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Poder y Soberanía
Víctor Manuel Peralta Martínez "El Progreso de la Nación se construye con Justicia Social y ¿Cómo fortalece o debilita el Poder a la Soberanía? El término poder es sinónimo de fuerza, capacidad, energía o dominio. Es visto como un conjunto de formas de constreñir la acción del ser humano, pero también la que permite que la acción sea posible. El poder puede ser hegemónico y autoritario. El uso más común que se le da es para control, dominio y jurisdicción que un hombre dispone para concretar algo o imponer mandato, así el poder se relaciona con un gobierno. Combinada con otra palabra da otras acepciones como Poder; Económico, Político, Eclesiástico, Militar y poderes fácticos entre otros y de una u otra manera es aceptada en todas las sociedades humanas. El poder está relacionado a lo de dominación, es decir, en toda auténtica relación de autoridad debe existir una voluntad de obediencia del grupo social determinado . También existe el El Poder Nacional, entendido como la suma de todas las fortalezas de una nación y potenciales, que le permiten establecer su estrategia de desarrollo en pos de los objetivos nacionales pese a los obstáculos que pueda pasar la Nación en un determinado momento. En los años cuarenta varios estudiosos acordaron que vale llamarse Poder Nacional a lo que se estudia como “Poder” en las relaciones internacionales, puesto que tal Poder está siendo representado y reflejado por la actuación de uno o varios países. Los Estados aspiran a maximizar su Poder Nacional no tanto para aseverar su autoridad hacia adentro de su territorio y frente a su propia población, sino más bien para contrarrestar y protegerse del Poder Nacional de otros Estados, percibidos correcta o incorrectamente, subjetiva u objetivamente, como una amenaza para la propia Seguridad Nacional. Por su parte, el concepto de soberanía del latín, “señor supremo” es la voluntad política que un pueblo deposita en una persona, en este caso en el Presidente de la República, para que tome decisiones con independencia de poderes externos, al ser aceptados por el Presidente ambos conceptos, poder y soberanía son usados de acuerdo a sus funciones las cuales son entre otras: Promover y ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, Nombrar y remover libremente a los Secretarios de Estado, embajadores y altos funcionarios, preservar la seguridad nacional, la seguridad interior y la defensa exterior de la Federación, declarar la guerra en nombre de los Estados Unidos Mexicanos, dirigir la política exterior y celebrar tratados internacionales con aprobación del Senado . Con todas estas funciones, entre otras muchas, el Presidente debe tener un poder que respalde las buenas políticas públicas necesarias, su liderazgo en la buena conducción del país y en la aplicación de la ley, lo que hace que los Gobernadores de los estados también imiten su proceder. También manejar con habilidad la política exterior en los grandes foros mundiales a los que asiste continuamente, para poder dialogar y dirimir controversias y acuerdos con cualquier dignatario de los países asistentes. Sin embargo no parece ser así, la política interior es un desgarriate en donde cada partido político solo ve para sus fines partidistas sin importar el destino de la nación. Los gobernadores son unos reyezuelos que hacen y deshacen en sus estados con una desfachatez y vulgaridad para sus gobernados que deja corto al cinismo. Los secretarios y altos funcionarios no tocan mal las rancheras y también tienen sus seis años de fama. ¿Porque el Presidente no puede poner orden en el país, si tiene el poder que le fue otorgado en las urnas democráticamente por el pueblo? Luego entonces, ¡será que no le fue entregado verdaderamente ese poder! O ¡porque no lo usa! Un poder no es legítimo cuando el resultado no es claro, para Morgenthau en “el interés definido en términos de poder político, mientras no exista pacto procedente no hay transferencia de derecho, deberá haber un poder coercitivo que oblige igualitariamente al cumplimiento de los pactos y sancione por incumplimiento”. En otras palabras, el INE es la institución que valida la democracia, pero su credibilidad está por los suelos, no tiene el valor moral para ratificar al ganador, los partidos políticos reclaman haber ganado, las dudas aparecen por todos lados y al supuesto ganador no lo apoyan ni los demás partidos ni la mayor parte de la población, por lo tanto, no tiene el poder para poner orden. La complicidad principalmente con los gobernadores estatales, le atan las manos para someter la ingobernabilidad en todo el país, ya no se diga de poner en práctica políticas públicas reales, que permitan obtener fuentes de trabajo y ser competitivos como país. Pero en el exterior parece que las reuniones de los grandes foros solo sirven para que las poblaciones visitadas se regocijen al repudiar al mandatario mexicano y éste solo asiste como fauna de acompañamiento, ya que aquí lo que está minado es la soberanía principalmente por EU, debido a nuestra dependencia económica y a la enorme deuda que se tiene, lo que le maniata ahora las manos en el plano internacional. No es tomado en cuenta para dirimir o llegar a acuerdos recíprocos entre países, mucho menos con las grandes potencias. Por eso se adoptan los principios normativos de; la no intervención, la autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de controversias, la prescripción de la amenaza o el uso de la fuerza y la igualdad jurídica de los Estados. La forma más fácil de no opinar, porque a nadie le importa lo que diga el Presidente mexicano -salvo que sea para otorgar concesiones a los grandes consorcios trasnacionales- mientras no se tenga un poder real y auténtica soberanía que lo respalde. Sí México tuviera un real Poder Nacional estaría hablando de tú a tú con otras naciones, pero no lo