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"El Gobierno de Michel Temer es ilegítimo e impopular": Juca Ferreira


2016-05-27

Cecilia Ballesteros, El País

Exiliado durante la dictadura militar brasileña (1964- 1985) y con la experiencia de los entresijos del poder por haber sido ministro de Cultura en los Gobiernos petistas de Lula da Silva y Dilma Rousseff, Juca Ferreira (Salvador de Bahía, 1949) sostiene que el nuevo Gabinete de Brasil es una “afrenta para la democracia”.

Pregunta. Usted dejó de ser ministro de Cultura hace dos semanas tras el impeachment de la presidenta Rousseff. ¿Qué opina sobre el Gobierno interino de Michel Temer?

Respuesta. Es un desastre en todos los sentidos. Es ilegal, ilegítimo e impopular. Una afrenta a la democracia. Es un Gobierno de hombres blancos, representantes de la oligarquía más retrógrada, muy lejos de la diversidad brasileña. Michel Temer está implantando además un proyecto ultraliberal, siguiendo la misma receta de austeridad que tanto sufrimiento ha causado en Europa. Va en el sentido opuesto al voto de 54 millones de electores en las últimas presidenciales. Difícilmente se aceptará. El Gobierno Temer ha nacido muerto.

P. ¿Por qué cree que se ha revertido en solo unos días la decisión de suprimir el ministerio de Cultura?

R. Es una reacción porque se subestimó el poder del mundo de la cultura. Ha habido movilizaciones y protestas en muchas ciudades del país contra la supresión del Ministerio, se ocuparon sedes, productores, los cineastas protestaron en Cannes, Caetano Veloso, todos se movilizaron y se sorprendieron con la respuesta. Subordinar la cultura a la educación es un retroceso al Brasil de hace 30 años. Antes de dar marcha atrás, Temer tanteó a seis mujeres, artistas y gestoras públicas preeminentes para que ocuparan la secretaría y todas lo rechazaron.

P. ¿Qué le parece el aviso del nuevo Gobierno de que podría revisar las cuentas durante su etapa como ministro por si se hubieran favorecido proyectos de interés político?

R. Es repugnante. Nunca he perseguido beneficios de ese tipo. Hoy la mentira es un arma política en Brasil.

P. Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores (PT) han calificado el proceso de "golpe de Estado". ¿Está de acuerdo?

R. Nadie lo duda. Todo el proceso de destitución está viciado, política y mediáticamente manipulado. En la Cámara de los Diputados, lo condujo Eduardo Cunha, un corrupto contumaz, apartado del cargo después de concluir su misión de abrir el proceso contra Rousseff. La votación del impeachment, transmitida en directo por televisión, fue tan vergonzosa que alcanzó repercusión internacional. La Cámara, aún bajo influencia de Cunha, está dominada por lo que llamamos el frente BBB: las bancadas de la bala, que representa a la industria de armamento, del buey, ligada al agronegocio y la de la Biblia, que reúne a pastores y diputados de las iglesias evangélicas. El golpe de 2016 tiene muchas semejanzas con el de 1964. En ambos casos, representan una reacción de las élites económicas, rurales y urbanas a las políticas redistributivas y al ascenso de las clases trabajadoras. Pero no solo es eso. El cuadro es mucho más complejo. El mismo proyecto de país está en disputa. E iría más allá. El proyecto de afirmación de Sudamérica está en peligro. Vimos golpes de Estado semejantes en Paraguay y Honduras. Ahora es Brasil y la próxima tentativa será Venezuela. Lo único que difiere con respecto a 1964 es la ausencia de las Fuerzas Armadas. Los golpes de hoy se perpetran dentro de las instituciones, sin tiros, sin derramamiento de sangre.

P. João Vicente Goulart, hijo del presidente Goulart, depuesto por la dictadura en 1964, también ha declarado que hay semejanzas con aquella época, aunque lo define como “golpe bajo”.

R. En ningún momento minimizó el ataque golpista contra Rousseff. Al contrario, dijo que destituir a una presidenta elegida con 54 millones de votos por 367 parlamentarios de los que casi 300 están bajo investigación es un golpe bajo, disfrazado de legalidad. Usó una frase que sintetiza este proceso: “Cambiaron las bayonetas por las togas”.

P. ¿No piensa que el PT tiene alguna responsabilidad en los sucedido por la sucesión de escándalos de corrupción como Petrobras o Mensalão?

R. Claro. El PT y los Gobiernos petistas se equivocaron. Primero, permitiendo que algunos militantes estuviesen implicados en escándalos de corrupción. El PT es un partido que se consolidó empuñando la bandera de la ética. No debería haber cometido irregularidades que afectasen al Gobierno y a empresas privadas. No debería haber puesto en riesgo una empresa como Petrobras. Repitió el modus operandi de la derecha que dominó el Estado brasileño durante 500 años. Otro fallo es no haber hecho grandes reformas en un momento en el que el Gobierno tenía fuerza y credibilidad. También hubo errores en la dirección de la política económica durante el primer Gobierno de Dilma y eso abrió espacio a los ataques de la oposición

P. La ausencia de mujeres en el Gobierno también ha sido criticada.

R. No solo es que no haya mujeres, es que se ha suprimido el Ministerio de Mujeres, Igualdad Racial, Juventud y Derechos Humanos. Obviamente, tampoco hay negros o indios. En un país con la diversidad de Brasil, cuya población mayoritaria es negra y femenina, la imagen de un Gobierno formado por hombres blancos, viejos y ricos lo dice todo.

P. ¿Qué le parece la reacción de América Latina?

R. Salvo la Argentina de Mauricio Macri, que expresó tímidamente respeto al Gobierno interino, la reacción ha sido bastante unánime. Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y El Salvador lo calificaron del golpe de Estado y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos también ha expresado su preocupación. Ahora resta saber si el golpe se consolidará. Estoy confiado. Los golpistas no pasarán.



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