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Juegos de guerra


2011-10-25

"Conocer la naturaleza de un problema
equivale a tener resuelto el 50% del mismo"

Alternativa lógica de solución a problemas de Seguridad Nacional

Parece que desde sus inicios la estrategia diseñada para combatir al crimen organizado ha sido solamente de carácter reactivo y fragmentario, variando de manera coyuntural según han cambiado las circunstancias del conflicto, esto es, aparentemente no existió un planeamiento previo que considerara todas las circunstancias posibles del problema a resolver, ni se incluyeron hipótesis como alternativas que pudieran responder a los distintos escenarios que se presentaran en el transcurso del conflicto, circunstancia que se derivó en ventajas para el enemigo al dejársele la iniciativa táctica.

Desde el ámbito estratégico y político se ha mantenido una indefinición sobre la naturaleza del conflicto, ya que según se muevan las circunstancias, especialmente políticas de la oposición al gobierno, se le ha llamado "guerra", para después declarar que se trata de un problema policíaco de "combate a la delincuencia", a pesar de que simultáneamente se admite que la capacidad de respuesta de las diversas policías ha sido rebasada, y que en su mayoría se encuentran infiltradas por el crimen organizado, cuando no al servicio directo de la delincuencia, razón que ha obligado al gobierno federal a utilizar las fuerzas armadas para tratar de resolver satisfactoriamente dicha amenaza.

El problema, planteado desde esta perspectiva, ha escalado hasta convertirse en uno de seguridad nacional, mismo que hasta la fecha ha permanecido sin resolver, dado que continúa la amenaza de los poderes fácticos constituidos esencialmente por el crimen organizado, permanencia que parece originarse en el hecho de que desde su inicio descansa en una estrategia reactiva, esto es, se le ha dejado la iniciativa al enemigo, seguramente porque no existió un planeamiento que incluyera hipótesis de las posibles acciones del enemigo, y por lo mismo no se partió de un análisis completo de la situación, tanto en el ámbito político-social como en el estratégico militar (ya que no se trata de un problema de carácter policiaco), así como de las fortalezas y debilidades propias, ni de las del enemigo al que debía someterse, esto es, no hubo un análisis estratégico y/o táctico a través de "Juegos de Guerra" en los que se hubieran podido detectar los diversos escenarios de lucha y las posibilidades de éxito en la misma, para reducir las actividades violentas del crimen organizado devolviéndolas al nivel de un problema exclusivamente policiaco, con bajo impacto sobre la ciudadanía y manejable por las fuerzas de las procuradurías de justicia locales y/o federales.

Aquí es necesario definir la naturaleza del conflicto de inseguridad que ha perneado toda la geografía de nuestro país, señalando que un problema de inseguridad ciudadana se considera de nivel policiaco cuando los criminales se encuentran escondidos y a la defensiva de las autoridades, pero que cuando las autoridades y las instituciones de la república son las que están a la defensiva de las bandas criminales, el problema escala hasta convertirse en uno de seguridad nacional, ya que en dicho escenario y nivel de inseguridad se encuentran amenazadas las instituciones de la república, así como la existencia misma de la gobernabilidad por el estado, dado que el monopolio legal de la fuerza y la violencia legítima del estado para mantener la paz y la seguridad, es disputada por las bandas criminales, que actúan con un porcentaje muy alto de impunidad ante la incapacidad de las fuerzas coercitivas del estado para someterlas, dándose el caso de que algunos cárteles criminales han llegado a feudalizar algunas áreas territoriales, en donde imponen sus condiciones y alcabalas a la población.

El escenario descrito en el párrafo anterior corresponde a una "guerra", aunque de carácter irregular y de baja intensidad, en donde el enemigo, crimen organizado, no intenta derrocar al gobierno para ocupar su lugar, sino en mantenerlo a la defensiva para anular su capacidad de coerción, y así poder actuar impunemente en sus "negocios" al margen de la ley, con las mayores ganancias ya sea traficando drogas estupefacientes ilícitas, secuestrando, cobrando "derecho de piso", extorsionando al comercio y al empresariado, manejando la trata de personas, la prostitución, los juegos de azar, el contrabando, el tráfico de armas, el robo de automóviles, el "lavado de dinero", y demás actividades criminales que dejan un alto rendimiento de ganancia.