tiene, bueno, no posee ni siquiera la facultad para refinar “nuestro petróleo”, y no porque no se tenga capacidad industrial, lo que no se tiene es soberanía para instalar una refinería, porque EU ha decidido que México solo sea proveedor de materias primas y ellos los que transformen éstas. Se recurre a la buena voluntad de las naciones para celebrar tratados y acuerdos internacionales solidarios, pero esto no es posible, porque el fuerte impone y el débil acepta hacer lo que el fuerte quiere. La reciprocidad solo se lleva a cabo entre poderes iguales. Mientras no seamos un país con cierto poder y plena soberanía, seremos un país débil. Tucídides y el poder, en el “Dialogo de Melos” dice: “Los poderes hacen lo que pueden, los débiles sufren lo que deben”. Parafraseando a Dellanegra : ¿Qué sufrimiento merece el débil? No es un mandato, sino de la falta de prudencia del débil, de su ingenuidad ante la idea de la esperanza, su falta de realismo, que tiene que ver con la ignorancia, con la incapacidad para realizar acciones que permitan modificar el status quo del que se encuentra en situación de inferioridad o subordinación. “Sufren lo que deben”, los que son incapaces de pensar por sí mismos y permiten que otros piensen y decidan por ellos, porque sus poblaciones, su élite pensante y dirigente están pendientes de los valores y pensamientos externos, desvalorizando y desechando el pensamiento, las potencialidades y las capacidades internas la desnacionalización y la adopción de criterios externos, en vez de “adaptarlos” para buscar el beneficio propio. “Sufren lo que deben” quienes son incapaces de pensar o suprimen la posibilidad de alternativas a la situación de subordinación y dependencia en la que se encuentran: quienes confunden la condicionalidad de la dependencia con la condicionalidad de la prudencia; quienes dejan en manos de otros su propio destino, sin ejercer controles o buscar alternativas propias; los que confunden destino con fatalidad –contra lo que está Tucídides, cuando dice que no es Dios sino las leyes naturales las que controlan el devenir histórico- en vez de considerarlo como una construcción de futuro. Los pueblos pueden tener conductas dependientes, porque dejan en manos de sus dirigentes su destino, pero éstos y los grupos pensantes, no pueden tener conductas ni pensamientos dependientes; su función es llevar adelante al país hacia un mejor destino. “Sufren lo que deben”, los pueblos que no dan educación, que desprecian o descuidan el desarrollo científico: no solo desde el punto de vista de la inversión, sino también del apoyo y la utilización del conocimiento; los que no piensan porque el poderoso lo ha hecho por ellos y lo consideran, a ciegas, como la mejor alternativa; los que dejan que los corruptos los gobiernen, sin controlarlos; particularmente porque los corruptos no son seres extraños que cayeron inadvertidamente, son especímenes de una sociedad transgresora y sin parámetros de convivencia. La falta de ética es factor de subdesarrollo. “Sufren lo que deben”, los pueblos que esperan que llegue el líder, el caudillo para que los salve, sin hacer nada por sí mismos; los que tienen espíritu dependiente y débil; las sociedades que carecen de dirección y proyectos propios y dejan en manos de otros su destino. Hace algunas décadas México era el país progresista en América latina, el poderoso vecino del norte, ¿qué nos pasó? Porque ya no lo somos, que dejamos de hacer o que no hemos hecho bien. No podemos seguir echando la culpa de todo a nuestros gobernantes –aunque la mayor parte de esta situación es culpa de ellos- pero como población primeramente hemos permitido que ellos hagan lo que quieren y no hay responsabilidad por sus fechorías. Como población también hemos fallado, que decía al respecto el Generalísimo Morelos en el año 1813: “Los mexicanos hemos sido ociosos por derecho y holgazanes legalmente. Se nos alentó a consumir sin producir. Nuestras ciudades capitales son escuelas de vagancia, de quienes se desparraman por el resto del territorio después de haberse educado entre la fiesta, la jarana y la disipación. Nuestro pueblo no carece de alimentos sino de educación y por eso tenemos pauperismo mental. En realidad nuestro pueblo mexicano se muere de hambre de instrucción, de sed de saber, de pobreza de conocimiento práctico y de ignorancia en el arte de hacer bien las cosas, sobre todo se muere de pereza, es decir de abundancia. Quiere pan sin trabajar, vive del mana del Estado y eso les mantiene desnudos, ignorantes y esclavos de su propia condición. El origen de la riqueza son el trabajo y el capital, ¿Qué duda cabe de que la ociosidad es el manantial de la miseria? La ociosidad es el gran enemigo del pueblo en las provincias mexicanas. Razón a Morelos no le faltó, creo que ya es tiempo no de esperar a nuestro mesías, ni al caudillo que nos saque de nuestra paupérrima situación, es tiempo de que los mexicanos ya nos unamos en todos los aspectos para trabajar hombro con hombro en lo que nos corresponde, contribuir con nuestro granito de arena pero bien, no solamente para ir al futbol. El reclamo de la sociedad es sobre la inseguridad, la falta de empleo o facilidades (como se le dan a las grandes empresa internacionales) para poner un negocito, protestas sobre los derechos perdidos, como las pensiones, pero sobre todo, un combate a la corrupción e impunidad, como el que se está dando al narcotráfico. Ya es tiempo de que las autoridades se pongan de acuerdo para que trabajen para el bien común de México y nosotros contribuir con lo que nos corresponde. Si el pueblo mexicano les dio a sus gobernantes el Poder Público y la Soberanía para preservar la Seguridad Nacional, el Pueblo tiene el poder de quitar a sus gobernantes cuando estos no cumplan con el mandato constitucional, como lo marca el art. 39 de dicha carta. JMRS |
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