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Ayotzinapa en Acteal


2014-12-26

Rafael Landereche, La Jornada

El pasado 22 de diciembre Las Abejas recordó un aniversario más �el 17� de la masacre de Acteal. Pero a su machacona insistencia en el castigo de los autores intelectuales que siguen impunes, en esta ocasión, dada la situación del país y retomando la frase de que todo México es una fosa llena de restos humanos, incluyeron en su conmemoración y en su denuncia todas las masacres, todos los crímenes de Estado que pudieron recordar desde el 2 de octubre de 1968. Así, fueron invitados como representantes simbólicos de esta amplia gama de tragedias, familiares y sobrevivientes del más reciente crimen de Ayotzinapa; como representantes emblemáticos de los miles de migrantes muertos, mutilados, vejados o desaparecidos, estuvieron tres frailes franciscanos del albergue para migrantes La 72, de Tenosique, Tabasco (nombrado así en recuerdo del los 72 migrantes masacrados en San Fernando, Tamaulipas). También asistieron representantes de presos políticos, desplazados y desaparecidos forzados de Chiapas, de los municipios de Tila y Tenejapa, estos últimos desplazados hasta el día de hoy.

Emulando a sus familiares masacrados, Las Abejas precedió la conmemoración con una jornada de ayuno y oración en la cual elevaron oraciones por todos los desaparecidos, desplazados, asesinados y perseguidos, tanto nacionales como extranjeros migrantes.

Aunque no hubo ningún representante directo presente, Las Abejas incluyó en su lista a los niños incinerados de la guardería ABC de Sinaloa y, como buenos indígenas (y además mayas), extremadamente sensibles a toda clase de símbolos, como es la numerología, en su comunicado caviló en esa línea. Comentó: Acteal, 45 masacrados, mayoría mujeres y niños, más cuatro bebés aún no nacidos masacrados kaibilescamente en el vientre de sus madres, total 49 víctimas. Guardería ABC: 49 niños muertos entre las llamas de la irresponsabilidad y quizá de algo peor todavía. Ayotzinapa: siete asesinados reconocidos como tales (cinco de Ayotzinapa y dos que iban pasando) más 42 estudiantes todavía desaparecidos, total: 49. "En cada uno de los casos, 49 víctimas y todos los lugares comienzan con A." ¿Adónde pretendían llegar Las Abejas con esta especulación? ¿A complementar los cálculos del nuevo katún maya, comenzado hace un año el 22 de diciembre? ¿O quizá algo más modesto, pero más actual, como proponer el hashtag A-49? Pero justo cuando comenzábamos a preguntarnos si la organización pacifista se iba a embarcar en polémicas cábalas adivinatorias, quizá interesantes pero un tanto alejadas de la angustiante situación del país, Las Abejas dio a sus reflexiones un giro pleno de realismo social y político: "Quizás éstas sean meras coincidencias, pero hay otras que no lo son, por ejemplo, que todos estos son crímenes de Estado".

A partir de ahí, Las Abejas señaló que existe un patrón reconocible en muchos, si no es que en todos los crímenes masivos que ahí rememoraron.

Al decir que ciertas pautas constantes son reconocibles hay que acotar, como hizo uno de los presentes en Acteal, que son reconocibles para quienes lo han vivido. A diferencia de lo que sucede a quienes ven las cosas desde afuera o a través de los medios de comunicación para quienes estas constantes pueden permanecer ocultas o difícilmente discernibles, para quienes las han padecido son evidentes.

Cuando Las Abejas escucha la explicación oficial sobre Ayotzinapa y la pretendida inacción del Ejército, piensa: "como que esto ya lo habíamos escuchado". Y, en efecto, esa fue la postura oficial sobre el destacamento de la policía estatal que permaneció a unos cuantos metros de donde estaban siendo balaceadas las víctimas de Acteal durante cinco horas sin hacer nada por impedirlo. Sólo consignó por delitos de omisión, pero cada uno de los integrantes de Las Abejas sabe que el papel de la policía estatal y el Ejército fue acompañar y proteger el accionar de los paramilitares desde meses antes de la masacre de diciembre.

Otra similitud es la designación de chivos expiatorios menores dentro de la jerarquía del estado. Así, la máxima responsabilidad por la formación y operación de los paramilitares de Chenalhó fue oficialmente asignada al presidente municipal, tal como intentan hacer con Ayotzinapa. Las Abejas incluso pregunta con sorna (y clarividencia) al gobierno de Enrique Peña Nieto: "¿Ya tiene preparada la coartada legalista para liberar, cuando las condiciones se lo permitan, ‘por fallas en el debido proceso' al matrimonio Abarca?"

Como dijo en Acteal uno de los normalistas de Ayotzinapa: No se necesita mucho análisis: en México es un delito ser pobre; si además de ser pobre eres estudiante, doble delito (y Las Abejas completó: si además eres indígena, triple); las instituciones del estado existen para castigar a los inocentes y premiar a los culpables.

Otro de los presentes complementó: el delito de los migrantes es soñar en tener una casita para su familia, ganada con su propio trabajo; si tuvieran, no una casita sino una mansión, comprada, no con su sudor, sino con el dinero de la corrupción y el tráfico de influencias no sería delito. El delito de Las Abejas fue negarse a contribuir a comprar armas para atacar a los zapatistas y ayunar para que hubiera paz en su municipio; si hubieran poseído armamento de uso exclusivo del Ejército el gobierno los habría protegido.

Don Raúl Vera, hoy obispo de Saltillo, y coadjutor de San Cristóbal cuando se ejecutó la masacre de Acteal, sintetizó el sentir general señalando una manta que colgaron Las Abejas con una frase del evangelio leído ese día: "Derriba del trono a los poderosos y levanta del suelo a los humildes". Comentó don Raúl que en Acteal se concentra de una manera misteriosa el poder de la sangre de todos los inocentes victimados a lo largo y ancho del país, sangre inocente que identificó con la del autor y personaje central del evangelio. Que sea con esa fuerza que todos los pobres y oprimidos de México sean capaces de derribar del trono a los poderosos �oró en voz alta Don Raúl� porque la actual clase dirigente del país ya no tiene nada que hacer ahí.

No queda nada más que añadir, excepto que así sea.



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