una excepción. No hay porqué alarmarse. Quienes arremeten contra la Iglesia y denuncian casos de abusos sexuales practicados por curas y monjas, lo hacen desde la ira. Quieren desprestigiar a sus miembros, actúan de mala fe. Son ateos, comunistas, agnósticos, homosexuales y lesbianas. Gentes de mal vivir. Desean la destrucción del catolicismo. Caso cerrado. El poder asentado en el Vaticano ha tomado una decisión y da carpetazo al tema. Para evitar los escándalos, dicen el Papa y los cardenales, tendrán más cuidado a la hora de seleccionar las futuras vocaciones. Así, a los novicios se les hará complementar una encuesta donde se incorporan preguntas tales como ¿Es usted un pederasta?; ¿ mantendrá los votos de celibato? La respuesta será todo un misterio y pasará a considerarse secreto de confesión. Mientras tanto, discutimos sobre la "liberalidad" de un Benedicto XVI y su postura justificando el uso del condón en casos excepcionales, pero en ningún caso como un método para practicar el sexo de forma segura, sana y libre. Ya no hay duda, ser casto y puro hasta el matrimonio y para apagar las fiebres, duchas frías y masturbación sin preservativo. Es la Iglesia de la pederastia y el condón. Démosle la bienvenida. Amén.



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