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Derrumbe de creencias


2013-02-17

José Agustín Ortiz Pinchetti, La Jornada

La abdicación de Benedicto XVI no generará una crisis en la Iglesia católica, sino que esta crisis es la causa de la abdicación, como señala Bernardo Barranco. Yo creo que la crisis de la Iglesia es parte de una crisis de las religiones tradicionales en Occidente. Incluso en Estados Unidos, donde la religión es un elemento poderoso de identidad, es indudable el abandono masivo de las confesiones, incluso en el judaísmo. En Europa muchas de las iglesias se han quedado vacías, aun en Italia y España, países con alta religiosidad en el pasado. La decadencia del catolicismo romano se ha precipitado y los escándalos sexuales y financieros han resquebrajado su prestigio a pesar de los intentos �costosísimos� para encubrirlos. No le va mejor a la cristiandad ortodoxa ni a los evangélicos. Millones entre las clases urbanas y más escolarizadas han desertado, lo que parece irreversible.

En México la religiosidad profunda del pueblo no ha significado el fortalecimiento de la Iglesia católica, que a mediados del siglo XX representaba 98 por ciento de la población. Hoy el declive es intenso, y aunque las estadísticas señalan otra cosa, no es difícil pensar que llega a más de 25 por ciento. Las religiones evangélicas han ganado terreno y el abandono de las creencias por millones de jóvenes, los más preparados, ha creado un vacío evidente, la caída de las vocaciones y del prestigio de la iglesia asociada, históricamente, a las posturas más conservadoras.

Pero el derrumbe abarca también a las ideologías laicas, cuyos dioses eran teorías o líderes divinizados. El fracaso soviético y el rápido hundimiento del modelo ultraliberal han generado una era de perplejidad. Uno se preguntaría si existe una respuesta para enfrentar y satisfacer la necesidad que los seres humanos tenemos de utopía. La desintegración del orden político y social requeriría de una respuesta espiritual. No es improbable que ante la decadencia eclesial los judíos y los cristianos construyan un ecumenismo al aceptar que sus convicciones tienen mucho más en común que lo que los separa. También hay la posibilidad de un gran despertar místico que además acercaría a las religiones judeo-cristianas con el Oriente. Muchos judíos y cristianos han encontrado en el zen y otras disciplinas orientales un camino. De una cosa podemos estar seguros: el cristianismo esencial, y su raíz judía, son una fuerza muy poderosa. Han inspirado a todo el pensamiento libertario de Occidente. Es muy difícil creer que las religiones desaparecerán, tras ellas hay una luz intensa que el poder eclesiástico oculta parcialmente, pero a la vez le da estructura y la hacen comprensible para las grandes masas hambrientas de una respuesta totalizadora. Detrás de esta opacidad está esa luz y es inextinguible.



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