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Diálogo con el �Niño Lindo�


2011-12-23

Pbro Dr. Antonio Orozco Delclós

Meditación

Aquí me tienes, en el pesebre. Aquí, tu Dios-disponible, tu Dios Acción de gracias, tu Dios Humilde, tu Dios que todo lo recibe y todo lo da, dándose�

- Dime, Niño, ¿de quién eres, todo vestido de blanco�?

- Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo

- ¿DE LA VIRGEN MARÍA? ¿Cómo es éso? ¿Cómo puede ser virgen, UNA MADRE?

- Cosas del Creador del Universo. Él puede hacer madre a una mujer sin contar con varón. Si el varón vivifica es porque ha recibido poder de Dios, Vida en plenitud, infinitamente fecunda. El Espíritu es Señor y Dador de vida.

- Niño lindo, eres un milagro grandísimo�Pero me asalta una cuestión: ¿era menester que fuera virgen, tu Madre?

- La maternidad es una maravilla y la virginidad por Amor es otra. Ninguna de las dos podía faltar en la Maravilla de maravillas. La virginidad es flor enhiesta de alta montaña, belleza inaccesible, sólo para el honor de Dios, esplendor del Espíritu en la tierra. Lo saben los limpios de corazón. La maternidad es poder de participar en la fecundidad infinita del Padre, belleza distinta, co-creante del número de los elegidos. María, es Virgen y Madre. Por tan singular privilegio, puedes colegir el valor �a los ojos de Quien todo lo ve- de lo castísimo, la hermosura de la joya en apariencia infecunda, dedicada por entero al Amor.

- Por eso debe de ser, Niño de Madre Virgen, que tu carita es preciosa y tus ojos enamoran� Dime, ¿desde dónde miran tus ojos?

- Mi mirada es de Niño y de Dios. Yo soy Hijo de Dios en lo eterno y de María en el mundo. Entiéndelo bien: soy Dios Hijo. El Padre y Yo somos uno. Vislúmbralo: cuando tú eras una persona pequeñita en el seno de tu madre, erais dos �dos personas distintas, pero como una sola vida. En rigor, no erais una sola vida, sino dos vidas (creadas). La tuya no era la de tu madre ni viceversa, pero tu vida estaba totalmente inmersa en el seno materno y vivías enteramente a expensas de ella, ¿me sigues?

- Con esa analogía, por elevación me parece atisbar que una sola Vida (increada, infinita, plena) pueda "palpitar" en dos Personas distintas (increadas), porque ambas -siendo distintas- posean� ¿una sola substancia o naturaleza � ?

- Correcto. Y puedes intuir que Yo sea engendrado eternamente por mi Eterno Padre, y permanezca eternamente en su seno de infinita fecundidad, viviendo en plenitud la vida de mi Padre. Yo soy �el Niño remarca con énfasis el �Yo soy�- Hijo eterno en el seno eterno de la vida plena, infinitamente fecunda de Dios Padre.

- ¡No es tan difícil, aunque misterioso!. Continúa, Niño Lindo.

LA PLENITUD DE VIDA QUE SE DA

- En mi Padre no existe el límite material que hay en las madres. Para ser Yo -engendrado eternamente por el Padre-, no he de ser �dado a luz�. Yo soy la Luz, Luz de Luz. No he de nacer propiamente, y de ningún modo crecer o evolucionar dentro o fuera de Dios. Yo soy eternamente Yo. El Padre y Yo somos dos en uno. Créeme, este misterio es la sencillez suma. Somos Amor eterno, eternamente enamorados, rostro con rostro; el mío es Imagen perfecta del suyo. Con un amor tan grande y perfecto que es Amor-Persona, la tercera, el Espíritu Santo, Fruto personal de nuestro Amor, sin comienzo ni término; el Espíritu Santo es la Persona-Amor.

- Tres en Uno� ¡Es de noche! Pero amanece. La Aurora es María, Madre Virgen. El Día, la Luz, es el Niño Dios, Niño Lindo, ante quien me rindo.

- Yo lo he recibido todo del Padre. El Padre es EL QUE DA: LA PLENITUD DE VIDA QUE SE DA, Yo soy EL QUE RECIBE: LA PLENITUD DE VIDA RECIBIDA DEL PADRE. Mi Padre es el DAR TOTAL, Yo soy el RECIBIR TOTAL, en el seno del Único Dios verdadero. Este es el punto que quisiera meterte en la cabeza y en el corazón: en la intimidad del Dios tres veces Santo hay un RECIBIR EN PERSONA: YO. Todo lo recibo del Padre.