Eludir el llamarle a las cosas y a los problemas por su verdadero nombre, maquillando el lenguaje en aras de una supuesta "Corrección política", siempre termina afectando a las acciones para resolverlos, hasta convertirlas en una simulación que no consigue sino mantener el problema, ya que lo deja vigente aunque escondido en forma retórica, olvidando que los problemas se resuelven con acciones eficaces y nunca con operativos de carácter histriónico publicitario, ni con la retórica de las declaraciones "políticamente correctas".

El hecho de estar citando como prioridad estratégica únicamente a las acciones tácticas para combatir el crimen organizado, dado que ya constituye un problema de seguridad nacional, no excluye del análisis la situación político-social, que ha empollado el huevo de la serpiente delictiva y la sevicia criminal que hoy se padece en México; Especialmente el análisis de nuestro sistema educativo, para poder corregir sus fallas en la formación de verdaderos ciudadanos, como secuela de un sistema de valores que está ausente en los programas educativos oficiales, ya que actualmente privilegian el egoísmo individualista carente de ética social, y que promueven el neoliberalismo salvaje que enseña el empleo del conocimiento y de la tecnología como herramientas de competencia y de dominio individual, haciendo descansar el éxito personal como lucha contra los competidores para alcanzar la riqueza material, esto es, que el triunfador es aquel que logra subirse sobre el fracaso y los despojos de los demás, en una especie de darwinismo social que a su vez sirve de caldo de cultivo para que la juventud pierda escrúpulos y humanismo, siguiendo el camino de la delincuencia sin conciencia de culpa alguna.
Antes de proseguir con el presente análisis sobre el problema del escalamiento de la inseguridad, vale la pena señalar que el éxito de toda estrategia descansa en la correcta previsión y planeamiento, mismo que se analiza y se juega previamente (ya sea a través de programas computacionales o de simulacros ajedrecísticos de gabinete, conocidos en el lenguaje militar de los estados mayores como "Juegos de Guerra"), en los cuales se reproducen los escenarios hipotéticos (extraídos del análisis de experiencias históricas), del conflicto antes de ir al campo de batalla, en donde se encuentran las posibles fallas y debilidades tanto propias como del enemigo, ya sean tácticas, estratégicas, y/o logísticas.

Lo señalado anteriormente se puede ejemplificar analizando las guerras en las que han intervenido los Estados Unidos de Norteamérica, país que nunca ha intervenido en un conflicto militar sin que previamente lo haya planeado con mucha anterioridad, además de jugado en un cuarto de guerra, lo que explica su gran porcentaje de éxitos en las contiendas en que se han involucrado.

Como antítesis de dicha conducta que se derivó en rotundos fracasos podemos citar la de Adolfo Hitler, quien durante la Segunda Guerra Mundial modificaba caprichosamente (siguiendo fantasías o sueños de iluminado), los planeamientos estratégicos y órdenes de batalla que planteaba el estado mayor alemán, especialmente durante la operación "Barba roja" en el frente ruso, que derivó en un estrepitoso fracaso en el absurdo y prolongado sitio de Stalingrado, así como en los Balcanes y en Normandía.

Como colofón de todo lo anterior  cabe señalar, parafraseando a Séneca, que es imposible combatir el mal en una sociedad, cuando el vicio forma parte de la costumbre, cuyo significado se traduce en que para reducir al mínimo las actividades del crimen organizado en México, se hace indispensable depurar tanto a los cuerpos de seguridad como a las mafias políticas que actúan en connivencia con sus homólogos criminales, ya que actualmente el enemigo milita en las filas de quienes dicen combatirlo, y bajo tales circunstancias nunca puede vencerse al enemigo.

De la misma manera y simultáneamente debe erradicarse el cáncer social de la corrupción, que en nuestro país ya forma parte de una idiosincrasia que ha degradado la relación entre sociedad y autoridades, volviendo ineficaz cualquier esfuerzo a favor de la justicia, dado que ocasiona el incumplimiento de un verdadero estado de derecho, tanto en el ámbito particular como en el de las propias autoridades, al convertir el orden legal en una parodia grotesca y perversa de simulaciones para que todo permanezca igual, favoreciendo así a los poderes fácticos (autoridades venales, iniciativa privada corrupta, así como ciudadanía sumisa y conformista), que se benefician del caos y de las crisis, o dicho de otra manera, bajo dicho escenario político social no puede existir la voluntad de cambiar las cosas.



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