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Trastornos alimentarios
Andrea Bárcena, La Jornada
La anorexia nerviosa y la bulimia son trastornos de conducta alimentaria, clasificados como enfermedades sicológicas que se presentan desde la infancia, que llevan a las afectadas a no comer o a hacerlo por ansiedad y después a provocarse vómito. Son un riesgo para generaciones actuales y futuras, toda vez que niñas con edad promedio de 10 años ya sienten preocupación por tener una "imagen ideal". Actualmente, una de cada nueve presenta problemas de anorexia y tres de cada siete, de bulimia. Según el Instituo Mexicano del Seguro Social, la población afectada por trastornos de conducta alimentaria es de casi 2 millones. Las principales manifestaciones son terror a engordar, obsesión por estar a dieta y la perfección del cuerpo. "Actualmente se presentan casos de niñas desde los ocho años que ya presentan una preocupación extrema por ser delgadas y tener una imagen aceptable", dice la médica Claudia Ramírez, directora de Nutrición de la clínica ABC de Trastornos de Conducta Alimentaria. Estos padecimientos se inician cuando las pacientes, preocupadas por su imagen, idealizan un cuerpo perfecto y comienzan una dieta que parece inofensiva. "Muchas las pacientes se enteran de su padecimiento años más tarde, una vez que tienen los síntomas muy avanzados", expresa. A la distorsión mental de la propia imagen corporal contribuyen decenas de blogs dedicados a promover rigurosas dietas y a dar información errónea: trucos y consejos para mantener "la línea". La gravedad de estos padecimientos puede variar según la paciente, la evolución se puede dar en años o en pocos meses. En México, 0.5 por ciento de mujeres jóvenes padecen anorexia nerviosa y entre 1.5 y 2.5 por ciento bulimia, mientras que entre 50 y 70 por ciento de las personas con sobrepeso son comedoras compulsivas, asegura la sicóloga Laura Elliot, directora de sicoterapia de la clínica Eating Disorders México. Estos datos, junto con los de obesidad infantil son razón suficiente para que la publicidad sea fiscalizada por la SEP, en vez de buscar las inexistentes virtudes de las telenovelas. ¿No le parece, señor Lujambio? TRO |
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