Nuestro México es kafkiano
2012-08-05
D.C.P. Jacinto Alvarez C.
Diagnóstico de la idiosincracia mexicana
La base de la economía capitalista es impulsar a la gente a adquirir productos que en realidad no necesita, con dinero que todavía no ha ganado, para impresionar de manera efímera a personas cuya opinión en realidad no les interesa. Acabamos de emitir nuestro voto para elegir a alguien que en realidad no conocemos, que debería ser nuestro apoderado pero sabemos que actuará en este orden: primero yo, después mi partido, por último el electorado. El voto lo emitimos porque hemos comprado la falsa idea de que la democracia es algo tan simple como emitir un voto, ignorando que la educación es la base de una decisión razonada. Si no existe la razón no puede haber democracia, pues la manipulación se ejerce en razón inversa de la calidad de educación del grupo. Hemos acudido a las urnas desahuciados, convencidos de que padecemos cáncer y que vamos a elegir de entre los partidos la menos mala de las quimioterapias, pero no negamos el cáncer y renunciamos a las terapias alternativas. México no debe, no puede seguir manteniendo a los partidos políticos. Hemos permitido la infestación en nuestras finanzas nacionales de voraces sanguijuelas presupuestívoras y eso no es justo. La justicia, según Ulpiano, es la constante voluntad de dar a cada quien lo que le corresponde. A los partidos políticos no les corresponde medrar a costa del erario. No habrá democracia mientras la población mantenga vagabundos pseudopolíticos sin vocación de servicio, pero proclives a la obtención desmañada y sin escrúpulos de la riqueza ajena. Mi diagnóstico diferencial (como diría House) para el mal genético que aqueja a nuestro pueblo, está entre la estupidez crónico-degenerativa y el trastorno de corrupción generalizada, porque no hacemos nada, nunca...
EEM
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