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La importancia de la agricultura familiar en el mundo
Fernando Soto Baquero, La Jornada Cerca de 900 millones de personas en el mundo siguen padeciendo hambre crónica pues no pueden costearse una alimentación adecuada, y más de 70 por ciento de las personas con inseguridad alimentaria viven en zonas rurales de países en desarrollo. Muchos de ellos son trabajadores agrícolas con bajas retribuciones o productores de subsistencia con dificultades para satisfacer las necesidades de alimentos de sus familias. Al 2050, se tendrá el desafío de alimentar a unos nueve mil millones de personas, con los límites que plantea el cambio climático a los sistemas de producción intensiva, por la degradación generalizada de la tierra y el agua, y con otros efectos medioambientales negativos. Es necesario encontrar sistemas de producción verdaderamente sostenibles e inclusivos, a fin de satisfacer las futuras necesidades de alimentos del mundo. Nada se acerca más a este paradigma de producción sostenible de alimentos que la agricultura familiar o la pequeña producción agropecuaria. El Comité Directivo Internacional para el Año Internacional de la Agricultura Familiar, en 2014, definió que: "La agricultura familiar es una forma de organizar la producción, gestionada y administrada por una familia y depende principalmente de mano de obra familiar, tanto mujeres como hombres. La familia y la parcela se relacionan entre sí, evolucionan conjuntamente y combinan funciones económicas, ambientales, sociales y culturales", según señala El estado mundial de la agricultura y la alimentación (FAO, 2014). La agricultura familiar es relevante en el mundo. Más de 500 millones de familias gestionan la agricultura mundial, según el informe citado de la FAO. Esto significa que nueve de cada diez explotaciones agrícolas pertenecen a la agricultura familiar. Éstas producen cerca de 80 por ciento de los alimentos del mundo en cuanto a valor. Más de 90 por ciento de las producciones agrícolas con gestión individual o familiar dependen sobre todo de mano de obra familiar y ocupan entre 70 y 80 por ciento de las tierras agrícolas. La gran mayoría de las fincas del mundo son pequeñas o muy pequeñas, y en muchos países de bajos ingresos su superficie está disminuyendo aún más. A escala mundial, las parcelas agrícolas de menos de una hectárea representan 72 por ciento del total, pero sólo controlan ocho por ciento de las tierras agrícolas. Las de un tamaño ligeramente superior, entre una y dos hectáreas, representan 12 por ciento de las fincas y controlan cuatro por ciento de las tierras, mientras que las de dos a cinco hectáreas representan diez por ciento del total y controlan siete por ciento de las tierras. Sólo uno por ciento de las fincas en el mundo tienen una superficie de más de 50 hectáreas, pero controlan el 65 por ciento de las tierras agrícolas. La tierra está distribuida de forma más igualitaria en los países de ingresos bajos y medios, donde más de 95 por ciento de las fincas cuentan con una superficie menor a las cinco hectáreas, pero tienen a menudo acceso limitado a recursos y bajos niveles de productividad. ¿Vale la pena invertir en la pequeña agricultura, o debe apostarse por la gran agricultura? En los países del Norte no hay pequeños agricultores, mientras que en otros, como los de Asia o África, no hay grandes agricultores, entonces ahí no tienen que elegir en ese debate. Pero en América Latina la situación es diferente, ya que hay diferentes tipos de agricultores. Esto levanta la pregunta: ¿vale la pena la inversión en la pequeña agricultura? La historia brinda varios ejemplos positivos: la "revolución verde" empezó en México y llegó a la India en los años 60s-70s, y gracias a eso la India, donde nadie puede tener más de dos hectáreas, y que en esos días moría de hambre, trasladó conocimientos a millones de pequeños agricultores, nuevas variedades de trigo, fertilizante, riego y política pública de comercialización. En la India también se desarrolló la "revolución blanca" con los pequeños productores de leche, el gobierno les otorgó crédito para adquirir una o dos vacas y les aseguró la compra de leche y su procesamiento, convirtiendo a la India en el primer productor mundial de leche. En China su "revolución agrícola" empezó en 1/16 de hectárea, el gobierno brindó fertilizantes y la compra segura de parte de su producción y hoy es la segunda economía del mundo. En 1989 el gobierno de Vietnam hizo su revolución otorgando tierra a los productores para cultivar arroz. Aportes de la pequeña agricultura. Los agricultores familiares desempeñan un papel vital en el incremento de la disponibilidad de alimentos en el nivel local, y garantizan la seguridad alimentaria y nutricional, la generación de empleo e ingresos y la diversificación de las economías. Por medio de la agricultura familiar se promueven diversos roles en la familias, se amplía la participación de mujeres y jóvenes y se mejora el manejo de los recursos naturales y la biodiversidad. Son a su vez abastecedores de la agroindustria y promotores de la cultura gastronómica y de productos étnicos de sus comunidades y regiones. Pero es necesario mejorar el acceso a los mercados como motor esencial para su desarrollo y promover la innovación. Cabe aclarar que por debajo de un cierto tamaño de finca puede que la agricultura no sea viable económicamente para constituir el medio principal de sustento de una familia. En ese caso, son necesarias otras fuentes de ingreso, como el empleo fuera de las fincas y las transferencias o remesas, para garantizar una vida digna para la familia. En este sentido, es necesario promover políticas de desarrollo rural que ofrezcan oportunidades diversas. Hay necesidades de los agricultores familiares que son muy similares en todo el mundo para mejorar sus ingresos y contribuir a la reducción de la pobreza: mejora en el acceso a tecnologías con aumentos sostenibles de la productividad; insumos que respondan a sus necesidades y respeten sus culturas y tradiciones; atención a mujeres y jóvenes que se dedican a la agricultura; refuerzo de organizaciones y cooperativas de productores; mejora del acceso a la tierra, agua, crédito y mercados; mayor participación en cadenas de valor, con garantía de precios justos; fortalecimiento de lazos entre agricultura familiar y mercados locales, y la equidad en el acceso a los servicios esenciales como educación, salud, agua pura y saneamiento. ROW |
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