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El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza


2013-06-30

Evangelio, Lucas 9,51-62

�Nadie que pone la mano en el arado y mira
hacia atrás es apto para el Reino de Dios�

Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, Jesús se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: �Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?�. Pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.

Mientras iban caminando, uno le dijo: �Te seguiré a donde quiera que vayas�. Jesús le dijo: �Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza�. A otro dijo: �Sígueme�. Él respondió: �Déjame ir primero a enterrar a mi padre�. Le respondió: �Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios�. También otro le dijo: �Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa�. Le dijo Jesús: �Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios�.

Reflexión

Pbro. José Martínez Colín

Hoy, el Evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestro seguimiento de Cristo. Importa saber seguirlo como Él lo espera. Santiago y Juan aún no habían aprendido el mensaje de amor y de perdón: �Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?�. Los otros convocados aún no se desprendían realmente de sus lazos familiares. Para seguir a Jesucristo y cumplir con nuestra misión, hay que hacerlo libres de toda atadura: �Nadie que (...) mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios�.

Con motivo de una Jornada Misionera Mundial, Juan Pablo II hizo un llamamiento a los católicos a ser misioneros del Evangelio de Cristo a través del diálogo y el perdón. El lema había sido: �La misión es anuncio de perdón�. Dijo el Papa que sólo el amor de Dios es capaz de hermanar a los hombres de toda raza y cultura, y podrá hacer desaparecer las dolorosas divisiones, los contrastes ideológicos, las desigualdades económicas y los violentos atropellos que oprimen todavía a la Humanidad. Mediante la evangelización, los creyentes ayudan a los hombres a reconocerse como hermanos.

Si nos sentimos verdaderos hermanos, podremos comenzar a comprendernos y a dialogar con respeto. El Papa ha subrayado que el empeño por un diálogo atento y respetuoso es una condición para un auténtico testimonio del amor salvífico de Dios, porque quien perdona abre el corazón a los demás y se hace capaz de amar. El Señor nos lo dejó dicho en la Última Cena: �Que os améis los unos a los otros, así como Yo os he amado (...). En esto reconocerán todos que sois discípulos míos� (Jn 13,34-35).

Evangelizar es tarea de todos, aunque de modo diferente. Para algunos será acudir a muchos países donde aún no conocen a Jesús. A otros, en cambio, les corresponde evangelizar a su alrededor. Preguntémonos, por ejemplo, si quienes nos rodean saben y viven las verdades fundamentales de nuestra fe. Todos podemos y debemos apoyar, con nuestra oración, sacrificio y acción, la labor misionera, además del testimonio de nuestro perdón y comprensión para con los demás.



JMRS


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