- ¿Por eso no tienes padre en la tierra?

- Es una poderosa razón. Pero, cuidado, José es más padre que todos los padres del mundo; virginal, un prodigio del Espíritu, para salvaguardar la virginidad de mi Madre y darme una familia en el mundo, y sacarla humanamente adelante, defenderla, conducirla, ¿cómo te lo diría?, para ser providencia de la Providencia; y para enseñarme a ser hombre, a trabajar el hierro y la madera; y enseñar a ser padre a todos los padres.

- Realmente, Niño Lindo, tú tienes palabras de vida eterna. ¡Qué preciosidad!. Eres Dios �, ¿por qué te has metido en este �berenjenal�, en el espacio y en el tiempo�?

- ¿¡Por qué me has pellizcado!?

- Para ver si eres niño de verdad, no vayas a ser un fantasma, un espectro virtual o algo así. También te podrías aprovechar de tu poder divino para neutralizar un eventual sufrimiento humano�

- ¡Yo bajé a la tierra para padecer�!

- ¿Por qué tienes que padecer?

- ¡Para salvarte! Mi nombre es Jesús, que significa Salvador.

- Salvarme, ¿de qué?

- De ti mismo, de tus cadenas

- ¿De mis cadenas?

- Sí, de tus cadenas.

- Sí�, de mis cadenas�

- De tu autosuficiencia; de la falsa autosuficiencia de la humanidad. Tú y tus hermanos estáis como en Babel, construyendo un mundo de espaldas a Dios, desafiando a Dios, os creéis dioses sin Dios, empeñados en eternizar el tiempo. Sois soberbios como hijos de satanás�

- ¡Niño! ¡Niño Lindo! ¡Qué severidad! Asoman lágrimas grandes a tus ojos claros � ¿También los dioses lloráis?

LOS DIOSES NO LLORAN, DIOS SÍ

- Los dioses no lloran, que son de piedra y metal. Dios sí, que es Amor. No se puede ver la autoperdición de un hijo, sin llorar amargamente. Se ha de hacer lo que sea, cualquier locura que el corazón dicte para recobrar la vida, ¡el amor!, de los amados. La vida es muy severa, muy seria� y ha de ser muy alegre.

- Yo creía que�

- Creías que Dios no tiene corazón, ni entrañas, ni lágrimas. No has leído bien la Escritura. Creías que el pecado del hombre es una banalidad. En cierto modo lo comprendo, porque el pecado supera infinitamente al hombre finito que lo comete. Precisamente porque Dios no es de piedra, ni de oro, ni de plata, por eso sufre inescrutablemente, por eso Yo he venido a la tierra: para padecer, libremente, por puro amor, para dar la vida en redención de muchos�

- Niño mío, Dios mío, Madre mía� Tú, Dios Hijo, el Amado del Padre, Rostro Imagen del Padre, has venido a ser Sufrimiento del Hombre, imagen del Sufrimiento del Padre� Redentor del hombre, de la esclavitud y la muerte de los hijos, por el sufrimiento � Muchos creen en un Dios majestad, todopoderoso, y sin embargo, les repugna un Dios inerme, como tú, Niño Lindo, entre pañales, en un pesebre, y después clavado -¡vencido!- en la tortura de la cruz�

- Porque su imagen es la de un Dios grande a la medida de la pequeñez creatural, un Dios en majestuosa soledad, solitario, no Amor, no Humildad. Un Dios que no sabe recibir y, en consecuencia, no sabe dar. Puede ser el Hacedor del mundo, el Arquitecto del universo, pero no el dador del don perfecto, el perdón. Un Dios que no es el Dios Vivo revelado en las Escrituras.

�DIOS ES FAMILIA�

¡Dios es Familia!, es Padre (Paternidad), Hijo (Filiación) y Amor (tercera Persona), la esencia de la familia. Por eso, al venir al mundo, al humanarme, he querido nacer en una �familia esencial�, espejo de la Trinidad del Cielo, modelo de todas las familias de la tierra, para iniciar un gran movimiento -�revolución�, podrías decir, en tu concepto- que alcance a hacer de todas ellas, una sola, íntimamente enlazada a la Familia que es Dios Trinidad.

Sólo hay un enemigo: la gran estupidez bien llamada soberbia, la autosuficiencia. Mi Padre os ha hecho a nuestra imagen y semejanza: el hombre supera infinitamente al hombre. Finito por naturaleza se halla abierto al Infinito por la inteligencia y el amor. Por eso se puede confundir con Dios. Pero con un Dios falso, soberbio, sin humildad, sin capacidad íntima de recibir.

Por eso vengo Yo, Humildad en Persona, despojado de todo vestigio de gloria celestial y me veréis en la más ignominiosa humillación. Para que entendáis que si la indigencia, la pobreza, la tortura, la angustia, el pavor, la tristeza de muerte y tantas cosas que sufriré en mi Pasión hasta la muerte de cruz, es digna de Dios �porque si no, por ahí no pasaría-, todo eso es también digno del hombre. Más aún, ahí está la medicina, la salvación de lo que más importa: la curación radical de la soberbia. ¡Contra soberbia, humildad! ¿O has olvidado lo más elemental del Catecismo?

SÓLO EL QUE SABE RECIBIR, SABE DAR

YO SOY LA HUMILDAD, la virtud del que recibe, no de cualquier manera, sino reconociendo el don. ¿Reconoces ahora mismo estar recibiendo cada uno de los latidos de tu corazón? ¿Reconoces que cada instante de tu vivir, sea como sea, es don? Saber recibir, es saber agradecer el don. ¿Agradeces cada respiración, cada uno de los pasos que puedes dar en la vida, y los que no puedes dar, porque no los necesitas? ¿Andas por ahí quejumbroso como si no fueses hijo de Dios?

Yo me siento tan a gusto entre las pajas del pesebre, como en los mullidos divanes de los ricachones, como en el lecho vertical de la cruz. Entiéndeme, estoy feliz, porque lo entiendo, en todo caso, como don recibido del Padre para mucho bien. Sólo el que sabe recibir, sabe dar. Recibir, reconocer, agradecer, es tanto como decir estar disponible, ponerse a disposición de mi Padre, puesto que todo cuanto soy y puedo es don suyo. Toda su providencia es amorosísima y sapientísima. Es preciso aprender a leer en ella, en las cosas que pasan y me pasan, que te pasan.

Disponibilidad es actitud de darse sin reservas a la sabiduría y al amor del Padre. Es no tener otro norte. Vivir por Él y para Él. Más fácil: mirarme, contemplarme, y seguirme, sin pararte a pensar que no vales, que no sirves, que eres un miserable� ¡los miserables! Muchos le llaman a esto humildad, pero no es más que cobardía y comodidad. Es verdad si lo dices prescindiendo de Mi: sin Mi no puedes nada, no vales nada, no puedes nada, ni siquiera existes. Pero si tienes un aliento de vida, puedes amar, puedes seguirme. Intentarlo al menos, ya es seguirme. Ya tienes un don que reconocer, agradecer y dar y hacerlo fructificar en la banca del amor. Yo también daré un último aliento y pondré mi espíritu en manos de mi Padre en un acto supremo de Redención.

Aprende de mi Madre. Ella no dice: ¡ah, Señor, yo sirvo de esclava, pero nada más. No podré ser tu Madre!. ¡No! Dice: ¡Hágase en mi según tu palabra!. Esto es humildad. Si te quedas enredado en tus miserias serás cada vez más miserable. ¡Eres hijo de Dios! ¡Atrévete a serlo cada día más! Tienes talentos. Aprende a recibirlos, los que sean, sin humillación. ¡Agradécelos!. Da gracias siempre por todo, a mi Padre y a aquellos de quienes se sirve mi Padre. Así estarás siempre disponible para dar y darte con una humildad que te llenará de alegría.

- Niño Lindo, ante ti me rindo, Niño lindo, eres tú mi Dios� Me lo das todo, te me das entero en la Eucaristía. ¡Belén permanente! Sálvame de mí mismo, de todas las cadenas que me impiden recibir con libertad tus dones y darme, a Ti y a los demás.

- Aquí me tienes, en el pesebre. Aquí, tu Dios-disponible, tu Dios Acción de gracias, tu Dios Humilde, tu Dios que todo lo recibe y todo lo da, dándose: ha venido no a ser servido sino a servirte, despojado de toda gloria divina y de toda gloria humana, para necesitarte, para recibir tu calor y tu fuego, tu ternura y compasión, delicadezas de amor y reciedumbre, fortaleza, oración, trabajo, apostolado� ¡Ven y sígueme!. Crece conmigo, en sabiduría, estatura íntima y gracia ante Dios y ante los hombres. Hazte niño y cántame como si fueras Yo:

Mi Madre es del Cielo, mi Padre también.

Yo bajé a la tierra para padecer (bis)�,

Después, el Belén eterno. Ahora, el ciento por uno y más tarde, no mucho más tarde, la Vida eterna.



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